Cómo hacer una teta de Santa Águeda, paso a paso

Comer este dulce típico en Santa Águeda es toda una tradición. Hecho a base de bollo y con un relleno de nata o de trufa se hace irresistible a cualquier paladar. 

Las reliquias de Santa Águeda, conocidas como 'tetas' o 'teticas', se hacen con una base de bollo rellena de nata y, tal y como la elaboran en el Horno Ismael de Zaragoza, con una capa añadida de trufa.

La tradición no perdona y las buenas costumbres, tampoco. Por eso, este sábado, con motivo de la celebración de Santa Águeda, patrona de las mujeres, lo típico se impone a la todavía lejana operación bikini, y lo que toca es degustar una deliciosa reliquia de la santa, que en la tradición popular recibe el nombre de teta o ‘tetica’. 

Sí, se trata de esos deliciosos bollos rellenos de nata o de trufa -el mercado cada vez improvisa más en cuanto a sabores-, recubiertos en la parte superior por una capa de chocolate y coronados con una guinda a modo de pezón. "En nuestro caso, seguimos como de costumbre. Las rellenamos con una capa de nata y otra de trufa, los sabores más clásicos", apunta Augusto Aladrén, encargado del obrador del Horno Ismael de Zaragoza, quien asegura que el secreto "está en la masa y su fermentación".

"Nosotros las elaboramos con una masa brioche que hacemos a última hora de la mañana. Dejamos que fermente toda la noche y así logra coger un volumen adecuado. Al día siguiente procedemos a la cocción, que no pasa de los diez minutos en un horno a 220 grados de temperatura, y así el sabor es mucho mayor", asegura Aladrén, mientras enumera las decenas de reliquias que tiene sobre la mesa del obrador.

"El año pasado llegamos a vender un millar, y parece que esta vez va a ser igual por el ritmo de ventas que ya llevamos", dicen desde el Horno Ismael. Para ello, un grupo de cinco reposteros se afanan para ir sacando del horno, decorando y rellenando cada tetica, "todas iguales pero diferentes", dice con sorna Augusto Aladrén. 

Una capa de nata, el bollo bien empapado en huevo, y otra capa de trufa. Así hasta 1.000 unidades listas para tapar y para decorar. "Cada pastelero lo hace a su manera. A nosotros nos gusta darle un capa de chocolate. Le da mucho brillo y la hace más sabrosa", apunta el repostero. 

Casi ya lista para endulzar el escaparate de esta pastelería, abierta en 1978, su jefe de obrador no olvida dar "el toque final". "No puede salir a la venta sin la chocolatina -en este caso blanca-, que hace alusión a Santa Águeda. Entonces sí, ya está lista para disfrutar", concluyen desde el Horno Ismael. 

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