entrevista

Ana Labordeta, actriz: "Los intérpretes nos hacemos mejores a medida que vivimos"

La actriz aragonesa está hasta el próximo domingo en el Teatro Principal de Zaragoza junto a Lola Herrera y Lola Baldrich en la obra 'Adictos'

Ana Labordeta, el pasado miércoles, sobre las tablas del Teatro Principal de Zaragoza.
Ana Labordeta, el pasado miércoles, sobre las tablas del Teatro Principal de Zaragoza.
José Miguel Marco

Cuatro tardes en casa. Hablaba usted de pellizco en el estómago el día anterior al estreno…
Mira que llevo años haciendo teatro y viniendo a casa, y siempre es lo mismo; ahí está, incluso me cuesta comer. Es normal, hay una implicación emocional con mis paisanos, mis amigos, mi familia. Quiero que salga perfecto, que la gente disfrute, me exijo mucho; luego oyes el murmullo del público, el silencio, el ruido del telón cuando se alza, pisas el escenario, miras a tus compañeras y te sosiegas. ‘Adictos’ es una gran obra, con un equipazo técnico y artístico, y las Lolas, dos compañeras de lujo.


La televisión ha sido su plataforma de despegue, sobre todo en la última década.
He trabajado sobre todo en teatro, con la suerte de contar con excelentes textos, dirección y compañeros. En la tele hacía mucho personaje episódico; llegas un día y te vas dos o tres después, para hacer un personaje sin desarrollar. Pero apareció ‘Amar en tiempos revueltos’, y fue un regalo. Dos años y medio maravillosos, en los que me enamoré de la televisión. Es un proceso mágico, el personaje crece contigo, le das algo de ti… los intérpretes nos hacemos mejores a medida que vivimos y nos pasan cosas.

He trabajado sobre todo en teatro, con la suerte de contar con excelentes textos, dirección y compañeros. En la tele hacía mucho personaje episódico. Pero apareció ‘Amar en tiempos revueltos’, y fue un regalo"

En ‘Madres’ la cosa ha ido aún más lejos.Llegó en un momento muy duro de mi vida, cuando muere mi pareja. Los directores de casting me ofrecieron el papel en las puertas del tanatorio, en el día más triste que recuerdo, y el papel me salvó de una depresión profunda. Cuando vi que el personaje era una enfermera, fue como cerrar un círculo, después de tres años en hospitales tratando con ellas y viendo cómo cuidaban a todos. Un Stanislavski a lo bestia, vamos. Tenía la oportunidad de hacerles un homenaje. En el primer capítulo el personaje era muy pequeño, y yo quería darle una personalidad especial; el homenaje fue directo a una enfermera que iba siempre vestida de rosa. A Chus Rueda, la jefa de vestuario y hermana de Belén, le gustó la idea de que Vicky fuera rosa y muy tierna. Hasta zuecos rosas y reloj rosa me puso.

¿Quién hace los juicios más severos en su familia?La más puntillosa siempre ha sido y sigue siendo mi madre. Tanto a mis hermanas como a mi padre como a mí, siempre nos ha bajado a la tierra. No es complaciente; a veces se lo decimos las hijas, pero su meta siempre fue que no nos convirtiésemos en imbéciles. Cuando te dedicas a estas profesiones, te va bien y eres joven, se te puede ir la cabeza. Mi padre tampoco era de piropos, pero quizá sí más permisivo.

Ángela, Paula y usted están en el mundo de la creación. ¿Cómo gestionan la vida pública?
Nos queremos mucho, y nos alegramos tanto de los logros de las otras, que abordamos las cosas con tranquilidad. Paula está viviendo ahora un momento muy bonito con el documental sobre nuestro padre que codirige con Gaizka Urresti, se lo ha currado. Ángela acaba de sacar un gran libro, y a mí me tienes ahora en el Principal. Me encantan las dos, como personas y como creadoras.

Son ‘hijas de Labordeta’. Otro sello con el que hay que lidiar.Pasas por etapas. De pequeña no era muy consciente del asunto, aunque andar con mi padre por el centro de Zaragoza era pararse mil veces a hablar con gente. En la adolescencia, cuando me fui a Madrid para estudiar en la Escuela de Arte Dramático, simplemente quería saber quién era yo, y lo que podía conseguir sin el peso de mi apellido. Lo conseguí; incluso cuando llegué a ‘Amar en tiempos revueltos’ mucha gente no sabía que era hija de mi padre, quitando a Itziar Miranda y alguno más.

La carga era excesiva, cerraba más puertas de las que abría.En esos años de ruptura renegué incluso de la música de mi padre; quería poner distancia. Luego el tiempo da la vuelta a las cosas, me fui dando cuenta de quién era él, y de que estaba muy feliz de tener un padre tan cojonudo.

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