aragoneses extraordinarios

La música como terapia: Enedino Pinilla y el hechizo de un hechizado

El compositor aragonés, que viene de las orquestas y sigue colaborando en espectáculos populares, adoptó hace 15 años una deriva creadora asentada en el new age y los sonidos de sanación

Enedino Pinilla, durante un recital.
Enedino Pinilla, durante un recital.
HA

Enedino Pinilla nació en Pamplona hace 55 años, pero con apenas tres meses de vida vino a Zaragoza, y en Zaragoza ha desarrollado su vida; actualmente y desde hace tiempo es orgulloso ciudadano del Actur. La música siempre ha estado presente en su día a día, desde la infancia, y sigue siendo hoy la pasión que le mueve, además de su principal fuente de ingresos. Después de transitar por caminos más académicos y populares, hace 15 años tomó la deriva de la música terapéutica, a la que sigue consagrado, sin abandonar por ello la vertiente artística que nutre su cuenta corriente.

“Empecé en la música con orquestas -explica Pinilla- yendo por los pueblos, como tantos otros; cantaba y tocaba el bajo. Estuve en la Calimbo en los 90. Luego tuve otra propia, durante ocho años, se llamaba Dragón. Recorrí las cuatro esquinas de Aragón en esa etapa, y compaginé la música con trabajos de oficina o fabriles. Ahora sigo colaborando con actividades de verbena, infantiles… trabajo con Domingo Fernández Escribano, de Tricolotraco, aunque salgo menos por los pueblos porque me encargo de cuidar a mi madre”.

Una formación en terapia sonora recibida en Valencia hace 15 años le cambió el chip a Enedino Pinilla. “Estuve durante un año preparándome para ser formador; como he compuesto música desde crío, se trataba de reorientar lo que venía haciendo en las áreas del pop o el rock. Ramón Trecet y sus diálogos radiofónicos, con esa música maravillosa que nos descubría a todos, también fue una inspiración. Nadie como él, desde luego”.

Pinilla acometió el saludable reto de explorar sus límites vocales, apoyado en la profundidad de registros que proporcionan los sintetizadores. “Empecé a escuchar e imitar aquellas canciones enmarcadas en el new age, aunque iban más allá, no es justo etiquetarlas todas bajo un mismo paraguas; me llamaba mucho la atención lo que hacían Enya, Loreena McKennitt, Kitaro, Mike Oldfield desde antes… tengo un registro vocal amplio y puedo atreverme con cualquier cosa, improvisar sobre la marcha y saltar de tonos y registros, desde el contratenor a las voces étnicas o imitar a un lama. La gente se sorprende y creo que son experiencias positivas; así me lo dejan saber”.

Enedino Pinilla maneja los sintetizadores y un amplio rango vocal en su actividad artística.
Enedino Pinilla maneja los sintetizadores y un amplio rango vocal en su actividad artística.
HA

Enedino se ha ganado un nicho local en este segmento de la música, que para él va más allá de la mera expresión artística. “Me lancé y ahí me he quedado, hipnotizado y tratando de llegar también también a quienes me escuchan. Con la Asociación Atema recorremos centros cívicos, locales de terapias alternativas, centros de yoga… propongo viajes sonoros con armonías vocales y efectos, campanas tubulares, poesía; allá donde nos abren las puertas damos conciertos. Grabamos un disco en directo en 2016, en el Palacio de la Aljafería. No es la definición de éxito, quizá es muy limitado, pero me llena porque es una pasión, me hace feliz”.

El artista del Actur no teme la incomprensión hacia su creatividad. “Normalmente, quienes escuchan este tipo de música ya están en sintonía con ella y su espiritualidad. Quienes no lo están, la rechazan; es una cuestión de sincronía emocional. Yo la entiendo como un producto de la sutileza, y te lo dice alguien que escuchaba mucho heavy metal, aunque ahora no camine por ahí. Nace del alma, es pura expresión, sin filtro. Y supongo que es una proyección de cómo afrontas la vida. Desde la infancia escribo poesía y compongo, y todo lo que escribo se orienta hacia la positividad, el bienestar: aunque esté mal no me sale contar mis problemas o expurgarlos en la música. Prefiero animar a los demás, eso también me sana a mí”.

Enedino ha escuchado mucha música en su vida, pero ahora lo hace menos. “Aunque suene raro, ya no me paro tanto a escuchar música popular, porque me siento lleno de ella y necesito expresar ese sentimiento. Sí recurro a la clásica para despejar la cabeza”.

Este viernes 29, Enedino toca en la Librería Albareda de Zaragoza, situada en el número 19 de la calle del mismo nombre, y en mayo estará cuatro sábados en Espacio Cuántico, un centro de terapias alternativas en el número 18 la calle Latassa. "He invitado a cuatro músicos diferentes con sus respectivas especializaciones instrumentales para estos conciertos en Espacio Cuántico, y les acompañaré en el recital los cuatro días, para que cada velada tenga su propia identidad. Cada uno llevará sus instrumentos y yo los arroparé con voz y sintetizadores”.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión