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Dolores Redondo: "Me gusta enfrentar a mis personajes a momentos cumbre de la vida"

La autora de la Trilogía del Baztán, Premio Planeta de 2016, inauguró ayer los 'Martes de libros' con su novela 'Esperando el diluvio' (Destino)

DOLORES REDONDO ( ESCRITORA ) / 17/01/2023 / FOTO : OLIVER DUCH[[[FOTOGRAFOS]]]
DOLORES REDONDO ( ESCRITORA ) / 17/01/2023 / FOTO : OLIVER DUCH[[[FOTOGRAFOS]]]
Oliver Duch.

Dolores Redondo (San Sebastián) aprende todo el tiempo. De la policía, de los cardiólogos, de los psiquiatras o de los botánicos. Desde que era niña ama las flores, en particular las voluptuosas y caprichosas orquídeas que cultiva. Lo hace en su casa de Navarra y en la de Málaga. Tiene un pequeño invernadero y le gusta, como pasaba con su abuela, amasar la tierra, hacer esquejes y podar. Es observadora y le saca partido a todo. Y eso explica probablemente sus novelas. Es autora de la Trilogía del Baztán -‘El guardián invisible’, ‘Legado en los huesos’ y ‘Ofrenda a la tormenta’-, que han pasado al cine, y de ‘Todo esto te daré’, con la que ganó el Premio Planeta de 2016.

“En cada libro intento escribir mejor. Siempre hay una intención literaria porque mi gran amor es la literatura, no es la novela negra ni la romántica ni de aventuras. Amo las palabras y es un orgullo para mí poder dedicarme a esto y lo hago con todo el respeto y con toda la profesionalidad que me es posible. Intento aprender, me documento al máximo y sigo leyendo: estoy siempre atenta para que mi trabajo cada vez sea mejor. El interés siempre es que la historia esté mejor contada desde un punto de vista que intente ser original, ya sabemos que no hay nada nuevo bajo el sol, pero el ángulo y la mirada han de cambiar”, dice la narradora.

La escritora donostiarra inauguró ayer la nueva temporada de ‘Martes de libros’ de la Fundación Ibercaja con su novela ‘Esperando al diluvio’, en diálogo con el locutor y escritor Javier Vázquez. Cuenta que en 1983 hizo su primer viaje a Galicia y estuvo con sus tíos; su tía era una enamorada de la música. “Fui a las fiestas, a las verbenas con orquestas y lo pasé muy bien. Hasta entonces había oído la música que me sugerían, pero allí se produjo un click. Fue increíble y maravilloso. Hallé mi música y compré en Pontevedra un disco de Tino Casal y otro de David Bowie”. El dato no es baladí ni aleatorio: ‘Esperando el diluvio’ es una novela muy variada de asuntos y pasiones, de persecuciones y psicología, de obsesiones y vecindad de la muerte, con una curiosa y constante banda sonora.

“Al entrar en zona de Burgos ya se dijo que había habido un cataclismo: una gran tormenta, el diluvio del título. En la provincia de Vizcaya las huellas eran tremendas, el tren se fue parando hasta que se detuvo del todo, y finalmente hubo de retroceder. Se dijo que había muertos y desaparecidos. Murieron, además, muchos animales, desparecieron puestos de trabajo en acerías, navales, astilleros; la gran tormenta hundió barcos y tiró muelles. Creo que entonces me di cuenta de que esa gran catástrofe la utilizaría cuando fuese escritora”, confiesa.

"En cada libro intento escribir mejor. Siempre hay una intención literaria porque mi gran amor es la literatura, no es la novela negra ni la romántica ni de aventuras. Amo las palabras y es un orgullo para mí poder dedicarme a esto"

Bastante años después, tras sus primeros éxitos con las narraciones del Baztán y de Elizondo, leyó una novela de Ian Rankin, ‘Azul y negro’, donde se hablaba de un asesino en serie, vinculado con Escocia y el Reino Unido, John Biblia, que le impresionó. “Se quedó en mi cabeza. Era todo un personaje. Se decía, entre otras cosas, que había matado a tres mujeres jóvenes y morenas, que estaban con la regla. Los datos añadían que era un hombre educado, elegante, con buena conversación”, recuerda Dolores. A una de ellas la habría llevado en un taxi. Y la escritora, entonces, siguió hilando fino: recordó que su padre y otros familiares suyos habían ido a trabajar a los mares de Escocia y Gales, y al Gran Sol. “Y lo uní todo. ¿Qué es un escritor sino aquel que pone su vida, su memoria y su imaginación al servicio de una historia? John Biblia nunca pudo ser atrapado a pesar de muchas investigaciones. Quizá se fuese a Bilbao igual que se iban mis familiares a sus mares”.

John Biblia no estaría solo en las inmediaciones de la ría de Bilbao. Un sabueso como el policía escocés Noah Scott le perseguía y había estado a punto de atraparle, pero un inoportuno infarto le impidió cogerlo. Y ahora, como podría haber hecho el refinado y cruel asesino, también se había trasladado a Bilbao. “Yo vivo en Euskadi, no conocía mucho la ciudad, me documenté, pero casi todos los años para agosto se recordaba esa tormenta. Suelo decir que soy una mujer de tormentas, pero no me refiero solo a las de agua, sino a las del corazón: en esta novela cuento la historia de un ser humano que debe escalar la cara norte y que se enfrenta a la muerte. Y se encuentra con muchas cosas: una amistad especial, el amor, se cita con su última oportunidad”.

"Suelo decir que soy una mujer de tormentas, pero no me refiero solo a las de agua, sino a las del corazón: en esta novela cuento la historia de un ser humano que debe escalar la cara norte y que se enfrenta a la muerte. Y se encuentra con muchas cosas: una amistad especial, el amor, se cita con su última oportunidad”

Dolores Redondo sabe que su diluvio no solo afectó a esos 600 libros que cayeron por metro cuadrado ni únicamente a la porción de maldad y perversión de un personaje que quizá siga vivo y que ha sido objeto reciente de un documental. “En todo el libro el valor metafórico es importante. Mi obsesión es enfrentar a mis personajes a momentos cumbre de la vida. Y retrato un Bilbao convulso, no solo por la tormenta o por la trama policíaca sino porque estaba a punto de estallar por la industria, la prostitución, el terrorismo y la violencia”.

Algunos lectores le han recordado a Dolores Redondo que John Biblia a lo mejor sigue vivo. Habría nacido hacia 1949 y tendría alrededor de 73 años. “No había pensado en ello hasta que me lo han recordado varios lectores. Me han preguntado si tenía miedo. He dicho que prefiero que no lea la novela. No vaya a desagradarle”. Bromas y veras aparte, Dolores Redondo se confiesa sociable, recuerda que ya se acerca a los 4.000.000 millones de libros vendidos y que los lectores son fundamentales para ella. “Son leña para el invierno. Su afecto es algo que tengo que agradecer cuando tengo frío. Me dan ánimo, me dan alas. Los necesito”, concluye.

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