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Saura, ¡qué grande eres!

El cine español tenía previsto rendir un merecidísimo homenaje al artista aragonés con la concesión este sábado del Goya de Honor. Paula Ortiz, Luisa Gavasa, Carmen Puyó y Agustín Sánchez Vidal glosaban su figura con vistas a esta este galardón,

El cineasta Carlos Saura.
El cineasta Carlos Saura.
Clemens Niehaus

El cineasta aragonés Carlos Saura ha fallecido a los 91 años de edad. El director, que ha firmado un legado tan profundo como influyente, especialmente en el ámbito cinematográfico, iba a recibir este sábado en Sevilla el Goya de Honor a toda su carrera. 

Más allá de los premios materiales como el Oso de Oro de 1981 por ‘Deprisa, deprisa’ siempre ha prevalecido su capacidad para cincelar e iluminar a las siguientes generaciones.

Cuatro destacadas figuras relacionadas con distintos ámbitos del séptimo arte en Aragón hilvanan un relato colectivo para tratar de definir y acotar la dimensión artística del oscense. Lo hicieron pensando en que el sábado recibiría el Goya de Honor, pero sus palabras son todo un homenaje a su figura.

Arranca Paula Ortiz, directora que proclama su devoción por Saura. "Ha sido tan grande, ha mirado tanto, tan ancho, tan hondo, ha escuchado tan fuertemente, que ha vivido mil vidas. Y por eso ha tenido mil carreras. Su avidez y fuerza le han dado mil filmografías en una, tan poliédrica, tan elástica, que tan pronto apuntaba directo con una escopeta como se asomaba a lo etéreo e inquietante, de forma inexplorada. En sus películas tan pronto baila el silbido de una falda al viento como se abre una herida ancestral. Sus ojos han apuntado a todo lo que se le puso por delante con tal curiosidad, pasión y hondura que sabido contar la crueldad y lo sucio con tanta intensidad como el aire de la belleza eterna", sintetiza.

La realizadora de ‘La novia’ alaba la singularidad de su propuesta, casi un género propio. "Cuando alguien piensa en un gran director piensa en un universo propio, en ciertas formas de mover la cámara, en ritmos de montaje, todo eso a lo que aspiramos los demás, buscando un camino para nuestra voz. Pero en Saura se reúnen en una sola persona tantos directores como cines posibles. Tantos artistas como lenguajes. Su ojo no es solo el del narrador, o el fotógrafo, sino también el del músico, el del psicólogo, el niño, el historiador, el político ,el poeta... que incluso, en sus ‘Bodas de sangre’ supo callar las palabras de Federico hasta convertirlas en puro movimiento nacido de brazos al aire, taconeos, nanas, cuchillos y espejos que sangran tanto como todos los puñales lorquianos", prosigue.

La creadora zaragozana recorre la geografía de Saura en el celuloide: "Su cine se habita en todos los paisajes: en campos áridos, bosques de niebla, suburbios, casas de pueblo, cuevas húmedas, calles con sol... en las carencias de los cielos y en las durezas de la tierra. Allí transitan todo tipo de criaturas: hombres rudos, abuelas sentadas en sillones levitando, niñas aullando con todos sus lobos, quinquis, cuervos, burros, gorriones... En cada película, el amor lucha contra la muerte, con el el sexo, el dolor, el poder omnipresentes... Por eso su cine convoca a todos, y caben todos. Cabe todo. Porque se activa desde ese motor primero que necesita asomarse al centro de lo humano: lo que sangra e ilumina".

Ortiz culmina su recorrido de descubrimiento y loa: "Y cuando ya había caminado todos esos mundos presentes y pasados, historias por dentro y por fuera, un día comenzó a asomarse al mundo imposible desde el cine, dirían algunos, de lo abstracto. Decía él con esa media sonrisa suya, de las que callan casi todo, y sólo enuncia una parte., que en musical le había dado esa libertad enorme donde deshacerse de ataduras narrativas para elevarse a ese otro lado. A ese lugar donde trazó el tiempo entre tangos, jotas, sevillanas... con las materias fundamentales del cine: la luz, el color, el movimiento. Y es ahí donde, tal y como él mismo continúa explicando, aún con la media sonrisa puesta, dibuja un cine que se convierte en algo mayor, en símbolo y experiencia".

Un maestro de vida

La actriz Luisa Gavasa, ganadora del Goya a la mejor actriz de reparto en 2016, confiesa su indisimulada pasión por Saura desde su adolescencia.

"Basta con ver la filmografía de Carlos Saura para darse cuenta de la enorme producción que ha tenido como director. Yo, que soy una mujer que nací en 1951, todas sus primeras películas me cogieron en la adolescencia, cuando su cine era una revelación. Ver ‘La caza’, ‘Ana y los lobos’ o ‘Elisa vida mía’ de joven, todavía durante el régimen franquista, en las que decía lo que quería pero de una manera sutil, me impactó mucho. Especialmente me marcó ‘La caza’. Posteriormente he trabajado con Emilio Gutiérrez Caba y me hablaba de aquel rodaje tan intenso. Saura me enseñó y me amplió el mundo a mis 18 años. Y después he seguido recibiendo lecciones suyas", comparte.

Una atracción que abarca también el terreno personal. "Una de las cosas que más me ha gustado de él es su personalidad. No lo conocí personalmente hasta 2014 y caí rendida. Entendí cómo enamora a quien le dé la gana y no importa la edad que tuviera porque tenía una capacidad de seducción brutal. Tenía un sentido del humor tan somarda y tan lúcido que me quedé fascinada", remacha.

Un creador total

La crítica de HERALDO Carmen Puyó contribuye con sus pinceladas a este retrato al óleo de un cineasta único. "Hay directores de cine a los que se recuerda por una película. Otros, a los que se admira por una filmografía importante. Y, algunos pocos, como sucedía con Carlos Saura, entran en otra dimensión porque son creadores totales. Carlos Saura, desde que se estrenó hace ya más de sesenta y tantos años con ‘Los golfos’ y ‘Llanto por un bandido’, fue evolucionando hasta convertirse en ese artista global al que todo apasionaba y por todo se entusiasmaba. El cine, sí, pero también todo lo que formaba parte del mismo y es cultura con mayúsculas, la fotografía, la pintura, la música, ya sea ópera o folclore, el arte, al que se entrega en su último documental".

La periodista zaragozana pone el foco en la libertad que ha guiado toda su trayectoria. "Saura no ha reprimido sus pasiones artísticas. Su obra cinematográfica ha acogido los más variados registros. Del retrato de la España en la que él se movía, la que conoció en la posguerra y la que fue descubriendo con sus cámaras a lo largo de las décadas. Ahí está su herencia: de ‘Cría cuervos’ a ‘Mamá cumple cien años’ o ‘Ay, Carmela’, a sus filmes musicales y coreográficos. Y, por encima de todos ellos, para mí, su mejor obra y una de las películas más importantes de la historia del cine español, ‘La caza’. ‘La caza’ es un retrato de la violencia, de la agresividad, centrado en la particular mirada de Saura a la España de la época, evidentemente, pero, al fin y al cabo, un filme sobre la violencia que anida en el ser humano, sea este del lugar del mundo que sea", abrocha.

Modernizador

Completa esta glosa Agustín Sánchez Vidal, catedrático de Literatura y Cine de la Universidad de Zaragoza y que trabajó con Carlos Saura como guionista en cuatro proyectos. "Si hubiera que resumir toda su trayectoria, yo diría que ha modernizado y diversificado con un altísimo grado de exigencia los registros del cine español tal como él los heredó. Y eso es mucho decir", resume.

El gran estudioso del cine en Aragón contextualiza los orígenes de su obra: "Una de principales características de la obra de Saura deriva de que él procedía de la fotografía. Y antes de dedicarse al cine había puesto su mirada a punto porque conocía muy bien las tendencias internacionales de finales de los años 1950 y principios de los 60. A esa modernización se sumó su conocimiento de la plástica contemporánea, por las colaboraciones con su hermano, el pintor Antonio Saura. Y eso es lo que le permitió dar el salto desde la generación anterior de Bardem y Berlanga –cuyo punto de partida es el neorrealismo– a una visualidad bastante más compleja".

Sánchez Vidal pone la luz en un capítulo menos conocido: "Es muy difícil matizar bien una trayectoria tan dilatada, que abarca más de seis décadas y sobrepasa los cuarenta largometrajes. A los que hay que añadir los cortos y otras facetas o trabajos que han ido jalonando ese itinerario, en especial los proyectos no rodados, que en ocasiones son tan importantes como los que ha logrado filmar. Por ejemplo, su díptico sobre la guerra civil española".

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