Bodegas Breca y la esencia de la garnacha

El bodeguero Jorge Ordóñez ha consolidado en Calatayud su apuesta por esta variedad

El enólogo José Carlos Ríos, en un viñedo donde se obtiene la uva del vino Brega
El enólogo José Carlos Ríos, en un viñedo donde se obtiene la uva del vino Brega
A. T.

En Munébrega, en la comarca de Calatayud, el bodeguero Jorge Ordóñez encontró en 2010 la esencia de la garnacha. Catorce años después, ese hallazgo se ha consolidado y sigue creciendo alrededor de Bodegas Breca. Sobre el terreno, hablando con los que cuidan las viñas y elaboran los vinos, se entiende perfectamente de qué forma ese proceso de búsqueda se ha hecho realidad.

En uno de los viñedos viejos de apenas una hectárea, a mil metros de altitud y aislado del mundanal ruido, el enólogo José Carlos Ríos se acerca a una cepa en vaso y explica cómo al viticultor le piden que haga una poda corta. "Se obtienen racimos pequeños de uva muy concentrada; de cada cepa conseguimos medio kilo como mucho", comenta. En este escenario queda claro que no hacen falta muchos controles para considerarlo un cultivo ecológico. "Estamos en proceso de certificación", prosigue.

A esa altitud, la oscilación térmica, sobre todo en verano, es grande, "un detalle a tener muy en cuenta para conseguir vinos equilibrados con potencia de envejecimiento gracias a su concentración y acidez".

Eso es lo que tiene Brega, el vino de la gama más alta. Los suelos de pizarras y cuarcitas del viñedo plantado en 1911 aportan carácter, intensidad y equilibrio; una acidez muy viva y gran mineralidad. Todo ello se traduce en potencia en nariz, aromas de violetas, frescor y el tanino fino que se termina de pulir con la crianza en barrica. Un candidato claro a ser una de las mejores garnachas de Aragón.

Su hermano pequeño, Breca, da nombre a la bodega y de alguna forma expresa otra de las singularidades del trabajo de Jorge Ordóñez. "Cada parcela la vinificamos individualmente, así que en una vendimia hacemos 80 vinos diferentes que se mantienen por separado hasta el final de la crianza", explica el enólogo. De hacer el ‘coupage’ se encarga Jorge Ordóñez. Sus vinos se exportan mayoritariamente a Estados Unidos y él tiene grabado a fuego cómo debe ser el resultado final.

Los jóvenes Garnacha de Fuego y El Nacido, cada uno con sus matices, muestran la potencia de la fruta, intensidad aromática y mucha concentración. En el caso de El Nacido, al tener menos extracción, el color no es tan intenso, pero gana en sutileza y fragancia.

La garnacha de esta zona también se presta a elaborar un rosado de estilo provenzal, con poco color. Es el Breca Rosé, muy en la línea de tipo de vino que cada vez más demanda el mercado.

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