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La aragonesa Calzados Tello cumple 120 años en San Sebastián

Dos bisnietas del fundador de la empresa, natural de Lechago, continúan al frente del negocio familiar.

Ariadna y Estíbaliz Tello, biznietas del fundador de Calzados Tello
Ariadna y Estíbaliz Tello, biznietas del fundador de Calzados Tello
C.T.

El hecho de que un negocio se convierta en centenario hoy en día es, sin duda, toda una hazaña. Y de ello pueden presumir, con creces, Ariadna (49 años) y Estíbaliz (48) Tello, actuales propietarias de Calzados Tello, una empresa familiar radicada en San Sebastián que acaba de cumplir 120 años y cuyas raíces son aragonesas, en concreto turolenses. Especializadas en la venta de calzado de mujer, bolsos, paraguas y cosmética para el calzado, aseguran encontrarse en "un momento de madurez del negocio, dando pasos siempre para mejorar y adaptarnos a la demanda y a los tiempos".

Pero, ¿qué pensaría Miguel Tello Martín, nacido en Lechago en 1864, quien abrió la primera de estas tiendas en el año 1903 en el número 3 de la calle Arroca? "Pienso que se sentiría muy orgulloso, seguramente incluso sorprendido. Al fin y al cabo, él fue un gran emprendedor en su tiempo y que tu negocio lleve tantos años en activo no es algo sencillo". Así lo explica Ariadna, una de sus bisnietas, quien, junto a Estíbaliz, encabeza la cuarta generación de zapateros de esta saga familiar, aseguran sentirse profundamente emocionadas y tener las ideas muy claras. "Es un orgullo continuar con su legado. Hoy en día el comercio local tiene que luchar contra las grandes multinacionales, internet… llegar hasta aquí ha sido todo un reto", afirma Ariadna.

"Es un orgullo continuar con su legado. Hoy en día el comercio local tiene que luchar contra las grandes multinacionales, internet… llegar hasta aquí ha sido todo un reto"

Aunque ambas siguen elogiando la filosofía de su fundador a capa y espada -defendiendo el calzado de piel fabricado en España, con producto más asequible y de temporada- su objetivo es seguir avanzando, evolucionando ¡y cumpliendo años! "Tenemos muy claros cuáles son los pilares de nuestra empresa: nuestro personal, familia y amigos y, especialmente; nuestros clientes", reivindica.

Ambas aprendieron bien el oficio de su padre, Manuel Miguel Tello, un enamorado de esta profesión, señalan. "Vivía por y para el negocio. Y nosotras hemos pasado toda nuestra infancia metidas en la tienda, jugando en el almacén, ayudando en algunas tareas…", rememora. Y es que si hay algo que tiene claro la empresaria es que este negocio es su vida: "Esto implica una gran responsabilidad porque son muchas generaciones las que han pasado por aquí, hay mucho esfuerzo de toda ellas".

Por eso, era el momento de celebrar sus 120 años por todo lo alto. Y qué mejor que hacerlo en el mismo establecimiento que tantas alegrías les ha dado. La cita tuvo lugar en el local original, en Fuenterrabía 12, en el centro de San Sebastián, en una de las dos tiendas que regentan en la actualidad. "Nos hacía mucha ilusión juntar a toda nuestra gente en la tienda. Tuvimos música, comida, regalos y sobre todo muy buen ambiente", rememora.

"Tenemos muy claros cuáles son los pilares de nuestra empresa: nuestro personal, familia y amigos y, especialmente; nuestros clientes"
A la izquierda, Miguel Tello Martín y Domingo Tello Ferrer. A la derecha, Manuel Miguel Tello Arnaiz, con las majas de las fiestas de Lechago. A la derecha, Ariadna y Estíbaliz Tello, en la tienda actual.
A la izquierda, Miguel Tello Martín y Domingo Tello Ferrer. A la derecha, Manuel Miguel Tello Arnaiz, con las majas de las fiestas de Lechago. A la derecha, Ariadna y Estíbaliz Tello, en la tienda actual.
Cedidas por la familia Tello

La historia del fundador

Ariadna recuerda con facilidad la historia de su bisabuelo al que, aunque no conocieron, tienen muy presente cada día. Con tan solo 12 años dejó el pueblo y se mudó a Zaragoza para aprender un oficio. "Se hizo curtidor y volvió a casa", destaca. Con 24 conoció a Gregoria Ferrer, zaragozana que acabó convirtiéndose en su mujer y con la que tuvo nueve hijos. Tras vivir una temporada en Pamplona y luego en Tudela, se trasladaron a San Sebastián, de nuevo, a buscar fortuna.

Y vaya si lo hizo. Primero fue un taller de curtidos en la calle Urbieta, y luego una fábrica en la vía Aroca, que pasó de dar trabajo a diez personas a un centenar en apenas 20 años. Pasó el tiempo, y en su mejor momento llegaron a tener cuatro tiendas, una fábrica de calzado y un negocio de encurtido, así como un garaje con capacidad para 250 coches. En 1935, el turolense falleció y cedió el testigo a su mujer e hijos, los cuales se vieron obligados a hacer frente a la guerra civil española. Todos huyeron a Francia salvo Domingo, abuelo de las actuales dueñas, y una hermana pequeña.

"Nuestro padre siempre nos transmitió el profundo amor que sentía por Aragón, del que, en cierto sentido, se sentía parte"

Ariadna recuerda que tanto su bisabuelo como su padre siempre procuraron mantener el vínculo con Lechago. Tanto que, durante mucho tiempo, realizaron aportaciones para reformar la iglesia o la Casa Consistorial, y donó una importante cantidad de libros a la biblioteca municipal de la localidad: "Nuestro padre siempre nos transmitió el profundo amor que sentía por Aragón, del que, en cierto sentido, se sentía parte".

De hecho, hasta sus hijos han pasado por el manto de la virgen del Pilar en Zaragoza, a la que van a visitar siempre que pueden. "Es una promesa que le hicimos, igual que ir al menos una vez al año a la basílica y encender una vela. Quizás ahí esté el secreto de los 120 años", bromea. Ahora, con 120 años a sus espaldas, toca seguir pensando en sumar. Por lo pronto, los retos no cesan y las empresarias ya trabajan en la puesta en marcha de su negocio ‘online’: "Ya sabes lo que dicen, en un negocio es renovarse o morir".

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