brindis
Así se hace el whisky español sin complejos
La destilería de DYC, en un pueblo de Segovia, es un edén para la historia de las bebidas alcohólicas de España.
"Agua de vida" es el significado que atribuyen a la palabra whisky, aunque escoceses e irlandeses disputan por su propiedad. Esta bebida espirituosa se consigue a partir de la destilación del mosto fermentado de distintos cereales, como la cebada malteada o el maíz, lo que determina que sea de un tipo u otro.
Más allá de las islas británicas, en otros países también se elabora whisky, como también ocurre en España. No obstante, en la primera legislación específica de whisky del país, el 'Reglamentación Especial para la elaboración, circulación y comercio de whisky', data de 1957. Fue impulsada por Nicomedes García, para quien un viaje a Escocia se convirtió en una aventura de vida. Con sus conocimientos en el sector –su familia era la propietaria de anís La Castellana– y su interés, consiguió regresar con la fórmula del whisky. Así, con el paso de los años, fundó Destilería y Crianza de Whisky, tal vez más conocida como DYC.
La destilería se emplaza en el interior del molino palacio del Marqués del Arco, un edificio señorial único que data del siglo XV y que se encuentra Palazuelos de Eresma, a 1.036 metros de altura. Antes de que el aroma a whisky llegara, fue convento de frailes, lavadero de lanas, fábrica de papel y de harina.
Junto a ella discurre el río Eresma, que procede del deshielo de la Sierra de Guadarrama, es un "gran factor diferencial". Destaca por tener un débil contenido mineral, que es básico para exprimir el aroma de las maltas. Bajo el arco de entrada, ahora entran camiones de cereales castellanos, ya que apuestan por materias primas de proximidad.
Tras la descarga en los silos, se transporta hasta las salas de germinación. En unas piscinas, gracias a una humedad y temperatura controladas, germina. Ahí, libera una serie de enzimas que permiten la transformación del almidón en azúcares, imprescindible para conseguir alcohol. De sala a sala se descubre el proceso de fabricación, de la materia prima a la doble destilación en los alambiques, de varias formas y tamaños, lo que le brinda al aguardiente aromas y sabores diferentes.
El olor a alcohol y las altas temperaturas son importantes en estas estancias, unas condiciones que contrastan con menos grados en la bodega bajo tierra. Cientos de barriles se disponen en varios pisos, donde madura el whisky. Los barriles proceden de América, donde ya se han usado. Una característica de estas pipas es que la madera está "abrasada", lo que le otorga el color caramelo, ya que tras el destilado es incoloro. De esta forma, conforme más tiempo permanece en la barrica, más color asume. Llama la atención la demostración de una lama antes de la maduración –totalmente negra– a después –un tono de madera anaranjado con matices de barniz–.
En DYC, con orgullo recuerdan sus casi seis décadas de tradición y muestran todas las botellas, desde la primera de 1963 hasta las actuales. Y de distintos años de maduración, como la de 8, 15 o ‘pure malt’. Incluso, la edición especial de Lorenzo Caprile. Esto se descubre en el itinerario guiado por la destilería –se puede visitar previa reserva–.
"Gracias a DYC, el whisky en España pasó de ser de ‘gansters’ y vaqueros a una bebida para todos", alardean. Se traslada en las campañas publicitarias de sus inicios, donde se veía beber a mujeres, algo atípico para la época. "Para gente sin complejos" es uno de sus lemas más conocidos y que muchos repiten cuando se menciona DYC, aunque en la actualidad estén "orgullosos de lo que somos".
