El Corral de Concilio, el restaurante de Aragón para comer de lujo con vistas a los Mallos

La materia prima es literalmente de kilómetro cero, casi habría que hablar de metros en lo que se refiere a las frutas y verduras.

Tartar con aromáticas de Concilio y especias, helado de mostaza, alioli de ajo negro, pétalos de caléndulas y puntos de remolacha.
Tartar con aromáticas de Concilio y especias, helado de mostaza, alioli de ajo negro, pétalos de caléndulas y puntos de remolacha.
El Corral de Concilio

Hay pocas cosas más agradables al alcance de la mano que un fin de semana (o una semana) en un lugar con encanto real, en el que el alojamiento sea placentero y la comida, exquisita. Para eso no hay edad. Si además el precio no se sube a la estratosfera, mucho mejor. Y si el lugar no lo conoce todo el mundo, se suma la agradable sensación de tener un tesoro que no todo el mundo puede disfrutar, aunque sea prestado.

Todas esas condiciones se cumplen en El Corral de Concilio, un establecimiento familiar situado en la aldea de Concilio, perteneciente al municipio de Murillo de Gállego (Zaragoza), muy cercana a Ayerbe: está apenas a 6 kilómetros, y se llega en un momento desde la carretera que une la última localidad zaragozana de ese rincón (Murillo, junto con Santa Eulalia) y la primera oscense, Ayerbe.

En El Corral de Concilio, la comida y el hospedaje comparten espacio físico y se complementan, pero no están atados el uno al otro: pueden funcionar de manera independiente. Carlota y Jorge son los responsables de este éxito a escala, que ya lleva años circulando entre los amantes de la buena gastronomía y las atenciones ‘de casa’. Hace algo más de una década fueron noticia por el nacimiento de su hijo Diego, el primero que nacía en esa aldea desde que el tío abuelo de Diego por parte materna, Javier Auría, lo hiciera 51 años antes, cuando Concilio pertenecía a Huesca.

Los platos del Corral de Concilio: arriesgar con estilo

La cocina del Corral sigue escrupulosamente las recetas de siempre, pero como base para inventar a partir de ellas. La materia prima es literalmente de kilómetro cero, casi habría que hablar de metros en lo que se refiere a las frutas y verduras. 

La gente se queda sobre todo con los desayunos y los aperitivos, entre los que destacan especialidades como la tosta de crema de queso trufada, mermelada de tomate y anchoa, o el pollo guisado con frutos secos.

Los viernes y sábado dan servicio de cenas y el domingo, de comidas. El desayuno está disponible para la gente que se hospeda. La reserva es clave: el sitio es pequeño, como suele ocurrir en estos formatos de estilo ‘boutique’. 

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