gastronomía
La carta del nuevo quiosco de Sagasta: del picoteo a las recetas con nombre y apellido
La propuesta de Cartelera Bungalobar rinde homenaje a bares como Martínez y Antonio, de San Sebastián, o los restaurantes La Ancha y Las Tortillas de Gabino, de Madrid.
Una de las secuelas que ha dejado la pandemia ha sido el gusto por las terrazas, que ahora prácticamente se disfrutan durante todo el año. Estas ganas de acercarse a los establecimientos hosteleros al aire libre han coincidido en Zaragoza con el 'boom' de nuevos quioscos.
El goteo de aperturas se ha ido produciendo en los dos últimos años, así que ya han tenido un tiempo de rodaje y puede empezar a valorarse hasta dónde llega su propuesta culinaria. Precisamente, esto es lo que nos proponemos en una serie de reportajes que se irán publicando durante los próximos meses.
Al chef Martín Berasategui le gusta decir que la única receta que no rota en sus cartas es la de callos. Sin duda, la suya es toda una declaración de intenciones sobre lo que sucede en sus restaurantes. Básicamente, que se cocina a fuego lento y hay un gran respeto por la tradición. En la carta de Cartelera Bungalobar hay callos, un detalle que, de entrada, resulta curioso. Este quiosco urbano está situado en el Paseo de Sagasta, en una zona céntrica y de mucho tránsito. En un escenario así, se agradece saber que se puede disfrutar de un plato de callos, cuya receta es de Fernando Sánchez-Arroyo.
No es la única referencia de la carta con nombre y apellidos. A los propietarios de Cartelera -que también gestionan los quioscos de la plaza de los Sitios y de Montecanal- les gusta rendir homenaje a aquellos profesionales y establecimientos que, a su juicio, lo hacen bien. Es el caso, por ejemplo, de pinchos como el Igueldo, del bar Antonio de San Sebastián; el pimiento del piquillo relleno de bonito, que también homenajea al bar Martínez de esta ciudad; el taco picante, receta original de Azucena Blasco, o la tortilla de guiso de callos, de La Ancha de Madrid.
En el apartado de tortillas, en época de trufa negra se ofrece una trufada, y otras opciones son con alioli y salsa brava casera, y la velazqueña, una de las que cocinan en Las Tortillas de Gabino de la capital de España.
Esta carta de presentación muestra que Cartelera Bungalobar es mucho más que un sitio de picoteo o para tomar el aperitivo, algo que, por cierto, también resulta interesante. Su colección de gildas, el huevo relleno de bonito, las batidas de jamón y cangrejo, y las chips con varios acompañamientos invitan a disfrutar de este momento gastronómico del día.
En cuanto a su diseño, se ha buscado que el quiosco esté protegido del viento, con el edificio de instalaciones delante y la pérgola detrás. Esta se abre completamente y cuando el calor aprieta se puede cerrar y climatizar con ventiladores y pulverizadores de agua. En su interior hay 27 mesas y 16 fuera. El sol prácticamente no da durante todo el día, así que no son necesarias las sombrillas.
La cocina abre a las once de la mañana y a las siete de la tarde vuelve a ponerse en marcha tras el servicio de mediodía, así que prácticamente a cualquier hora se puede picar algo. Para almorzar, merece la pena acercarse a una curiosa receta internacional: el entrecot Café de París. Otras opciones son sus tres bocadillos clásicos: el Bungalobar Club Sándwich; su versión de uno de calamares, que tanto gustan a los zaragozanos, y una doble smash burger de vaca madurada.
Este mismo aire de clasicismo cargado de detalles se respira alrededor de la coctelería, que también tiene mucho protagonismo. Bloody mary, dry Martini, negroni, café irlandés... son algunas de las propuestas que se preparan con mimo en la generosa barra del quiosco.
