HISTORIA. ARTES & LETRAS

Antonio Peiró publica una gran biografía de Martín Zapater, el gran amigo de Goya

El historiador, especializado en la Ilustración, los Sitios y la Guerra Civil, reedita y amplía en Comuniter su investigación sobe el noble aragonés

Antonio Perió alterna sus estudios de la Ilustración y los Sitios con la Guerra Civil española.
Antonio Perió alterna sus estudios de la Ilustración y los Sitios con la Guerra Civil española.
Guillermo Mestre.

Respondió Antonio Peiró a Antón Castro en este diario: “La inclinación de Martín Zapater hacia las mujeres está bien documentada”. Ya que esa era la morbosa incógnita del mejor amigo de Goya: si tuvieron o no relaciones homosexuales. Por algunas expresiones de sus cartas y dibujos pudiera parecerlo a quienes no reparen en el tono de broma, afectos, añoranzas, de un doble lenguaje típico de la época. La correspondencia acredita esa nada ambigua relación, así como los tres retratos que pintó a Zapater el genio de Fuendetodos. La referencia es sólo importante porque de Goya nos interesa todo, y más si está escrito con rigor, resultado de una busca siempre insatisfecha, exhaustiva, como es el caso. Su mejor amigo.

La segunda parte del título ('Noble de Aragón', un título singular sin referencia territorial) se debe a que Martín fue recompensado en 1789 por Carlos IV: su participación en el abastecimiento de la ciudad de Zaragoza, aportando grandes cantidades de dinero, permitió su proclamación pacífica. Esa elevación a la nobleza que nunca había ocurrido hasta entonces en Aragón con un plebeyo (y solo esta vez en todo el siglo XVIII), despertó el deseo de Goya de justificar ascendencia infanzona: era pintor de cámara del Rey, pero seguía siendo un plebeyo. Además, Zapater ya antes era conocido en la Corte: regaló a Carlos III, que lo estimó mucho, una perrita, a través de Francisco Bayeu.

La abundantísima correspondencia (que se completa con documentación de origen municipal, eclesiástico y notarial), nos permite conocer sus trabajos y rentas, sus cargos y gestiones, sus relaciones. Martín se inició ocupándose desde 1768 de los negocios de una tía abuela llevándola a participar en una de las actividades más rentables de la época: el arriendo de rentas decimales y señoriales, de cierta complejidad. Mucho después, al morir otra tía abuela, dejó como heredero a Zapater; la herencia era muy elevada y aseguraba su independencia económica, pero le planteó un problema de liquidez, ya que tenía que pagar cantidades importantes.

En los comienzos estuvieron una sociedad para la fabricación de aguardiente y otras bebidas espirituosas; las compras de tierra, el arriendo de rentas señoriales y de las de la Castellanía de Amposta y las encomiendas de Aliaga y Zaragoza de la Orden de San Juan. Y explica el gran experto en estos temas: “El arriendo de este tipo de rentas es una muestra de la simbiosis entre el modo de producción feudal y el capitalismo ascendente: las rentas se generan a partir de una relación feudal, a veces con varios siglos de existencia, pero a los señores (sean laicos, eclesiásticos u órdenes militares) les resulta más cómodo no ocuparse de su administración, sino arrendarla al mejor postor, generalmente un comerciante que vive en la ciudad”.

Otro negocio suyo: el abastecimiento de paja para el Ejército en todo el Reino de Aragón. Y a partir de 1789 siguió comprando: una viña perteneciente al Hospital de Nuestra Señora de Gracia (y otras más, lo que le hace miembro de la institución zaragozana que se ocupaba del abastecimiento de vino –bastante malo, era un gran problema-), tierras desamortizadas; recibió más bienes en herencia de sus tíos, e intercambió algunos. Todo ello se nos expone en un excelente cuadro de las propiedades rústicas en Zaragoza, el entorno de la Ciudad, la Ribera Baja del Ebro y el Bajo Aragón; pero apenas mostró interés en adquirir casas.

Zapater fue miembro destacado de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, “la realización más importante de la Ilustración en Aragón: agrupó a los sectores más activos de la nobleza, el clero y la burguesía, sin distinción de procedencia”, (de la que fue tesorero). Admitido el 29 de marzo de 1776, su participación fue muy irregular, aunque la Sociedad le hizo varios encargos; informar asuntos industriales, agrícolas y ganaderos y formar parte de comisiones y embajadas en su representación: conseguir libros científicos/agrarios, sociales, costear instrumentos para las Escuelas de Agricultura, Química y Botánica, contribuir a la manutención de jóvenes pensionados en la Corte para instruirse en Arquitectura y Grabado. Más tarde hizo en Madrid decisivas gestiones para que se crease la Real Academia de San Luis. Martín sabía francés y es probable que aprendiese inglés comercial. Era un hombre culto, que viajaba (por toda España y en 1778 a Francia) y se escribía o entrevistaba con numerosas personas de la cultura y de la política.

Martín Zapater visto por Goya en 1790
Martín Zapater visto por Goya en 1790
Museo de Bellas Artes de Bilbao.

En el Ayuntamiento, tras los motines de 1766 se crearon, para garantizar el control de los abastecimientos, los diputados del común y el síndico personero. Zapater fue diputado municipal, y asistía poco a las reuniones pero lucraba el prestigio del cargo y se ocupó alguna vez del abasto de carbón y el del tocino. Porque siguió ejerciendo las actividades de un comerciante de importancia: compra-venta de granos al por mayor, creación de empresas de producción y comercialización, pago adelantado (préstamos) de dinero. A pesar de que algunas operaciones pudiesen parecer peligrosas, nos dice Peiró, prefería llevarlas a cabo a poner su capital en rentas fijas.

Zapater fue diputado municipal, y asistía poco a las reuniones pero lucraba el prestigio del cargo y se ocupó alguna vez del abasto de carbón y el del tocino

Y sabía estar donde convenía, con ostentosa generosidad: cuando en 1802 se reprodujeron los problemas de abastecimiento en Zaragoza, el Ayuntamiento, al no encontrar quien prestase dinero para comprar los cinco mil cahíces de trigo que se necesitaban hasta la próxima cosecha, pidió a doce de los mayores comerciantes si querían ocuparse del abastecimiento. Zapater y su amigo Goicoecha, el segundo gran amigo de Goya, y aceptaron. La compra del trigo no era sencilla: Peiró da cuenta de los tratos a veces con Brabante, Holanda, Inglaterra, Ancona, Lombardía y Filadelfia, que confluían en Barcelona.

Martín hubo de ser espectador directo del 'motín de los broqueleros', en Zaragoza el 6 de abril de 1766, que “traumatizó a la alta sociedad zaragozana, que nunca había vivido un episodio de tal violencia”. Se interesaba por los sucesos más sonados de la Corte, mostró especial interés por la política internacional: las relaciones con el Reino Unido, la situación de las plazas españolas en África. Y mucho más tarde, cuando Carlos IV adoptó una política de total silencio con respecto a la Revolución Francesa sabemos por su Copiador de Cartas que estuvo bien informado todo el tiempo.

Murió el 24 de enero de 1803, a los 55 años. Y es, como un registro notarial, cuando se anotan en la trastienda de tanto afán vital la vida cotidiana, las rituales ocupaciones de vestirse, calzarse y peinarse con buenos productos, alimentarse con comidas sustanciosas, o debilidades como el chocolate o el marrasquino, tabaco, etc. Algo sobre la casa, muebles, criados y empleados. Su afición al teatro, caza y pesca, cantar y recitar, toros, paseos, visitas y tertulias, viajes, el coleccionista de arte: Arturo Ansón ha sintetizado las obras que poseyó de Goya y de los Bayeu. También los libros que compró y para otros, la prensa, y cómo intervino, de forma indirecta, en la publicación de una de las obras más importantes de la literatura aragonesa del siglo XIX: La Serafina, de Mor de Fuentes.

Fueron sus amistades zaragozanas personas muy influyentes, por su actividad política y económica, los Amigos del País: Larrea, Arteta, Normante, Diego de Torres, Rancaño, y también Francisco y fray Manuel Bayeu, los cuñados de Goya; las madrileñas, con Cabarrús a la cabeza, en el resto de España, y en el extranjero. En cuanto al viejo reino aragonés, mantenía relaciones en doce de los trece corregimientos aragoneses (todos menos Albarracín). Y las ciudades, salvo Albarracín, y Huesca.

Martïn Zapater, visto por Goya en 1780.
Martïn Zapater, visto por Goya en 1780.
Colección Privada

Son muy cuidadas la Cronología; Fuentes y bibliografía apabullantes, y 710 notas, que justifican una consulta incansable de archivos y bibliotecas, de textos de Camón, Julián Gállego, Ona, Ansón, Canellas, y muchísimos más, y el recurso frecuente a Faustino Casamayor. El libro exhibe gran precisión y conocimiento del léxico y la lógica económica. Quizá se eche en falta, entre tanto rigor, algo más de carne, una mayor voluntad de estilo, aunque el relato es perfecto. Muy crítico, valiente, fustigando errores, generalizaciones, falsedades… Cita muy bien las ilustraciones (que uno hubiera preferido aliviando el texto), y los no encontrados originales o no contactados propietarios. El autor, como los grandes hispanistas ingleses va pensando en voz alta, mostrando su método, sus hallazgos y reflexiones. Muestra, didáctico, todas sus cartas. Esta biografía podría servir muy bien a jóvenes historiadores: así es como se debe trabajar.

Pero este fue un libro muerto antes de nacer, nos explica su autor, molesto, ya que una primera edición de la Económica no tuvo difusión (ni presentado, ni puesto a la venta, ni puede consultarse en las principales bibliotecas) lo que le llevó a aceptar el ofrecimiento de la Editorial Comuniter para revisar el texto y realizar una “segunda edición” de la obra, que tenga la difusión de la que ha carecido la primera. Insólito.

EL LIBRO.

'Martín Zapater, amigo de Goya, Noble de Aragón'. Antonio Peiró. 

Ed. Comuniter. Zaragoza, 2021, 248 páginas. 

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