Lapopie, un estudio en Zaragoza donde se unen decoración, diseño y naturaleza

Este nuevo establecimiento desarrolla proyectos de interiorismo y reformas con un concepto diferente, atrevido y de gran impacto visual.

Imágenes de Lapopie, un concepto de decoración diferente y atrevido
Imágenes de Lapopie, un concepto de decoración diferente y atrevido
Ruben Losada/FotografiArte

Entrar en Lapopie es adentrarse en otro mundo. Uno fantástico y onírico, en el que los elementos decorativos se fusionan y complementan pese a su disparidad y eclecticismo. Grandes arreglos florales, mullidos sofás de terciopelo, muebles restaurados con exquisito gusto, murales gigantescos, caprichosas lámparas, exuberantes papeles pintados, cortinajes barrocos, detalles insospechados... Todo encaja, aunque nada pegue.

Lapopie es el sueño de Rosa Lahoz, que desde muy joven tenía clara su vocación decoradora. "Mi objetivo principal es crear espacios con personalidad, llenos de texturas y color, que sean inspiradores, de gran impacto visual y emocional", explica. Ahora, con su recién inaugurado estudio de interiorismo (María Moliner 15, Zaragoza), puede dar rienda suelta a toda su desbordante imaginación y dotar a cada espacio en el que interviene de un toque absolutamente personal.

Rosa, junto a su pareja, Ángel Simarro, hace su magia en eventos, particularmente en bodas, aunque también trabaja en espacios privados o profesionales. "A muchos establecimientos les falta esencia. Como los de estilo nórdico, de moda desde hace ya años pero que resulta frío, sin alma. Otro ejemplo, los bares: con el dinero que se gastan en decoración, podrían hacer algo más llamativo, que les distinga del resto", afirma Ángel.

Ese ‘algo’ es lo que, a juicio de esta pareja, pueden ofrecer ellos a sus clientes, y ya empiezan a tener pedidos. Solo en bodas tienen cubierto todo el mes de agosto, y algún establecimiento exhibe ya su particular firma.

Por cierto, el local, antes el bar La Tía Petaca, guarda muchas de las esencias que hicieron célebre al antiguo establecimiento, como la puerta original o el cartel de la entrada. Todavía es visible el lugar que antaño ocupaba la barra, en el que se ha puesto baldosa hidráulica, y se ha abierto al fondo un agradable patio donde había una oficina. También se ha eliminado el falso techo dejando al descubierto el espacio original, de casi cuatro metros de altura, en el que ahora encuentran acomodo sin problemas los enormes murales, palmeras o adornos florales que hacen suyo el entorno.

En la puerta del estudio siempre hay alguien atisbando hacia el interior, fascinado por su llamativo aspecto y preguntándose si sus artículos están a la venta. "De momento no, son los elementos decorativos que nos envían nuestros proveedores", explica Ángel. También hay detalles hechos a mano por Rosa, que lo mismo decora un jarrón que crea un cuadro rompedor con un marco dorado y un acertado arreglo floral. "Quizá algún día vendamos alguna cosa, ya iremos viendo", añade. Además, el estudio está disponible para presentaciones de producto, reportajes fotográficos o pequeños eventos. Ya saben, en un mundo fantástico y onírico.

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