LETRAS ARAGONESAS. OCIO Y CULTURA

Manuel Vilas: "La locura de amor es despiadadamente antisocial siempre"

El ganador del Premio Nadal con 'Nosotros' participó en 'Martes de libros' de Fundación Ibercaja en conversación con Sergio del Molino 

Manuel Vilas, retratado en una de las habitaciones del Gran Hotel de Zaragoza.
Manuel Vilas, retratado en una de las habitaciones del Gran Hotel de Zaragoza.
José Miguel Marco.

¿Se ha vuelto Manuel Vilas loco de amor?

Ja ja ja. Yo creo que sí, a lo largo de mi vida he estado enamorado, claro. Sí, sí. ¿Locura de amor? Yo, que soy hombre discreto, he estado enamorado: quizá he escrito esta novela para cruzar esa frontera, He sido un enamorado discreto, pero enamorado. La locura de amor, tal como se entiende, el ‘amor fou’ y todo eso, a lo mejor he escrito ‘Nosotros’ porque no me he atrevido a vivirla. Y sino no me he atrevido a vivirla ha sido por discreción y humildad.

¿No querrá decir por miedo?

O miedo. Sí. Porque al fin y al cabo mi protagonista, Irene, es una salvaje. Lo que hace ella yo no sabría hacerlo porque temería por mi supervivencia. Ahí está una de las cosas interesantes de la locura de amor, que se pone en riesgo tu supervivencia. Puedes morirte, y eso da miedo.

"En el amor tiene que haber placer, de la naturaleza que sea. El amor sin placer es aburrimiento. Debe haber placer erótico"

¿Por qué puede morirse?

Porque si vive tan intensamente a lo mejor se le va la olla. Es una exclusividad tal el sentimiento que exige estar solo viviendo para eso, para la locura de amor. Y en ese trance, se pueden olvidar tus tareas, tu vida de ciudadano o ciudadana, olvidas la familia, a padres y madres, amigos, la casa en la que vives. Puedes descuidar hasta hacerte la comida. La locura de amor es de tal intensidad que es un arrebato, es como un rapto total, un rapto místico. Entonces un ser enamorado con locura de amor no hace nada. No puede trabajar, no puede hacerse la cama; a veces lo único que puede hacer es acicalarse para el otro o la otra.

Suena a frivolidad. ¿Bromea?

No. No. La locura de amor es despiadadamente antisocial siempre. Y eso es lo que nos fascina. El loco de amor sí que es el más rebelde que hay. Ese no quiere hacer revoluciones ni nada, solo está a lo suyo.

Visto así…

Ha dado usted una clave que a mí me fascina mucho de las novelas que es el loco de amor. Ese personaje, ese hombre o mujer, no vamos a ser nosotros, porque nosotros no tenemos miedo, pero nos gusta que esté en las novelas, desde ‘Madame Bovary’, la loca Bovary, o el loco don Quijote.

¿Qué ha descubierto del amor que no sabía?

El amor estaba asociado al enamoramiento, al erotismo, a la lealtad, a la amistad en el tiempo, o una conversación serena, ser dos frente a la hostilidad de la vida, esos valores del amor sí los sabía, pero había uno que no sabía: era el placer. En el amor tiene que haber placer, de la naturaleza que sea. El amor sin placer es aburrimiento. Debe haber placer erótico. Ella cree haber vivido 20 años…

… haciendo el amor con su marido todos los días.

Esa es una utopía. Una pareja que vive 20 años y hace el amor todos los días. Mire que hemos hablado de utopías que han sido una aberración. Las utopías del comunismo son una aberración, en cambio de esta hemos hablado poco, ja ja ja. Hemos hablado demasiado poco de parejas de larga duración donde se haga el amor todos los días: esa es una utopía más apetecible que la que se inventó Lenin.

Manuel Vilas triunfó con 'Ordesa', fue finalista del Premio Planeta con 'Alegría' y ha ganado el Nadal con 'Nosotros'.
Manuel Vilas triunfó con 'Ordesa', fue finalista del Premio Planeta con 'Alegría' y ha ganado el Nadal con 'Nosotros'.
José Miguel Marco.

Así dicho por usted, suena como raro. ¿Le ha afectado tanto su nueva vida, su divorcio?

Eso ya lo traté en otras novelas. Mi biografía yo no creo que esté en ‘Nosotros’… Nuestra biografía siempre está pero no de una manera explícita. Cosas que he vivido sí; episodios biográficos reales míos en esta novela no hay. Sí que me he dado cuenta de que el erotismo es importante. Cuando el erotismo se oxida en las relaciones de pareja hay un problema. Y muchas veces, socialmente, no estamos preparados para enfrentarlo.

¿Cómo percibe usted la convivencia de estos dos términos: amor y sexo?

Es muy complicada. Yo he escrito estas novelas, y esta en concreto, para comprender lo que no entiendo, y para ver esa ecuación de amor y sexo, que es complicadísima. en la que los seres humanos gastan muchísima, casi el 80 de su energía, y el otro 20% en el trabajo. Y la conclusión a la que he llegado es que cada pareja encuentra una solución. El problema es global pero las soluciones son individuales y particulares. Cada ser humano sabe hasta qué punto eso va a ser importante en su vida y sigue con su pareja de siempre, o hasta qué punto eso va a ser insoportable y decide divorciarse. Y lo que vale para una pareja no vale para otra.

¿Cómo se documenta uno para una novela sentimental?

Viendo. Oyendo a las parejas. Estando atento a todo: a lo que oyes, a lo que sueñas, a lo que te cuentan; cuando hablan de parejas, yo escucho porque me estoy documentando para la mía. “Tal pareja lleva junta 30 años y es muy feliz”, oigo, y me lo quedo. Escuchas.

¿Se ha encontrado alguna vez con una partida como esta?

No. Me la he inventado.

¿Qué buscaba entonces, el amor perfecto?

Sí, sí… Cuando Irene y Marcelo están hablando de sus vidas hablan del prodigio, hablan de que la naturaleza de vez en cuando a los seres humanos les manda un prodigio. Y ellos son el 0, 01% de la posibilidad de darse un amor así con sexo diario durante 20 años, y con pasión, diálogo y alegría. Esto a mí me gustaba plantearlo como enigma, como desafío literario, y también para preguntarle al lector, “¿podría existir esto?”.

En todo lo que cuenta, los viajes de la chica, la selección de amantes, los coches, los relojes de lujo, ¿hay ironía, sátira, parodia o desmesura?

Sí, sí, hay algo de ironía sobre todo en el tema de interpretación de la sociedad, el diálogo entre Julio (su primer amante) y ella sobre el mar y el Mediterráneo, la manera que Irene tiene de escoger a sus amantes, el número de habitación, hacer el amor con ellos y salir disparada, todo eso tiene algo de ironía y de desmesura. También tiene la idea de que es una mujer empoderada, una mujer que sabe que si elige un hombre él va a decir que sí, y eso le da una sensación de poder. Un hombre o una mujer. Pero sí que hay ironía, sí, también en sus observaciones de los relojes. La relación del capitalismo con el amor está presente y hay mucha ironía ahí.

¿Por qué?

Porque esta es una historia de amor bajo el capitalismo, las habitaciones, los coches, las habitaciones son con vistas al mar, los Rolex, es el lujo total…

Por eso le quería preguntar también: ¿por qué no ha hecho un amor más normal, con gente de abajo? Los personajes, si nos permite la expresión, son unos pijos ricos. No cree que al lector eso le distancia mucho.

Ja ja ja. Los ricos también lloran. Yo necesitaba una mujer que no tuviera problemas económicos para poderse dedicar a la pasión. Si tuviera problemas económicos y estuviera atada a lo que está atado todo el mundo, me hubiera salido una cosa muy diferente. A veces está atada a la frivolidad, y claro y aparece un tipo de mujer. He pensado mucho en eso pero necesitaba hace una crítica al capitalismo de fondo. Y es imposible huir del capitalismo.

¿Por qué utiliza la ‘road movie’?

Se impuso desde el primer momento. He estado en todos los hoteles de los que hablo, en los que se aloja Irene, salvo el de Niza.

"No soy rico. Solo soy de clase media. Vengo de abajo y sigo cuidándolo todo. Ahorro, gasto lo menos posible, no tengo lujos, me alejo de lo superfluo. Soy muy austero; es como si tuviera un trauma infantil. En eso me parezco a mi padre"

¿El amor también tiene violencia?

Aquí la hay. Aquí se hacen sangre, se hacen pequeños cortes. Hay una perversión a lo mejor para evitar el tedio. Irene y Marcelo están tan locos de amor que pensé que por qué no iba a haber pequeños cortes. Yo no lo he hecho nunca.

Ja, ja. ¿Es la parte sádica o la parte transgresora?

Hay película que llevaba en la cabeza, ‘Portero de noche’ de Liliana Cavani, que se eleva a través de la sangre. Y yo me dije, “en este delirio de sangre y amor, vamos a cruzar fronteras”. Me han marcado algunas películas más como ‘Rompiendo las olas’, ‘Amor a quemarropa’, y por supuesto a todas las heroínas de amor del siglo XIX de la literatura: Madame Bovary, Ana Orozco, Ana Karenina, Fortunata y Jacinta, son mujeres referentes del siglo XIX. Y especialmente, ‘Madame Bovary’ de Gustave Flaubert. Soy un gran lector de esa novela.

Manuel Vilas no solo es novelista, sino que también es poeta, quizá sea esencialmente poeta, y en 2022 publicó su antología 'Una sola vida' (Lumen). El escritor posa en el Gran Hotel.
Manuel Vilas no solo es novelista, sino que también es poeta, quizá sea esencialmente poeta, y en 2022 publicó su antología 'Una sola vida' (Lumen). El escritor posa en el Gran Hotel.
José Miguel Marco.

En el libro hay otra cosa clave: el guiño quijotesco.

No sé qué me pasa con esa novela. Acabo reproduciendo… Cervantes dio con un arquetipo brutal de la condición humana: a través de la fantasía alcanzamos una manera de plenitud. Sin la fantasía nos sentimos poca cosa. Y esta se inventa. Y yo creo que, en mayor o menor medida, cada ser humano se inventa. En unos está en la locura y otros en pequeñas cosas. Esta se inventa hasta donde verá el lector, porque algún suspense hay en la novela, pero este mundo de la autoinvención para alcanzar de alguna manera la plenitud está en mis libros.

Ahora que es rico y famoso, ¿en qué le ha cambiado la vida?

No soy rico. Solo soy de clase media. Vengo de abajo y sigo cuidándolo todo. Ahorro, gasto lo menos posible, no tengo lujos, me alejo de lo superfluo. Soy muy austero; es como si tuviera un trauma infantil. En eso me parezco a mi padre; y la paradoja la veo con mis hijos, que son más libres, no son tan mirados. Y en el fondo, llevo una vida itinerante. Voy constantemente de aquí para allá, de hotel en hotel, como mi personaje Irene.

Bueno, no hemos pronunciado la palabra mágica: la belleza.

Tengo 60 años y creo que ya tengo derecho a encontrar belleza en el mundo. Creo que lo dije una vez y lo repito aquí: la belleza es un derecho político y en ‘Nosotros’ está muy presente todo el tiempo.

Aunque nada sea como parece. Da usted un giro de guión.

Es cierto. Y llevo a mis personajes al diván. No sé lo que dirían los psiquiatras de ellos ni cómo los catalogarían.

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