libros. ocio y cultura

Ni siquiera el sol arruina la felicidad y el buen ánimo de la Feria del Libro de Zaragoza

Antonio Altarriba pronunció un pregón sobre la memoria, los tebeos, la libertad, estos tiempos de incertidumbre y la vacuna intelectual de los libros

Javier Hernández y David Vela en la caseta de Ida y Vuelta.
Javier Hernández y David Vela en la caseta de Ida y Vuelta.
Heraldo/AC.

El sol, surtidor en llamas, hizo su aparición en el Paseo de San Sebastián del Parque Labordeta. Bien pronto. En cuanto asomó ya había gente, lectores, que iban y venían ante los puestos de la Feria del Libro de Zaragoza, que se inauguraba a las once de la mañana. Elena había venido andando desde Valdefierro; otro lector buscaba, casi desesperadamente a Ana Alcolea, porque era amigo de su padre. “Había muchas ganas. He visto ilusión. Y veo a la gente muy feliz: animada, con ganas de hablar, de llevarse libros y a la vez relajada, pero también dispuesta a darse caña”, decía Rafael Yuste, presidente de la Asociación de Editores de Aragón. Raúl Herrero, de Libros del Innombrable, decía: “No he vendido mucho aún, pero la gente pregunta, viene a buscar libros para regalar, consulta y a la vez quiere cerciorarse de que alguien en quien está pensado no tiene tal o cual libro”.

Isabel Paricio, de El Corte Inglés, recuerda: “Está con nosotros Vicente Vallés y no ha parado de firmar”. Era cierto: su ‘Operación Kazán’ parecía llamado a ser uno de los libros del primer sábado. Y José Luis Delgado, de Delsan, dice: “Mira, ahí, en Siglo XXI está la que será la reina del evento, la mujer que más firma: Rosario Raro”. La escritora está feliz, con sus rutas literarias, con la acogida que está teniendo su nueva novela: ‘El cielo sobre Canfranc’. Algo que también le sucedía a Ana Alcolea con ‘El maravilloso mundo de los libros’ (Anaya), que firma ella en una caseta y el ilustrador David Guirao en otra. “Estoy muy contenta. Se ha agotado la primera edición de un libro que para nosotros es especial”. Guirao, afanoso y afable siempre, había dibujos en Antígona junto a Pepe Serrano, que firmaba 'Distraído', entre otros títulos.

Como David Vela, que acaba de publicar un libro excepcional en Ida y Vuelta: ‘Elucidiario del silencio’, otro prodigio de cuidado editorial de Javier Hernández, el editor, ilustrador y cuentacuentos de Siétamo. Vela, entusiasmado, decía: “Este libro ha sido posible porque Javier me ha dejado trabajar con la máxima libertad. Se ha implicado y ha sido generoso”. Ernesto Navarro y César Ordóñez, desde Pintacoda, seducían a los niños con sus filigranas, igual que hace Olga de Dios en Apila… Allí Edu Flores es protagonista por partida doble: ilustra ‘Ya somos 15’, con texto de Sergio Vílchez, y escribe y dibuja un libro diferente, que parece un tratado de geometría y sobre la condición humana: ‘¿Hay sitio?’. Si pueden no pierdan ocasión de que se lo explique. Para los más jóvenes son los libros de Hola Monstruo, de Israel Gómez. Este presentaba las novedades y hacía dedicatorias de 'Un mundo sin libros' o lo que se terciase; entre los nuevos títulos se veían 'Un elefante caminaba', de Mariela Cisneros y el propio Israel Gómez, y 'Cara de pepino' de Lorena Martí y Tania Ávila.

En cada caseta hay una historia. O varias historias, como recordaba Miguel Mena, muy requerido por los lectores no solo con ‘Puente de Hierro’ sino con ‘Canciones tristes que nos alegran el día’. Julia Millán, de Antígona, dice: “Todo va bien, de maravilla”. Este año da la sensación de que se hace más vida dentro de las casetas, quizá por huir del sol y convocar al lector. Igual que sucede en la caseta que le ha devuelto al cómic la máxima actualidad entre nosotros por búsqueda, calidad, constancia y diversidad: Daniel Viñuales, de GP Ediciones, está rodeado de sus autores. En Doce Robles firman Domingo Buesa, con 'La tarde que ardió Zaragoza' y Santiago Morata, con su ‘Zaragoza’. Magdalena Lasala ocupaba el puesto de Pregunta con ‘La casa de los dioses de alabastro’, que alguien confundió (Miguel Mena ‘dixit’) con ‘La casa de los dioses de Barbastro’. Los Libros del Gato Negro, con Marina Heredia al frente, estaba llena de autores y novedades.

Fernando Jiménez Ocaña es editor y compañero pugnaz de Míchel Suñén. En esta ocasión, además, Fernando reedita su primera novela ‘Musgo en la piel’, publicada en 1984, el relato de Euxinde,  un aventurero que acaba en presidio.

Empezaron a llegar las autoridades. El consejero de Educación, Cultura y Deporte Felipe Faci, el director general Víctor Lucea; la diputada provincial Ros Cihuelo y la concejala Paloma Espinosa. Los cuatro tenían claro, como el pregonero Antonio Altarriba, que el sector del libro en Aragón atraviesa un gran momento y está teniendo proyección nacional e internacional: Martínez de Pisón, Manuel Vilas, Irene Vallejo, María Bastarós o Irene Vallejo, que estrena edición en aragonés, 'Lo infinito en un chunco' (Xordica). En esta ocasión las autoridades tenían intención de regalar libros: ‘La señora March’ de Virginia Feito es la elección de Faci; ‘El arrojo de vivir’ de Ángel Guinda, el de Víctor Lucea; Ros Cihuelo, ‘Los vencejos’ de Fernando Aramburu; y Paloma Espinosa eligió ‘La magia de Leo’ de Ana Segarra, ilustrado por Marta Elza.

“La literatura se suspende en el pasado y es una forma de recordar, y eso sucede incluso en la ciencia ficción”

En la caseta del Ejército, al consejero Felipe Faci le reservaban un detalle: el cuidado libro ‘A vueltas con el mundo. Los mapas de Magallanes y Elcano’. Tras visitas las casetas, Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952) y tuvo una intervención primorosa. Hizo una defensa de los libros, de los tebeos (los definió como “una escuela de entretenimiento y de imaginación”), de la libertad, de la literatura (que “ofrece la visión del mundo y sirve para adquirir experiencia”, y a la vez es un refugio contra la mentira), y recordó que los libros, mejor en tres o cuatro dosis, son la mejor vacuna contra estos tiempos de incertidumbre y de manipulaciones.

Hizo una defensa de la memoria, del pasado. Y subrayó que “la literatura se suspende en el pasado y es una forma de recordar, y eso sucede incluso en la ciencia ficción”.

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