Hoy 2 de abril se celebra el Día Internacional de la Literatura Infantil en honor a un excepcional narrador para niños y mayores: Hans Christian Andersen, que da nombre a uno de los premios más valorados del mundo: el premio Andersen. Asomarse a la sección de literatura para jóvenes o a las librerías especializadas, y hay varias en Aragón, es todo un derroche: una fiesta de la creación y del arte para los sentidos, el extravío y la gozosa lectura. Hay mucho donde elegir.

PARA LOS MÁS CHICOS

Comenzamos por ‘Pájaros’ (Kalandraka) de Natacha Ortega y Lucía Franco, un libro que parte de una canción uruguaya y que funciona a las mil maravillas cuando se lee y se canta. Es un auténtico libro musical: «Plim, plim, plam, / pelotas de tela. / Plim, plim, plam, / casa de madera», se repite en el recurrente estribillo; incluye varios códigos QR. También es musical, de otro modo, ‘¡Blas!’ (del sello aragonés Apila), escrito y pintado de forma muy original, en trazo grueso y muy colorista, por Elena Hormiga. Narra el comportamiento de un perro un poco travieso que tiene un pasión sorprendente: hay un momento del día en que se tiende sobre la alfombra y allí se queda, suceda lo que suceda.

Otro título que está vinculado con la música para distintas edades es ‘El carnaval de los animales’ (Combel), inspirado en la partitura musical de la obra homónima del compositor Camille Saint-Saëns y redactado en forma de poemas humorísticos y sorprendentes sobre gallinas y gallos, tortugas, canguros, borricos, pájaros, peces o un león real. Kalandraka reedita estos días su propio ‘El carnaval de los animales’ con texto de José Antonio Abad Varela e ilustraciones de Joao Vaz de Carvalho, que hace una propuesta completamente diferente, de tono verdoso y gran imaginación expresiva, con código QR. Ambos volúmenes son complementarios, divertidos y poéticos, de abrumadora belleza.

Olga de Dios es una ilustradora y narradora asidua de Apila: en ‘En familia’ propone un montón de actividades para hacer en el campo, en los museos, en la terraza o en el taller de fabricación digital; hay una sorpresa final que también es un homenaje a la alegría, a la convivencia y a la música, con esos dibujos basados en monstruos simpáticos capaces de celebrar la vida con una buena merienda o en un concierto al aire libre.

Para los más chicos es el álbum alargado ‘En la cola para el arca’ (Kalandraka), firmado por Antonis Papatheodoulou e Iris Samarza, que propone una visita al Arca de Noé que incluye la exaltación del teatro en una página cuádruple y deslumbrante, que tiene algo de síntesis visual del mito bíblico. Y ahí va otra joyita: ‘Los 10 perritos’ (Media vaca) de J. Mallorquí y Rafael de Penagos, que cuenta la historia de un niño que tiene diez perritos y sufren todos ellos accidentes diversos, narrados como un juego en verso. Encarna el cuento clásico, eterno y ligero, marcado por la sencillez, la gracia y el inefable encanto.

Algo más lejano en el tiempo, de 2019, está ‘Atticus, el chico difícil’ (Impedimenta), con un texto muy bello e ingenioso de Michael Sussman, que avanza con brillantez y tensión sobre el equívoco, muy bien dibujado por Júlia Sardà. Plantea la relación entre el niño y los adultos, que a veces tiene algo de abismal, y su puesta en escena es realmente deslumbrante. Una serpiente roja y multiforme deja al descubierto la pereza inocente de los padres.

Kalandraka reedita el cuento de origen africano, inspirado en la tradición oral, ‘El león Kandinga’, con texto de Boniface Ofogo y las ilustraciones tan personales de Elisa Arguilé, que apuesta por el rojo y el amarillo para dibujar a la liebre, a la Serpiente Negra Nandú y al león Kandinga, poco proclive a compartir su caza, aunque haya prometido lo contrario. El autor lo presentó en Zaragoza en 2006 y ahora, quince años después, se recupera. Igual que se reeditará en breve, en Nórdica, otro gran libro ilustrado por la zaragozana Elisa Arguilé (por el que recibió el Premio Nacional de Ilustración) y texto magistral del joven maestro Daniel Nesquens: ‘Mi familia’, caracterizado por aquellas figuras alargadas, casi interminables, los ropajes un poco informes y un estudiado colorido.

PECES, DRAGONES, MAESTROS

En Kalandraka firma Nono Granero su poemario marino ‘Tarde en el acuario’, ilustrado por Carmen F. Aguado, un libro lleno de humor que destaca por su variedad de registros, de temas y de situaciones, y el buen dominio de la lírica. Por ejemplo dice: «Sueña con avionetas, / con camiones, coches, motos, / con bólidos de carreras / el pez piloto». Lo inesperado surge con naturalidad como una travesura de zagal.

Lacombe/Edelvives.

Siempre hay muchos libros de monstruos, pero acaba de aparecer en SM ‘El mundo secreto de los dragones’, de Nikola Kucharska, que tiene algo de manual prodigioso.

Las hojas, en previsión de su constante manejo, lectura y relectura, son de cartón. Aquí está todo: los tipos de dragones (cósmicos, invisible, acuáticos, de bosque, de desierto y de hielo, cavernícolas, aéreos o volcánicos), cómo son sus huevos, su infancia, sus días de cole; por haber hay hasta una doble página de ‘Dragones ilustres’. Para niños curiosos ahí va un adelanto: «Nampinia Plisplás. Piloto e inventora de la triple pirueta con giro de cola». O «Clotilde Colmillitos. Científica que investiga el hipo dragontino». Y «Dracomeo y Reptilieta. Enamorados legendarios».

En otra dirección, es muy recomendable el volumen de cuentos ‘Siete llaves para abrir los sueños’ (Kalandraka), ilustrado por David Pintor, que es un homenaje a algunos de los más grandes autores de Literatura Infantil y Juvenil: Gianni Rodari, Tomi Ungerer, Astrid Lindgren, Juan Farias, Christine Nöstlinger, Roald Dahl y Gloria Fuertes, nada menos. Edelvives acaba de estrenar una nueva colección del trío Itziar y Jorge Miranda y Nacho Rubio con ‘Miranda y Tato’, que ilustra Ángeles Ruiz. El primer título es ‘Si queréis ayudarme, leave me alone’ y cuenta como Tato, Miranda y Álex quieren ayudar a Nasima, una niña de su colegio a la cual quieren ayudar. Pronto se darán cuenta de que no es tan fácil.

En Edelvives también aparece ‘Yuelán’ de Sebastián Vargas, ganador del Premio Ala Delta de 2020, que cuenta una historia que transcurre en China, un libro de amor, aventura y algunas extravagancias, protagonizado por una princesa que no se quiere casar. Y si lo hiciese sería con alguien capaz de resolver un puñado de acertijos complicados. En la colección Mandarinas de la editorial Prames, Rafael Yuste publicó un imaginativo cuento, ‘Silván y los árboles parlantes’, ilustrado por María Felices. Es un canto al viaje alrededor del mundo, a la aventura, a la naturaleza y a la ecología, repleto de personajes, de animales, de bosques, de mares y, por supuesto, de árboles: secuoyas rojas, manglares, baobads, cedros, higueras sagradas, palmeras o eucaliptos. María Felices se deja arrastrar por la belleza y la fuerza del color.

Fulgencio Pimentel.

POESÍA VISUAL, ELEGÍA Y JAPÓN

El sello Pimentel publica un libro estupendo y conmovedor que encandiló en la Feria de Bolonia de 2020: ‘He visto un pájaro carpintero’, traducido por el poeta Abel Murcia y su compañera la traductora polaca Katarzyna Moloniewicz. Se trata del diario escolar del niño Michal Skibinski, al que la guerra le interrumpió una infancia feliz en Anin (Polonia). Ala Bankroft animó ese cuaderno de caligrafía y lo convirtió en un emocionante álbum ilustrado.

La poesía ha aparecido aquí en varias ocasiones, claro está. Aunque no es esencialmente para niños, y sí un texto inmortal para todas las edades, aparecen dos ediciones de ‘Coplas a la muerte de su padre’ de Jorge Manrique: una en Cálamo, con ilustraciones de Miguel Macho Villameriel, de aroma clásico y puntillismo de virtuoso dibujante, y otra en Nórdica, con ilustraciones y figuras del oscense Antonio Santos, que vuelve a hacer una obra maravillosa, y ya son unas cuantas. Son dos proyectos muy diferentes en la edición: la elección de tipografía, la puesta en página y por supuesto la concepción del dibujo. Y son dos admirables lecciones de cómo enfrentarse a un texto clásico y elevarlo aún más hacia otra dimensión.

Cerramos con dos libros excepcionales: ‘Ana la de Tejas Verdes’ (Edelvives) de Lucy Maud Montgomery, publicado en 1908, la gran novela de la juventud canadiense, ilustrado por Antonio Lorente, el relato sobre la vida y las peripecias de la pelirroja Ana Shirley, todo un prodigio de fantasía, inteligencia y sensibilidad. Sensibilidad y pasión por Japón era lo que sentía el irlandés Lafcadio Hearn, del que Edelvives publica otro fantástico volumen: ‘Espíritus y criaturas de Japón’, iluminado por Benjamin Lacombe, que también había ilustrado ‘Historias de fantasmas de Japón’. La nueva publicación alberga un pequeño catálogo de fantasmas que provocan pena, ogros, hombres-tiburón o diversos genios. Tanto continente como contenido son un auténtico primor en un reino de beldad, fantasía, lirismo, miedo y exuberancia del paisaje. Otro magnífico regalo para hoy, si se puede y si apetece.