pintura. ocio y cultura
El Museo Hispano-Mexicano de Alagón recibe 19 obras de todas las épocas de Mariano Viejo
El artista, formado en la bohemia zaragozana, murió en 2019, era un maestro de la Pintura al natural y perteneció a la vanguardia aragonesa.
“Para Mariano Viejo la pintura ha sido su vida, su pasión y su obsesión. Lo ha sido todo. Se dedicó única y exclusivamente a ella como una forma de desarrollar su existencia. Le gustaba vivir, estar con la gente de su calle, del barrio, le gustaba el roce con la gente. Y en la pintura daba rienda suelta a sus neuras: era un buscar, un encontrar, una lucha constante consigo mismo, y le pasaba como a otros artistas; a menudo solía estar en el precipicio”, dice Amparo Ezquerra, viuda del pintor zaragozano que fallecía en 2019 y de cuya producción acaba de hacer una donación de 19 cuadros al Museo Hispano-Mexicano de Alagón (Zaragoza).
“Me hace mucha ilusión que la obra de Mariano se conozca y se exponga. Me han pedido obra más bien pequeña y ya la han instalado con la de otros de artistas como Luis Marín Bosqued, Félix Adelantado o Santiago Pelegrín, que es de Alagón, y con artistas mexicanos que pertenecen a los fondos del museo”, agrega Amparo Ezquerra, que recuerda la implicación de la localidad y de su técnico de cultura Pilar Pérez Viñuales, que le ha asegurado que la obra de Mariano Viejo (Sabiñánigo, 1948-Zaragoza, 2019) se va a colgar de modo permanente.
Mariano Viejo Lobera nació en Sabiñánigo (Huesca) en 1948. Pintor de la vanguardia aragonesa de los años 70 y 80 del siglo XX, se afincó en Zaragoza, ciudad donde desarrolló el grueso de su carrera. En 1970 entró en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Zaragoza, asistiendo como alumno libre a las clases de Dibujo de Estatua. Y en 1971 se inscribió para presentarse por libre a los exámenes en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Jorge en Barcelona. Perteneció al Colectivo Plástico de Zaragoza (1975-1981), en cuyo seno desarrolló un importante papel en la actividad plástica de Zaragoza y sus barrios. Integrado por Sergio Abraín, José Luis Cano, Rubén Enciso, Carmen Estella, Enrique Larroy, Concha Orduna, Eduardo Salavera, José Luis Tomás y Mariano Viejo, el colectivo asumió un activo papel social y de denuncia de las injusticias sociales mediante murales, pancartas, carteles, etc.
Una peculiaridad de Mariano Viejo fue su apuesta por la pintura rápida al aire libre. Ya en el año 1972 ganó el Primer Premio de Pintura Rápida de Zaragoza y al año siguiente tuvo su primera exposición individual en la Sala Bayeu de la capital. A partir de este momento han sido muchos los premios y menciones especiales obtenidas en distintas ciudades de Aragón y el resto de España como Madrid, Calahorra, Teruel, Fuendetodos, Daroca, Fraga, Soria, Guadalajara, Lérida, Tudela... Realizó muestras individuales y colectivas. Y en 1988 participó en el Certamen de Pintura Villa de Alagón.
“En la donación están todas sus épocas. Eso me gusta mucho. Conviví con Mariano Viejo durante 37 años: desde 1982 hasta su muerte. Pero antes ya pintaba, claro, y ha pasado por muchas fases: pintura figurativa, la época en la que hacía fachadas; pintura social, con un mensaje político claro; pintura arqueológica y prehistórica; luego hizo espirales, series de música y danza. Creo que con estas piezas, de formato pequeño o intermedio, se tiene una idea completa de un pintor que trabajó mucho, que fue bohemio y a la vez muy trabajador”, observa Amparo Ezquerra.
En la nota que acompaña la cesión se describen así sus etapas: “Nos preguntamos si es la misma persona quien realiza un hermoso paisaje del natural y después pasa a un tema social, o a otro período donde es el color, y sólo él, quien adquiere la majestuosidad del cuadro. Y nos encanta la sutileza de la plasmación de su amor por la música y esas crisálidas que son capaces de realizar la metamorfosis sin apenas palabras. Nada digamos ya de las caracolas que dan vueltas sobre sí mismas y que son un símbolo de su propia personalidad. Y ese mundo prehistórico que encarna sus especies de menhires y dólmenes en una pintura terrosa que vuelve a los orígenes del mundo. Tampoco nos olvidamos de la colección oriental donde los puntos y las rayas son los protagonistas de un lienzo plasmado en una base terrosa”. Por supuesto que eran la misma mano y la misma sensibilidad.
No es esta la primera donación de los fondos de Mariano Viejo. “El destino de los cuadros de un artista siempre en conflictivo. ¿Qué se hace con tanto esfuerzo y tanta pasión?”, dice Amparo. Por ello, su deseo, más que ningún afán crematístico, es la visibilidad y el respeto hacia el artista: que figure en colecciones de museos, que sea expuesto, que pueda figurar en individuales (“pronto será objeto de una exposición en el Centro Mariano Mesonada-Museo Orús de Utebo, por en el pueblo dio clases”, dice Amparo) o ser integrado en colectivas de alcance. Amparo revela que también ha cedido una docena de obras al IAACC ‘Pablo Serrano’ de Zaragoza, cuatro al Museo Salvador Victoria de Rubielos de Mora (Teruel), y existen algunos contactos para que algunos cuadros pasen a la colección del Ayuntamiento de Zaragoza.
