gastronomía
Las tartas en Zaragoza: del desayuno a la merienda
Llevan años de moda para merendar, pero ahora esta dulce opción gana terreno en los desayunos
No se decide. Cuando parece que va a señalar la de zanahoria con cobertura de mascarpone, saliva con la red velvet. "Esta es de pera y chocolate", dice la camarera, una frase que le complica más que aclara. Los ojos van de un lado a otro del mostrador, repleto de tartas y bizcochos.
Pocas cafeterías se resisten a ofrecer en su mostrador estas dulces opciones que no entienden de edad, gustos, compañía ni de época del año. Tampoco de momento del día ni de acompañamiento. Lo habitual es que se sirvan con café, té o chocolate, pero liga bien con batidos y zumos. Hasta con combinados se puede acompañar una ración de tarta.
En las terrazas cada vez se ven más platitos con porciones, entre amigos y familiares se ha convertido en un plan habitual y en las cafeterías que las venden han apreciado un incremento de la demanda. "Antes las tartas se destinaban a una celebración o como postre, pero ahora se comen durante todo el día y se comparten. La tarta se ha convertido en un producto gourmet", señala Isidro González, de Doña Hipólita, en Zaragoza. "Es algo tan festivo que un trozo convierte un día en especial", coincide Laura de la Rúa, de Mi Habitación Favorita, también en la capital aragonesa.
"Mi madre era modista, pero a mí siempre me hacía los bizcochos para las excursiones. El día que abrimos le pedí que me hiciera uno de chocolate y se acabó. El segundo día repetimos el de chocolate y otro de naranja con chocolate. Al tercer día ya estaba contratada", recuerda entre risas Isabel Muñoz. Así comenzó la historia laminera en el Café Botánico, en el zaragozano pasaje del Ciclón, convirtiendo también un día común en señalado.
"Los hace igual que en casa, como toda la vida", apunta Isabel, lo que puede ser la clave del éxito. Harina, huevos, aceite de oliva y azúcar de caña son los ingredientes tradicionales que utilizan. Tanto ella como el resto de los hosteleros reivindican que el precio de algunos productos ha aumentado en los últimos tiempos.
Eugenia, la madre de Isabel, ha experimentado a lo largo de los años con sabores, agregando zumo de naranja o cacao. En el 'top' está la tarta de zanahoria. En el Café Botánico han conseguido que sus dulces se hayan ganado un hueco en los paladares de los zaragozanos y turistas. Aunque los fines de semana cuentan con más variedad, de lunes a viernes en su mostrador ya es difícil decidirse. "¡Más de 30! -exclama Isabel cuando se le pregunta si calculan las que harán los sábados y domingos-. Lo contamos en kilos".
La apuesta de los clientes por este tipo de postres se vincula también a que se trata de dulces más naturales que los industriales. "Si te comes uno, que sea lo más saludable posible", indica Muñoz en la terraza del Botánico, donde a media tarde es complicado encontrar una mesa libre.
La misma estampa se repite en Doña Hipólita, otro templo para los lamineros que ha dado una nueva vida a una antigua tienda de paños de la plaza de San Felipe. Allí, las tartas son motivo de devoción desde sus inicios. "Tenemos ocho sabores y dos que cambian en función de la temporada", explica Isidro González, al frente de la preciosa cafetería que él mismo diseñó y abrió hace 8 años. Entre las que más triunfan destacan red velvet –tanto con chocolate como con mascarpone– y la de zanahoria. No obstante, también tienen de matcha, thai, Guiness, de Baileys, piña o limonada rosa, dentro de una larga enumeración.
Todas ellas las elaboran en su obrador propio, de donde también salen las de sus establecimientos de Arzobispo Morcillo y de la plaza de la Reina Sofía. Por cierto, entre manos guardan una sorpresa: Doña Hipólita Los Sitios. En la céntrica plaza del mismo nombre abrirán en los próximos meses la nueva cafetería que guardará el encanto de una antigua librería.
La mañana, una nueva tarde
"Hemos observado que ahora la gente queda a desayunar con tarta más que antes", analiza Isabel Muñoz. "Los desayunos explotaron a raíz de la pandemia, tanto que se han convertido en una segunda tarde", explica Laura de la Rúa, mano pastelera de Mi Habitación Favorita. Al otro lado del escaparate de una vieja tienda de electricidad y bombillas de Espoz y Mina brillan las creaciones de esta madrileña enamorada de la capital aragonesa.
En su caso, los primeros pasos los dieron con cuatro sabores –fresa y crema, zanahoria, red velvet y chocolate con leche–, pero en la actualidad la variedad es amplia. Desde chocolate doble, stracciatella, chocolate con cacahuete, limón y arándanos, melocotón o amarena, una cereza italiana ácida. ¿Cuál es la preferida de la pastelera artesana? "Siempre la última y ahora me encanta la selva negra", confiesa Laura, aunque también menciona coco loco, que une el sabor de coco con mermelada de maracuyá, con su ácido toque.
¿También sin gluten? "A veces los celiacos traen a sus grupos de amigos porque saben que aquí pueden comer", cuenta de la Rúa. Incluso, vegana, como la sacher en la que "no se nota la diferencia". En las mesas de Mi Habitación Favorita, en el Hotel Sauce, se sientan variedad de perfiles, desde familias al completo con niños hasta grupos de señoras que pasan la tarde en torno a una conversación.
Estos ejemplos son una muestra del dulce arraigo en Aragón, pero la lista es larga. En cualquier caso, unos y otros invitan a que comer un trozo de tarta o de bizcocho sea una experiencia, donde compartir plato y tiempo.
