Muere a los 80 años el escritor e historiador aragonés Eloy Fernández Clemente

El catedrático, que fuera fundador y director de 'Andalán', recibió hace unos meses el Premio Aragón.

Eloy Fernández Clemente, en una imagen del pasado mes de abril.
Eloy Fernández Clemente, en una imagen del pasado mes de abril.
Oliver Duch

"Soy de la vieja escuela de mi padre y maestro: ceder el paso, saludar siempre, contar hasta cien, escuchar y sopesar los argumentos, preparar bien una entrevista o conversación para que todo engrase. Y sí, me gusta el trato cordial, amable, sincero pero sin herir a nadie, o procurando no hacerlo". Así se retrataba Eloy Fernández Clemente ante Juan Domínguez Lasierra para la revista ‘Crisis’. El periodista, historiador y escritor fallecía en la madrugada del sábado al domingo tras sufrir un ictus, que se sumaba a otro que había padecido al final del verano. 

El cofundador de ‘Andalán’, director de la ‘Gran Enciclopedia Aragonesa’ y la Biblioteca Aragonesa de Cultura celebraba el pasado martes su 80 cumpleaños con amigos, y entonó canciones, recordó fragmentos de su vida, repasó sus libros, evocó películas y contó algunos chistes.

Eloy Fernández Clemente, uno de los fundadores del llamado Aragón contemporáneo, era esencialmente "un hombre bueno", como lo definía en redes el actor y dramaturgo Mariano Anós. Fue siempre un hombre amable y conciliador, entusiasta y optimista, de los que prefería sumar y que tenía amigos por doquier, como su ‘hermano’ y amigo entrañable José Antonio Labordeta.

Nació en Andorra (Teruel) en 1942. Hijo y nieto de maestros, recordaba con inmensa emoción sus años en su pueblo y sus veranos con su abuela en Alloza. Recordaba sus años de joven estudiante con Pedro Arnal Cavero en el colegio Joaquín Costa y su pasión inicial por el periodismo que jamás le iba a abandonar. "Siempre anduve fundando periódicos que escribía a mano, coleccionando fotos, ordenando datos, leyendo cuanto diario o revista caía en mis manos. Creo en el poder transformador de los medios", decía en una entrevista en HERALDO. Se inició en la revista ‘Pilar’ y en Radio Popular, donde durante casi tres años hacía una entrevista diaria. Más tarde, tras su paso por Madrid, donde cursó estudios de Magisterio y Letras y realizó el doctorado con una tesis sobre la Ilustración Aragonesa, también hizo periodismo. Solía decir siempre que la educación y el periodismo, que consideraba "los dos motores fundamentales de cambio, más eficaces que cualquier revolución. Y he dedicado mi vida a ambas cosas".

A mediados de los años 60, se trasladó a Teruel donde coincidiría con José Antonio Labordeta y con José Sanchis Sinisterra, y con una generación muy especial de alumnos: Federico Jiménez Losantos, Pedro Luengo, Joaquín Carbonell, Manuel Pizarro, Carmen Magallón, Pilar Navarrete, entre otros muchos, como se intuye en el documental ‘Labordeta. Un hombre sin más’ de Paula Labordeta y Gaizka Urresti, y se verá también pronto en ‘Años de luz’ de Javier Calvo. 

"Teruel me dio realismo, cercanía al Aragón real, duro y difícil, años de mucho trabajo docente pero también de encuentro con gentes como Labordeta, maestro y amigo extraordinario, y otros más, y discípulos estupendos. Allí sembrabas, y brotaban plantas espléndidas, era '“muy buena tierra", decía en HERALDO. Y allí, en aquella ciudad de rebeldías, surgieron muchas cosas: la cancion de autor, una mirada política diferente sobre la historia de Aragón y el embrión de ‘Andalán’, que para él, cuando se fundó en Zaragoza ya en 1972, con profesores, periodistas, escritores, críticos de arte y de cine, sería "una maravillosa escuela de periodismo práctico, de ciudadanía política, de aragonesismo y cultura. Y un vivero de grandes amigos". Este año el Gobierno de Aragón le concedió a Eloy y a esa iniciativa el premio Aragón.

Entonces, con otros compañeros de viaje como Guillermo Fatás, José-Carlos Mainer, Juan José Carreras, Carlos Forcadell, Javier Delgado, Lorenzo Martín Retortillo, Emilio Gastón, Lola Campo, Luis Granell, José Ramón Marcuello, etc. (la lista es mucho más amplia), Eloy inició su gran tarea de estudiar la cultura infinita de Aragón y sus ilustres, ilustrados e iluminados: Mariano Nipho, Joaquín Costa, del que es uno de los mejores estudiosos, más tarde los exiliados aragoneses. 

Firmó varios libros con Carlos Forcadell, y asumió empresas tan importantes como la dirección de la ‘Gran Enciclopedia Aragonesa’, en doce tomos. Como les contaba a Carlos Serrano y Antonio Peiró, fue uno de los descubridores del Congreso de Caspe que publicaría, con Forcadell, en ‘Aragón contemporáneo. Estudios’ (Guara). Casi como consecuencia natural perteneció al núcleo fundador del Partido Socialista de Aragón, el único partido en el que militó en su vida, aunque nunca ocultó su proximidad con Chunta Aragonesista.

Logró la plaza de Catedrático de Historia Económica y fue decano de su facultad de 1995 a 1999, y un maestro constante para un montón de generaciones. Siempre conectó no solo con sus coetáneos y grandes amigos –Gonzalo Borrás, que veraneaba en Galicia muy cerca de él; Natalio Bayo, que fue director de arte de varias publicaciones que él dirigió como la GEA pero también la Biblioteca Aragonesa de Cultura, donde editó 50 títulos transversales, los historiadores Antonio y Agustín Ubieto o José Luis Lasala, por citar a grandes amigos–, sino con las generaciones más jóvenes como Vicente Pinilla, José Luis Melero, Luis Alegre, Mariano Gistaín o Antonio Ibáñez, entre muchos otros.

Su bibliografía es copiosa. En 2010, decía que sus libros preferidos eran ‘La Ilustración aragonesa’ (1969), el citado ‘Aragón contemporáneo’ (1975), ‘Estudios sobre Joaquín Costa’, los estudios económicos dedicados a Portugal y Grecia, ‘Gente de Orden. Aragón durante la dictadura de Primo de Rivera’ (1923-1930) Ibercaja, en 4 volúmenes, 1997)’, ‘Aragoneses en América’, escrito al alimón con Vicente Pinilla (DGA, 2003), y ‘Historia de Aragón’ (La Esfera, 2008), de la que fue coordinador. En 2010 recibió un homenaje de Andorra y se publicaron varios libros y antologías de sus textos, coordinadas por Pedro Rújula y el Celan.

Nunca dejó de escribir; redactó tres volúmenes de memorias con una lista infinita de asuntos y nombres: ‘El recuerdo que somos. Memorias, 1942-1972’ (Rolde, 2010); ‘Los años de Andalán’. Memorias, 1972-1987 (2013) y ‘Tesón y melancolía. Memorias, 1987-2012’ (Rolde, 2015). Dio el paso a la novela con ‘El portugués’ (Doce Robles, 2017), centrado en la figura de Oliveira Martins, al que él llamaba el Costa lusitano, y lo hacía andar por Zaragoza.

Fue un intelectual afectuoso que contagiaba pasión por vivir y por conocer. Reconocía el magisterio de Manuel Tuñón de Lara, al que había conocido en Pau, de Juan José Carreras Ares y de Josep Fontana; de los extranjeros, elegía a Eric Hobsbawm, por encima de todos.

Cinéfilo empedernido, lector de novela negra, seguidor de series, buceador incansable de la historia y de los documentales en la redes, le interesaba todo, los hechos y los personajes, y se confesaba mitómano, de Jacqueline Bisset, de Dominique Sanda, y por encima de todo de Marisa Santiago, con quien vivió más de medio siglo y con quien ha tenido tres hijas: "Es lo más importante que me ha pasado. Su compañía hace que no enferme de soledad". Estaba muy satisfecho de sus nietos. Y lo daba todo por una confidencia, por un buen menú de chistes y por una charradica. A Peiró y Serrano les decía: "A veces soy la parte visible de un iceberg, de ‘Andalán’ o de la ‘Gran Enciclopedia Aragonesa’, pero por ahí pasaban cientos de personas. Toda esa tarea de recuperación de la identidad la hemos hecho entre muchos, y muy a gusto".

Poseía numerosos galardones y distinciones. Recibió en 1995 el primer Premio de las Letras Aragonesas. El Ayuntamiento de Zaragoza le hizo Hijo Adoptivo en 1997. La Diputación Provincial de Teruel le otorgó en 1998, la Cruz de San Jorge, y era también Hijo Predilecto de su localidad Andorra.

Colaboraba en numerosas publicaciones. Le gustaba escribir en HERALDO y en ‘El Periódico de Aragón’, y lo hacía con asiduidad. Y se había implicado en la edición digital de ‘Andalán.es’, donde exhibía su generosidad en numerosas reseñas de libros de escritores consolidados y otros que estaban empezando. Siempre tuvo una palabra amable de motivación y de ánimo.

Respetado, admirado y querido en numerosos frentes, Eloy Fernández Clemente se ha ido con la conciencia tranquila y con la certeza, como su admirado Daniel Castelao, de que llevaba Aragón en el corazón. Era su sino, su vocación y un placer tranquilo que paladeaba igual que una partida de guiñote. 

En su última entrevista con HERALDO DE ARAGÓN, en abril de este mismo año, Fernández Clemente recordaba cómo durante los años dela Transición se "luchó para que Aragón tuviera entidad". "Aragón participó de la normalización democrática de la Historia", aseguró el historiador y economista, que también consideró que las primeras elecciones municipales fueron "muy emocionantes". "Después de haber estado luchando tanto, de repente la situación dio un vuelco y tuvimos la sensación de que casi todo era posible".

Eloy Fernández Clemente, rodeado de sus amigos Luis Alegre, José Luis Melero y Antón Castro, el pasado martes,13 de diciembre, día de su cumpleaños
Eloy Fernández Clemente, rodeado de sus amigos Luis Alegre, José Luis Melero y Antón Castro, el pasado martes,13 de diciembre, día de su cumpleaños
H. A.

Las muestras de condolencias se suceden por parte de numerosas personalidades, entre ellos del presidente aragonés, Javier Lambán, quien ha acudido este sábado al tanatorio para despedir a Eloy Fernández Clemente.

Este domingo, a las 17.00, en la sala de ceremonias número 1 del complejo funerario de Torrero  tendrá lugar un acto en el que sus compañeros y amigos leerán textos para glosar las numerosas facetas en las que ha destacado Eloy Fernández Clemente. Entre otros, participarán en este homenaje de despedida Guillermo Fatás, Carlos Forcadell, Ramón Salanova, Antón Castro, Lola Campos, Juana de Grandes, Luis Germán y Vicente Pinilla. Serán los periodistas Pablo Carreras y María José Cabrera quienes pongan voz a los textos.   

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