gastronomía

Cuatrillizos y hosteleros al frente del asador Los Cántaros

Mario, Pablo, Víctor y Óscar Cabañero han asumido el reto de mantener este negocio tras la muerte de su padre, la pandemia y un accidente laboral.

Víctor, Pablo, Mario y Óscar Cabañero, en el asador Los Cántaros.
Víctor, Pablo, Mario y Óscar Cabañero, en el asador Los Cántaros.
A. Toquero

Mario, Pablo, Víctor y Óscar Cabañero son hermanos. Tienen 25 años y nacieron con apenas unos minutos de diferencia entre uno y otro. A estos cuatrillizos zaragozanos la vida les ha cambiado bastante en los últimos dos años.

En noviembre de 2019 todos trabajaban en el negocio familiar, el asador Los Cántaros (Autovía de Logroño, Bajo. Km. 7,800. 976 341 067), que su padre, José María, abrió hace 28 años, cuando ellos todavía no habían nacido. Un lunes de ese mes de noviembre, José María sufrió un derrame cerebral cuando estaba solo en el restaurante y falleció a los pocos días. La vida de esta familia se empezó a torcer de forma inesperada.

Con 23 años, los cuatrillizos se enfrentaron primero al dolor de la muerte de su padre y jefe, y a los pocos días, al reto de ponerse al frente del negocio sin tener mucha idea de cómo se gestiona un establecimiento hostelero. “Cuando empezamos a aprender un poco y a poner en orden los papeles –comentan los cuatro hermanos–, llegó la pandemia y fue como meternos de nuevo en un agujero negro”.

“El del asador era el único ingreso que entraba en casa –prosiguen–, nuestra madre no tiene un trabajo fijo, así que ha sido un año y medio complicado”. Pero como no hay dos sin tres, los problemas crecieron cuando el pasado mes de enero Mario se amputó el dedo meñique de una mano cortando carne. “Todavía estoy de baja –explica–, llevo cuatro operaciones y me falta alguna más, pero quiero incorporarme de inmediato”.

Este cúmulo de desgracias ha hecho mella en el ánimo de estos jóvenes, pero también ha servido para que estén más unidos. “Hay que salir adelante como sea, así que, o curramos o curramos”. Este ha sido su lema desde la muerte de su padre y lo tienen grabado a fuego.

Víctor Cabañero se encarga de manejar la parrilla del asador.
Víctor Cabañero se encarga de manejar la parrilla del asador.
A. Toquero

De los cuatro hermanos, Óscar es el que menos ganas tiene de ver su futuro profesional vinculado a la hostelería. Estudió el grado de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y ahora está preparando oposiciones. Pero tras la muerte de su padre se puso de nuevo el delantal y regresó unos meses al asador. “Ahora echo una mano cuando hay picos fuertes de trabajo –asegura–, pero quiero dedicarme a lo que he estudiado”.

Los otros tres, Mario, Pablo y Víctor, tienen bastante claro que van a seguir. “Era la ilusión de nuestro padre, que continuáramos con el asador”, comentan. Otra de las enseñanzas que les inculcó es que “las cosas solo se consiguen con esfuerzo”. Y en ello están poniendo todo su empeño. Eso sí, lo de estar todos los días desde las 9 de la mañana hasta la madrugada ya pasó a la historia. “Ahora solo abrimos por la noche el viernes y el sábado; el resto de la semana no merece la pena”.

Pablo Cabañero, atendiendo a un cliente en el comedor.
Pablo Cabañero, atendiendo a un cliente en el comedor.
A. Toquero

Los hermanos Cabañero afrontan con ilusión el inicio del nuevo curso que supone el mes de septiembre y con el deseo de que ninguna desgracia más se cruce en su camino. De momento, no llevan idea de cambiar el rumbo gastronómico de Los Cántaros. “Nuestra especialidad es la brasa, donde hacemos caracoles, chuletón y ternasco, pero tenemos una carta amplia en la que también hay asados y pescados”, explica Víctor mientras pone unas chuletillas en la parrilla.

A Pablo todavía le quedan cinco asignaturas para terminar el grado de Relaciones Laborales. En su horizonte más próximo quiere terminar la carrera y seguir unos años en el asador “hasta decidir si es lo que voy a hacer en el futuro”. Así que el delantal no lo piensa colgar tan pronto. Y Mario es el que más claro lo tiene. Él va a continuar, sí o sí, al frente de la nave. Cada uno a su manera está haciendo realidad el sueño de su padre.

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