gastronomía

El raro caso de Gente Rara: un año abierto, un año de lista de espera

El restaurante de alta cocina de los zaragozanos Cristian Palacio y Sofía Sanz llega a su primer aniversario celebrando algo más que la efeméride: a pesar de abrir lastrado por las restricciones, siempre está lleno y con la lista de espera más larga de España después del Celler de Can Roca.

Cristian Palacio y Sofía Sanz, en Gente Rara.
Cristian Palacio y Sofía Sanz, en Gente Rara.
Toni Galán

Abrir un restaurante en plena pandemia. En el local que antes ocupaba un taller mecánico. En el barrio Jesús de Zaragoza. Y con una propuesta de vanguardia. Qué gente más rara. Y, sin embargo, un año después esa gente, Cristian Palacio y Sofía Sanz, pueden decir que la apuesta les ha salido redonda. El Gente Rara se ha convertido en estos doce meses de andadura que ahora se cumplen en uno de los referentes de la alta cocina de la capital aragonesa. Lo avala un Sol Repsol, que lograron a los tres meses de abrir. Pero, sobre todo, el boca a boca, traducido en una la lista de espera de un año, de las más largas de España, solo por detrás del Celler de Can Roca.

"Es verdad que agobia un poco -confiesa Sofía- por las expectativas que esto genera en el cliente, pero tampoco podemos obsesionarnos, tenemos que trabajar el día a día".

La de estos zaragozanos sería la historia de un éxito como hay otras de no ser por las circunstancias que la han rodeado. "Abrimos un 10 de octubre de 2020 y el 25 ya estábamos otra vez cerrados por las restricciones. No volvimos a abrir hasta el 18 de diciembre", recuerda Cristian. Pero en esos 15 días el milagro ya había empezado a operarse. Desde aquel día de diciembre, el restaurante siempre ha estado lleno, "pensábamos que entre semana flojearía, pero cada servicio hemos estado al 100%". A la par ha ido acumulando reservas a un ritmo curioso: "No nos lo podíamos creer porque a los tres meses de estar abiertos acumulábamos tres meses de espera, a los seis meses, seis, y ahora, que cumplimos un año la gente apalabra ya para finales de 2022".

Hay que decir que el concepto gastronómico de Gente Rara se ha llevado bien con las restricciones. A pesar de que el local tiene aforo para 110 personas, solo se atiende a 25 por turno. "Y así vamos a seguir porque es la única manera de mimar al cliente como a nosotros nos gusta", subrayan. También permanecerán tras las restricciones la sostenibilidad de sus procesos y materiales, el gusto por los productos locales de kilómetro cero y los precios: tres menús de 35, 45 y 75 euros. "La verdad es que en todo este tiempo solo once mesas han pedido el de 35, pero es una apuesta personal, queremos acentuar la idea de que el que quiera venir lo puede hacer a un precio asequible". Eso sí, como les sucede a otros empresarios, en Gente Rara están preocupados por las subidas de precios debido al desabastecimiento. "En nuestro caso por ejemplo nos empieza a afectar la carestía del cristal, un elemento que el tiempo dirá si repercute en nuestros precios".

Cambios y reajustes

Pero en este año del debut también se han producido cambios y reajustes. Por ejemplo, aquel 10 de octubre de 2020 aún no lucía en la entrada del local una vitrina llena de premios. Y el equipo era de siete personas. Ahora son diez. En este tiempo también se han renovado los menús. El de esta temporada se estrenó el pasado septiembre y la idea es cambiarlo anualmente en torno a ese mes, algo así como si fuera el nuevo curso escolar. También se han ampliado -y de qué manera- las referencias de los vinos, pasando de las 70 con que abrieron a una bodega que ahora tiene 230.

El despegue de Gente Rara, casualmente, también tiene reflejo de puertas para afuera del local: la calle donde se enclava, Santiago Lapuente, estrenará en breve nueva cara con unas obras de cota cero que incluyen un coqueto ajardinado. Cristian y Sofía se congratulan también de que, además, en estos meses se han sumado nuevos vecinos: "Estamos muy contentos porque se han venido a la calle unos luthiers y pronto se mudará una cooperativa de consumo, La Vecinal".

En Gente Rara, tanto como la experiencia gastronómica en sí, valoran el servicio de sala. Por eso ofrecen alternativas fuera del menú, como el ya popular carro de quesos, al que recientemente se ha añadido otro de crêpes y la posibilidad de elegir entre licores selectos.

¿Y en el horizonte? "Conciliar un poco más", confiesa la pareja recordando que, sobre todo, "Gente Rara es un proyecto de vida, porque nuestro principal aliciente para llevarlo a cabo era regresar a vivir a Zaragoza". "Tenemos una hija y queremos ya dedicarle tiempo tras este año en el que hemos estado volcados en el negocio, casi como ratas de laboratorio".

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