Miguel Cortés: "Los ordenadores no juegan bien al guiñote; les falta valentía"

Nacido en la localidad zaragozana de Murero en 1947, acaba de publicar un libro sobre este juego de cartas

Miguel Cortés Mingote acaba de publicar un libro sobre el guiñote.
Miguel Cortés Mingote acaba de publicar un libro sobre el guiñote.
Guillermo Mestre

Así que usted es campeón del mundo de guiñote. 
No, no. Una cosa es escribir un libro sobre el guiñote y otra muy distinta aplicar lo que se cuenta en sus páginas.  

Lo decía porque en el guiñote pasa como en el mus: todos los que lo juegan creen ser los mejores.  
Bueno, pues diga que soy campeón del Alto Aragón, eso sí (risas). Ahora en serio, conozco a gente que juega mejor que yo. 

¿Cuál es su origen?
Creo que todavía falta un estudio etnológico en profundidad sobre este juego. No tenemos claro ni siquiera de dónde viene la palabra. Pienso que puede tener alguna relación con la brisca, donde un guiño es la señal de que se lleva el as. Y en algún momento se le pudo añadir un sufijo despectivo. Pero es solo una hipótesis. 

Ahora que la menciona: la brisca es femenina. Y al guiñote solo juegan los hombres. ¿Machismo?
Es cuestión de modas. Porque antes lo jugaban mucho las mujeres, y les gustaba. 

Y también se le relaciona mucho con el ámbito rural.
Bueno, pero ¡si todos los de los pueblos nos hemos venido a la ciudad!... El guiñote es universal, te mantiene activo a nivel mental. Yo digo que incluso cura los cálculos renales. Exagero, claro.

En su libro sorprende al enseñar cómo pueden jugarlo cinco, seis, siete, nueve personas...
Ese es uno de los defectos del guiñote, que las partidas son siempre de cuatro jugadores y no las compartimos. Pero hay sistemas para hacerlo.

Eso va a suponer el fin de los mirones. Y ya sabe lo que se dice, que durante la partida tienen que ser de mármol y limitarse a dar tabaco.
También se les puede integrar. Creo que el guiñote no se ha sabido ‘vender’. Es tan sencillo y elemental que no le hemos dado el valor que verdaderamente tiene. Si uno acude al diccionario de la Real Academia se encuentra con que lo define como una variante del tute. Para mí está a la altura del mus y del ‘bridge’. Y muy por encima del tute.

Si me estudio su libro, ¿también yo seré campeón?
Eso no se lo puedo asegurar. Lo que sí le garantizo es que le gustará mucho más el guiñote. Pero por mucho que lo estudie, verá que también pierde partidas.

¿Qué cualidades debe tener el gran jugador?
Buena memoria, sentido común, un cierto manejo de la estrategia y algo de psicología.

Se olvida de la suerte. 
No es fundamental. No es un juego tan mecánico como muchos creen. Está muy lejos del ajedrez pero tiene su intríngulis. El guiñote es un juego en que se mezlan el azar y la habilidad. Y la habilidad puede torcerle el brazo a la fortuna. Depende de la marcha de la partida, te obliga a ser valiente o prudente. Se puede perder una partida aun cantando las 40 y unas 20, y llevando también el as y el tres del palo que pinte.

No me lo creo.
Pues sí. Un amigo mío, Rafael Herrero, ha reconstruido una partida teórica, pero que podría darse, en la que una pareja con esas cartas, y sin cometer fallos, se queda en 28 puntos. Seguramente la incluiré en las reediciones del libro. 

Se puede jugar ya con un ordenador...
Pero los ordenadores juegan muy mal. No son valientes cuando deben serlo.

Se dice:guiñotero y rondador, seguro trasnochador.
Hay muchas expresiones y refranes que este juego de cartas ha dado al habla popular. Y eso es una muestra más de su calado. 

Quizá por eso se pide que sea declarado Bien de Interés Cultural en Aragón. Hay quien ha hablado incluso de que merece ser Patrimonio Imaterial de la Humanidad.
Tiene que ser al menos Bien de Interés Cultural. Se trata de un juego muy popular, está muy arraigado, divierte y viene bien para crear y asentar las relaciones sociales. Que sea elemental en sus reglas no quiere decir que no sea importante. Es tan solo un juego, sí, ¡pero qué juego!

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