El teatro aragonés entrega sus galardones en una gala emotiva, vigorosa y retrofuturista

La actriz Ana Labordeta, una de las premiadas de la noche, leyó el manifiesto de Samiha Ayoub sobre su profesión

Catalina Pueyo y Jaime Ocaña, durante la gala de este martes.
Catalina Pueyo y Jaime Ocaña, durante la gala de este martes.
Guillermo Mestre

Las entregas de premios tienen algo de liturgia; no faltan discursos, ni chistes, y perderían su esencia sin momentos emotivos. El contexto no condiciona la estructura básica de estas ceremonias de pechos henchidos, lacrimales sensibles y batir de palmas. Eso sí, cuando es el teatro el centro de la acción, la liturgia se salpimenta con la chispa del desenfado y el compás de compasillo que marquen las gentes con la sartén por el mango. Así ocurrió anoche en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza con la gala de la Asociación de Empresas de Artes Escénicas de Aragón (ARES), que celebró su decimocuarta Gala del Teatro, que engloba igualmente a otras disciplinas sobre las tablas.

Catalina Pueyo y Jaime Ocaña condujeron la velada, coescrita por ellos mismos junto a Alfonso Plou, con la dirección de Carlos Martín. Ojo al bizarro argumento:el dúo (cómico y macarra por arrobas) cae con su nave en Zaragoza e inicia un viaje en el tiempo, tratando de entender cómo puede sobrevivir el teatro en Aragón. Dos transhumanos (literal) dedicados a repartir premios escénicos para resolver el enigma.

La guasa hizo su magia y ambos, entre frenazos y acelerones, chanzas y final de autopromoción (volverán el 29 de abril al mismo escenario con su montaje ‘Un stripper se jubila’) condujeron la accidentada nave a un puerto lleno de aplausos y sonrisas.

Cavernícolas y un discursazo

La primera actuación de la noche fue cosa de bVocal; dos de ellos hicieron el cavernícola, caracterización incluida, para juguetear luego con ‘Así habló Zaratustra’, en guiño coral a Kubrick y ‘2001’.

El primer premio de la noche fue para la bailarina oscense Violeta Borruel, talento en alza que regaló frases hermosas al recoger su estatuilla. “Gracias por permitir que nuestro espíritu se agrande”, “danzar nos hace más felices”, “el arte es un gran antídoto, cultivemos nuestros huertos interiores” o, simplemente, “ ¿Por qué no bailamos más?”.

El mago Cardenal Cisneros y sus trucos de cuerda, ayudado por un bálsamo de Fierabrás, sirvió de puente a un vídeo épico dedicado a las compañías aragonesas y al discurso de María López Insausti, presidenta de ARES, quien abogó por “la creación de una ley para la cultura, consensuada por todos lo agentes culturales y aprobada por todos los partidos, como acaba de suceder en Canarias o Extremadura, y una inversión de al menos el 2% del presupuesto global en cultura”. López Insausti también recordó que las compañías de ARES pusieron en marcha 29 espectáculos el año pasado, con 2.445 funciones, paso por 97 festivales nacionales y 16 internacionales.

El premio de gestión cultural al técnico José Luis Melendo permitió al galardonado soltar cargas de profundidad en medio de la gratitud por el honor recibido. Melendo, jubilado recientemente tras 44 años de profesión, lamentó la situación del Teatro Fleta, la desaparición de programas que fomentaron el desarrollo de las compañías aragonesas, la escasa o nula promoción exterior del talento local y el ratio en inversión cultural de Aragón desde las instituciones, que situó entre los más bajos de España.

La gala avanzó a lomos de los sonetos del bululú Luis Felipe Alegre y los Títeres de la Tía Elena con una pieza que ha tenido mucha presencia en la ciudad estas últimas semanas: ‘La pizarra de Einstein’. La actriz Ana Labordeta, distinguida en el renglón de ‘Aragoneses en el mundo’, leyó un extracto del manifiesto escrito por su colega egipcia Samiha Ayoub con motivo del Día Mundial delTeatro, que fue el pasado lunes. La actriz de ‘Madres’, emocionada, recordó las casi cuatro décadas que lleva en Madrid y a sus mentores Antonio Malonda y Yolanda Monreal, antes de resaltar pasajes del mentado discurso, como “nunca entres al teatro con barro en los pies, deja el polvo y la suciedad afuera, en la puerta”.

La noche enfiló la recta final con la aparición en escena de A Choven Compañía y una muestra del que ha sido su primer montaje, ‘La casa de Dios’, escrito por Lucía Grafal. Un proyecto coordinado por Carlos Martín que se ha nutrido de talento del Laboratorio CIES de Alfonso Plou, y que ya prepara una nueva obra con alumnos de la Escuela Municipal de Teatro.

Violeta Borruel: "Gracias por permitir que nuestro espíritu se agrande. Danzar nos hace más felices, ¿por qué no bailamos más?".

La glosa del espacio escénico Corral de García (localizado en Santa Eulalia de Gállego) a cargo de su impulsor, Jesús Arbués, dio paso al número de cierre, muy musical, con Teatro Che y Moche animando el baile desde su nación imaginaria y balcánica, Galaspy.

Ovaciones para Villarrocha y ‘Serrucho’

Dos de los premiados, con la movilidad condicionada por sus padecimientos de salud, arrancaron las ovaciones más sonadas de la noche. El productor de Arbolé, Esteban Villarrocha, recibió el premio honorífico de ARES. Ayudado por un bastón, recordó su promesa de llegar andando este año. “He cumplido, y quiero recordar la esencia de mi trabajo, que siempre definía como docente como una especie de graduación en finanzas poéticas, o hacer poesía con los recursos de los que dispusiera. También quiero apostar por la cultura de la satisfacción, estoy cansado de la queja”. 

El payaso José Luis Sierra ‘Serrucho’, recibió una cascada de aplausos y cariño junto a su premio al trabajo, y bromeó diciendo que “me ha costado trabajo recibir el premio”.

Los premios

La lista de los galardones de la gala fue la siguiente:

Artista revelación. Violeta Borruel.

Gestión cultural. José Luis Melendo.

Honorífico. Esteban Villarrocha.

Trabajo. José Luis Sierra.

Aragoneses por el mundo. Ana Labordeta.

Iniciativa artística. Corral de García.

Artes escénicas y pedagogía. A Choven Compañía.

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