El Thyssen más oculto

El museo madrileño muestra hasta el 24 de septiembre una selección de obras de sus colecciones con guiños esotéricos.

El viaducto, 1963. Paul Delvaux.
El viaducto, 1963. Paul Delvaux.
Museo Thyssen-Bornemisza

Hay un Thyssen oculto. Hace algo más de un año, el historiador del arte Guillermo Solana decidió adentrarse en él. Exploró con otros ojos los fondos del centro y encontró guiños astrológicos, espiritistas, alquímicos, teosóficos, parapsicológicos. Mensajes que han estado siempre ahí, pero han pasado desapercibidos para la mayoría. El resultado de esa búsqueda puede disfrutarse hasta el 24 de septiembre en una muestra que abarca desde el Renacimiento hasta el siglo XX. "Son 59 obras, pero podía haber llegado al centenar. Cuando me puse a buscar, encontré muchas más referencias de las que me había imaginado", explica el director artístico del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y comisario de la exposición.

'Lo oculto en las colecciones del Thyssen-Bornemisza' es una muestra poco habitual. La historia de las prácticas y creencias paranormales discurre paralela a la de la religión convencional y a veces confluye con ella, pero hasta hace poco ha sido ignorada por los expertos. "Lo oculto recorre toda la historia del arte, todos los géneros. Sin embargo, hasta los años 80 la relación entre el arte y lo oculto fue considerada desde la historiografía académica como un tema incómodo, cuando no sospechoso". Se podía ser experto en pintura religiosa sin que se diera por supuesto que se profesaban esas creencias, pero un halo de credulidad y de excentricidad rodeaba a quien se acercaba con la misma mirada a lo paranormal.

La ruptura de un tabú

A principios del siglo XX, el historiador alemán Aby Warburg estudió la astrología en la pintura renacentista y, en 1970, el finlandés Sixten Ringbom hizo lo propio con el espiritismo en la obra de Kandinsky. Pero fueron casos aislados. Según Solana, todo empezó a cambiar en 1986 con la exposición 'The spiritual in art: abstract painting 1890-1985', organizada por Maurice Tuchman en el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles. Desde entonces y poco a poco, algunos centros han revisado sus fondos y organizado exposiciones temporales sobre arte y esoterismo. Una iniciativa que encaja con "el empeño de los museos por ofrecer nuevas miradas sobre sus colecciones".

El Museo Metropolitano de Arte de Nueva York fue escenario en 2005 de la muestra 'The perfect medium. Photography and the occult', trasladada al papel en un libro publicado por la Universidad de Yale. El año pasado, el Guggenheim de Venecia acogió la exhibición 'Surrealism and magic: enchanted modernity' y, en 2021, el Instituto de Arte de Minneapolis montó 'Supernatural America. The paranormal in american art', una aproximación a la fascinación de los estadounidenses por lo sobrenatural.

El aperturismo académico anglosajón al estudio de lo paranormal no se circunscribe al arte y tampoco es accidental. Es en Estados Unidos donde nacen o se afianzan la mayoría de las mitologías contemporáneas, desde el espiritismo a mediados del siglo XIX hasta la ufología y la parapsicología, "con los experimentos de Joseph Rhine en la Universidad de Duke en los años 30 del siglo pasado", apunta Solana. El ocultismo moderno es imposible de entender al margen de los descubrimientos científicos de los últimos doscientos años y de un género literario, la ciencia ficción, que reflexiona sobre las consecuencias de la exploración de otras realidades y del avance del conocimiento y de la tecnología.

Por las salas del Thyssen se pasean este verano espectros como los que creaba mediante trucos fotográficos Munch. Son los espíritus que invadieron Norteamérica y Europa en la segunda mitad del siglo XIX en sesiones como las que celebraba un pastor y médium cercano a la familia del artista noruego. En el centro de su óleo 'Atardecer' (1888), la figura borrada de su hermana Inger, visible gracias a la radiografía, flota como un fantasma próximo a la otra hermana de Munch, Laura, sentada mirando al horizonte. Muy cerca está colgada 'La muerte acechando a su familia' (1927), pintura de Tanguy que debe su título a una sesión espiritista citada por el Nobel de medicina Charles Richet en su 'Tratado de metapsíquica' (1922), que era como entonces se llamaba a la parapsicología.

"Plantear hipótesis"

La exposición del Thyssen se ordena en seis secciones: alquimia, astrología, demonología, espiritismo, teosofía, chamanismo y sueños, oráculos y premoniciones. Hay mensajes evidentes, como la carta astral del 'Retrato de Matthäus Schwarz' (1542) de Cristoph Amberger y el hada de 'El espíritu de la noche' (1879) de John Atkinson Grimshaw, y otros más sutiles, como el fondo rocoso alquímico del 'San Juan Evangelista en Patmos' (1470-75) de Cosmè Tura. "Me ha bastado con encontrar una fuente -un artículo o una referencia en un libro- que permitiera establecer una hipotética relación de una obra de arte con lo oculto para ofrecérsela al espectador", indica Solana, quien añade que no ha querido "demostrar nada", sino solo "plantear hipótesis".

Intentó dedicar una sección a la heterodoxia cristiana, pero no lo consiguió. "Busqué indicios de corrientes heréticas. Había algunos, pero me pareció que era todo muy conjetural, muy arbitrario, así que al final opté por la demonología, que es más obvia". En ella se incluyen obras como el 'Jesús entre los doctores' (1506) de Alberto Durero, donde a la derecha del protagonista hay un ser grotesco, demoníaco. También trató de centrar dos apartados en los masones y los rosacruces, por un lado, y en el tarot, por otro. En el caso de los primeros, "la documentación era muy escasa" como para poder atribuir simbologías a esas sociedades secretas y, en el segundo, a pesar de la conexión de los surrealistas con el tarot de Marsella, no encontró referencias ni en la colección permanente del museo ni en la de Carmen Thyssen.

"Los surrealistas estaban literalmente obsesionados por todo lo que trascendiera la vida cotidiana". Obras de esa corriente protagonizan buena parte de la sección dedicada a sueños, oráculos y premoniciones, con piezas como el 'Retrato del Dr. Haustein' (1928) de Christian Schad. En este cuadro, la sombra de la amante del médico, con la cabeza deformada y la mano con un cigarrillo convertida en una garra, resulta amenazadora y premonitoria de lo que va a pasar, se indica en el catálogo de la muestra. La relación extramatrimonial acaba en divorcio, y la esposa del retratado se suicida.

Rubens, Munch, Dalí, O'Keefe, Hans Holbein el Viejo, Picasso y Mondrian, entre otros, firman obras a las que ahora uno puede acercarse en el Museo Thyssen de un modo diferente, gracias también a las explicaciones detalladas que las acompañan. "Calculo que hemos puesto en las paredes unas 50.000 letras. Es una exposición en la que hay algo que ver y mucho que leer para ver de otra manera". Si alguien quisiera organizar una muestra sobre lo oculto en el arte sin limitarse a un periodo o a una colección, resultaría imposible por "infinita", reconoce Solana.

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