Manuel Vilas (Barbastro, Huesca, 1962) lleva unos cuantos años dándole vueltas y vueltas al amor como sinónimo de búsqueda, de plenitud, de estado de iluminación y también como la auténtica región del paraíso, ya sea en lo cotidiano y en las aspiraciones a lo sublime y a la hermosura total.

En 2000, cuando agrupó su lírica, la tituló ‘Amor. Poesía reunida’ (Visor, 2010), posteriormente tituló un libro de encendido erotismo, tan provocador como carnal, ‘El luminoso regalo’. De ‘Ordesa’ y ‘Alegría’, los libros que le han traído el éxito y la conexión con miles de lectores, pasó a ‘Los besos’, otra novela de afectos, y ahora va un poco más allá en ‘Nosotros’. Se trata de la narración de una pasión inspirada en el soneto ‘Amor constante más allá de la muerte’ de Francisco de Quevedo y en un famoso bolero, que ha organizado como la ‘road movie’ de una viuda, Irene, que decide recorrer, caprichosamente, distintas ciudades casi siempre con puerto de mar en las que evocará a su amado Marcelo, muerto de cáncer, tras una existencia incomparable, única, de entrega irremisible, vedada a los otros. Durante los veinte años de su convivencia hicieron el amor todos los días.

Manolo Vilas, en su radical idealización de los sentimientos, explora los límites. La perfección también exige cierta desmesura.

Ensoñación y fantasía de mujer

Irene, de entrada, posee una gran capacidad de ensoñación. Y de determinación. Se atreve a vivir en un reino de fantasía y a la vez en un espacio carnal.

Su recorrido comienza en Málaga y desde ahí, en un BMW de alquiler (a Vilas, como se sabe por sus poemas y sus declaraciones, le encantan los coches), se va al Saler, a Cambrils, Sète, Niza, Cerdeña, etc. Y lo hace con un fin: por un lado para huir y residir en el pasado, para reafirmarse en su capacidad de vivir su inmenso cariño único a su capricho, y a la vez para reencontrarse con él en los personajes con los que se topa o a los que seduce: ya sea Julio, que le explica algunas claves del Mediterráneo, un cocinero, un rico venido a nada, ya sean algunas mujeres bellísimas. Con ellos, Irene es capaz de vivir un instante de trance o de exaltación del orgasmo y en un momento específico tiene la sensación de que acaricia la piel y percibe los ojos y la emoción del propio Marce.

Manuel Vilas sabe lo que quiere. Se sitúa en la utopía de un amor incontaminado por el mundo exterior. Amantes tan extremados y obsesivos no necesitan a los otros. Irene y Marce han vivido el uno para el otro más allá de lo verosímil, en el terreno mismo de la perfección absoluta, rayana con la locura, el egoísmo o los límites del placer y del cariño. Y poco a poco, en los viajes, Irene abre rendijas a la evocación para contarnos cosas de su marido, de ella (que escribe poemas y dibuja). 

Recuerda los orígenes italianos de Marce, cuenta la historia de su padre, Tory, amigo de Fellini, y la de su madre Valeria, que un día se fugó… Y narra la vida feliz de Marce, fabricante y experto en muebles, un tema importante en el libro, como lo son los relojes, los zapatos o los colchones. Temas todos ellos que al autor de Barbastro le interesan como la proclamación de una estética y de una idea de la elegancia, la sutileza y la noble artesanía que persigue en el mundo.

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Manuel Vilas sabe bien que sus dos personajes se alimentan de fantasía, de excentricidad e incluso de una sensación de pureza. Si la vida en común de los dos, cerrada sobre sí mismos como un círculo impecable de lujuria, de lujo y autosuficiencia más bien excluyente, ya tenía una vertiente alucinada, la aventura de Irene aún irá bastante más lejos. Quizá por algo, la tía Alicia dijese: «Esa mujer está loca».

Hacia la belleza y sus arrebatos

‘Nosotros’ es un libro de Manuel Vilas en estado puro. Importa más la emoción que la convención narrativa. Con sus intuiciones y sus arrebatos, con la capacidad para crear climas y situaciones emocionantes, con su sentido y su sensibilidad para narrar la complicidad, la ternura, el sexo, e incluso la crueldad, el libro a veces parece acusar un eco surrealista o dadaísta: anda por ahí una navaja con la que los amantes se hieren o se hacen sangre. De hecho, en uno de sus viajes, Irene necesitaba "volver a ver la sangre de los dos en el colchón".

Vilas emplea digresiones, estructuras poemáticas, variaciones y énfasis sobre la materia central de su relato –la sublimación total de aquel al que no quieres renunciar y al que resucita en todas las horas–, y se divierte con su prosa cincelada, con su torrente de aforismos y de graciosas provocaciones: "Los muebles de Ikea son la derrota del amor". Y con su continuo gusto por las paradojas: "Los enamorados edifican árboles hacia el sol. Los enamorados edifican una gigantesca falsedad. Terrible, el destino humano", dice con alguna ironía. 

El torbellino de la sensualidad no cesa: "Irene miraba el cuerpo desnudo de María Florencia, sus armónicas proporciones, su juventud... Le emocionó la belleza absoluta de esta mujer tan joven...", escribe el narrador.

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En esta novela de amor absoluto o perfecto, avasallador hasta lo irreal, Vilas no se olvida de sus maestros: Kafka y Cervantes, especialmente el Quijote. A ambos parece tenerlos muy presentes cuando añade una nueva senda, más bien inesperada, al curso de la acción. Y, en cierto modo, agrega un conflicto a su continua defensa de la belleza y un desafío o giro de guión a una novela que ensalza el indestructible amor.

NARRATIVA ARAGONESA

'Nosotros'. Manuel Vilas. Premio Nadal de 2023. Editorial Destino. Colección Áncora y Delfín. Barcelona, 2023. 365 páginas.