120 años de sender. artes & Letras

Ramón José Sender. El escritor que quiso atrapar el infinito

Acercamiento psicológico, político y literario a uno de los autores más completos de las letras españolas del siglo XX

120 años de Sender.
Sender publicó más de 100 libros, poseía una inmensa vocación literaria, una curiosidad infinita y una asombrosa capacidad de abarcar temas, personajes, géneros y épocas.
Archivo IEA.

Ramón José Sender Garcés nació en Chalamera tal día como ayer, 3 de febrero, en 1901, hace 120 años. Y falleció en 1982 en San Diego, Estados Unidos. Dejaba tras de sí la estela de un gran escritor, caudaloso, versátil, capaz de abordar muchos asuntos desde diversas estéticas. Era un narrador de la generación del 27, próximo a Max Aub y Francisco Ayala, que había firmado algo más de un centenar de obras de todos los géneros, estilos, atmósferas y ambientes. No es fácil hallar en las letras españolas un narrador capaz de abordar tantas épocas con tantas perspectivas. Pese a ello, a su incuestionable calidad, a veces cabe hablar de un ‘caso Sender’: reconocido y leído durante años, a veces da la sensación de que está en tierra de nadie, en un limbo simbólico que podría evocar la Hoya de Huesca o los Monegros.

José Domingo Dueñas, que lo ha estudiado del derecho del revés, matiza de inmediato: "No es un escritor popular, que se lea de manera espontánea en las bibliotecas, pero sí que tiene cada vez más peso académico. Estuve revisando lo que se había publicado y sorprende que en los últimos diez años se han hecho bastantes tesis sobre la obra de Sender en las universidades italianas, en Brasil, incluso en China, en Francia. Y por supuesto en España; se sigue estudiando, lentamente, pero no se puede decir que haya desaparecido ni haya decaído el ritmo, sino que más bien se ha incrementado el interés universitario y académico por el escritor".

Política. Trayectoria sinuosa

¿Por qué no es popular un autor que ha escrito de pacifismo, de la revolución del cantón de Cartagena, que ha abordado la Guerra Civil en varios libros y que ha hecho autobiografía con una gran energía? Quizá sea por aspectos políticos: fue anarquista, comunista, y luego abrazó una línea solitaria, con inclinaciones incluso místicas. Dice Dueñas: "Políticamente tuvo una trayectoria un tanto sinuosa. Hubo momentos que se quedó sin grupo ideológico, sin grupo político: además era una persona de carácter difícil, por eso seguramente no le salieron en vida demasiados valedores, pero sí hay escritores que lo admiran y lo recuerdan. Lorenzo Silva habla muy bien de él, Ignacio Martínez de Pisón también, lo respeta mucho, Conget, el desaparecido Félix Romeo y algunos más que no le han escatimado elogios". María Dueñas se inspiró para hacer una de sus novelas. 

"Hay escritores que lo admiran y lo recuerdan. Lorenzo Silva habla muy bien de él, Ignacio Martínez de Pisón también, lo respeta mucho, Conget, el desaparecido Félix Romeo y algunos más que no le han escatimado elogios"

Matiza el profesor: "Es cierto que sí le ha faltado, por poner un ejemplo, ese empujón que ha tenido Max Aub por parte de Antonio Muñoz Molina, que ha sido también un empujón político, pero aquí en el Instituto de Estudios Altoaragoneses se siguen haciendo cosas". ¿Por dónde podría un lector de hoy, que no haya frecuentado en exceso su mundo, hincarle el diente a los libros de Sender, un narrador total que se asoma a la política, a la pasión, a la conciencia histórica y social, y a la dimensión filosófica?

[[[HA REDACCION]]]Ramon J Sender. 1976. Foto Archivo Heraldo 001.jpg
Ramón J. Sender regresó del exilio en dos ocasiones: en 1974 y en 1976, y siempre levantó gran expectativa. Aquí lo vemos en la segunda visita con Alfonso Zapater, Genaro Poza, Patricio Borobio y Eduardo Fuembuena, que había sido redactor de HERALDO y era director de 'Aragón Exprés'.
Archivo Heraldo.

Libros, lectores, memorias

Interviene José Domingo Dueñas: "El ‘Réquiem por un campesino español’ es el más estudiado y difundido internacionalmente", dice. La reedición del libro está dedicada a su amigo el periodista, músico y sacerdote Jesús Vived, que le dedicó una exhaustiva biografía en Páginas de Espuma. "Los primeros libros de ‘Crónicas del alba’ se leen muy bien y para los lectores jóvenes son muy adecuados y atractivos. Contienen el relato de la infancia, una infancia feliz, así la ve el escritor, y de la juventud, donde fue mancebo de botica, y luego está el ‘El lugar de un hombre’, que es una novela muy redonda. Perfecta. ‘El rey y la reina’ me parece magnífica, es una novela simbólica, no tan referencial, pero es extraordinaria. No podemos olvidarnos de ‘Mr. Witt en el Cantón’, por la que recibió el Premio Nacional de Narrativa en 1936. Sender tiene diez o doce obras de primera fila".

El Sender último, que ganaría el Premio Planeta en 1969 con ‘En la vida de Ignacio Morel’, tiene títulos tan estimables como ‘Monte Odina’, ese volumen híbrido que es un canto de amor a Aragón, y sus memorias: ‘Álbum de radiografías secretas’. "A mí ‘Monte Odina’ me gusta mucho, y el ‘Álbum de radiografías secretas’ es un libro prodigioso, es una mezcla de géneros y no sabes muy bien a qué atenerte. Hay memorias, ensayo, narración comentario periodístico, es una escritura muy personal…" Por ese libro, entre otros escritores, desfilan Baroja, Bertrand Russell, William Faulkner, al que conoció, Céline o Hemingway.

Pintura, Aragón, Dios

En la biografía de este escritor inagotable, que colaboró en estas páginas, también hay una faceta curiosa: su condición de pintor. Algunos de sus cuadros estaban en la casa de su hermana Asunción Sender en Barcelona, otros en San Diego y también había en Zaragoza, en casa de su hermana Carmen, gran profesora, a la que le decía: "Escribe, mañica, escribe". "Su pintura era personal. Decía que pintaba por desahogo y confesó una vez que se había citado con Picasso y que éste le había dicho que podía pintar. Sender necesitaba enfrentarse con el arte, y no es que sea un gran pintor, pero no hacía cosas malas, eh, y hay siempre una capa simbólica muy importante. Tiene varios libros sobre pintura, estaba muy interesado en el arte, tiene un libro que se llama ‘Ver o no ver’, donde expresa lo que la pintura significaba para él", explica José D. Dueñas.

"Su vida fue tan dramática, se fue de España en 1938 y acababan de fusilar a su mujer Amparo Barayón en Zamora, que idealizó el período de infancia y juventud, como se ve a través del amor hacia la niña Valentina Ventura"

Otro aspecto esencial, del que nunca se desmarcó, fue su amor por Aragón. Cultivó la seca añoranza del desterrado.

"Su vida fue tan dramática, se fue de España en 1938 y acababan de fusilar a su mujer Amparo Barayón en Zamora, que idealizó el período de infancia y juventud, como se ve a través del amor hacia la niña Valentina Ventura; idealizó los escenarios, pero es verdad que en los difíciles momentos, que tuvo muchos, decía que los valores que le habían ayudado a salir adelante, a no dejarse decaer por las circunstancias, habían sido los que había aprendido en su tierra. Él no cree en las naciones, pero sí en los territorios y el suyo era Aragón. Otro detalle: tenía una memoria lingüística excepcional. Y por eso conservó muchas palabras de su infancia y las siguió utilizando hasta su muerte". Otro matiz curioso: se enamoró por carta de Carmen Laforet y con ella habló mucho de su idea de Dios.

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