economía

El cambio de hora en octubre: poco ahorro energético con la actual subida de precios de la luz

Uno de los argumentos para mover una hora en invierno pierde fuerza con la escalada de la electricidad.

Instalaciones de Ferroatlántica del Cinca en Monzón.
Instalaciones de Ferroatlántica del Cinca en Monzón que ha anunciado paros por la subida de la luz.
Heraldo

El último fin de semana de octubre toca cambiar la hora de los relojes para estrenar el horario de invierno. Uno de los argumentos tradicionales para ajustar las saetas es el ahorro energético que supone acompasar la rutina a las horas de luz solar, pero con la actual escalada de precios de la electricidad, poco se puede hacer para conseguirlo.

Una hora de sueño ganada al reloj supone que  en la madrugada del sábado al domingo 31 de octubre, a las 3.00 volverán a ser las 2.00.  Ni empresas ni hogares podrán hacer mucho esta vez para bajar la factura de la luz, aunque hay expertos que aseguran que se puede conseguir poco desde hace años.

Ahorro amortiguado

"La variación energética es mínima, afecta mucho más a efectos psíquicos y médicos, trastornos de comportamiento de niños y ancianos", explica Carlos Monne, profesor titular de Ingeniería Mecánica en la Universidad de Zaragoza. Hace unos años desde la Escuela de Ingeniería y Arquitectura (EINA) publicaron un estudio en el que llegaban a la conclusión de que si había algún ahorro en energía "pasado un tiempo se amortiguaba el consumo y volvía a ser el estándar. En una o dos semanas se estabilizaba", recuerda. 

"Las grandes empresas tienen un horario de funcionamiento independiente del sol. Utilizan poco la energía lumínica del sol, básicamente tienen luz artificial, porque suelen ser edificios cerrados", señala Monne. El profesor se encuentra entre quienes defienden que el cambio de hora "es un hecho superado", del que "se podía prescindir" ya que "a nivel energético es indiferente". El precursor de esta medida fue el político e inventor estadounidense Benjamin Franklin en el siglo XVIII. "Cuando en las guerras había escasez de combustible y se intentaba ajustar los horarios", apunta el profesor.

En España se lleva aplicando desde 1974. "Como medida de eficiencia por aquellos tiempos, por el contexto geopolítico en la crisis del petróleo,  tenía sentido aunque no estuviera cuantificado el ahorro", añade Yassine Rqiq, investigador del departamento de Industria y Energía del Circe, el centro aragonés de investigación que trabaja con empresas para mejorar su eficiencia energética, entre otras áreas.

"Se empezó a aplicar cuando en la industria había solo un turno"

Desde el Circe, Rqiq recuerda que el cambio horario "se empezó a aplicar cuando en la industria había solo un turno", pero ahora en muchas se han implantado tres, los de mañana, tarde y noche, lo que hace que haya fábricas que no paren en todo el día.  Entonces se buscaba también "reducir la parte de consumo en iluminación y en eso se ha evolucionado mucho ya que ahora se puede conseguir con usar una bombilla LED de 5 vatios donde antes se necesitaba de 60", pone como ejemplo de los avances en eficiencia. Todo ello hace que en los últimos estudios sobre el ahorro del ajuste horario, aunque es difícil de cuantificar, lo sitúen en "solo el 5%", según datos del IDAE, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica. 

Monne recuerda que en España hay una anomalía horaria ya que el país se rige no por el huso horario que marca el meridiano de Greenwich sino por una hora más, la de Alemania. "El meridiano de Greenwich pasa por aquí y si fuera por el sol realmente teníamos que llevar el horario de Inglaterra", recuerda. El cambio se debió a una decisión política en los años cuarenta, durante el régimen franquista.

"El problema gravísimo es el consumo energético en los procesos de producción, que funcionan igual de día o de noche"

Con la actual subida de precios, el profesor de ingeniería considera que lo único que puede ayudar a ahorrar a las empresas es ajustarse a las franjas horarias "de las tarifas eléctricas". La luz sigue disparada con el kilovatio hora instalado en los 200 euros. El incremento de costes fijos por el aumento de la factura en energía ha empezado a provocar problemas en algunas grandes compañías, sobre todo, las de sectores industriales con un elevado consumo en electricidad. En Aragón, la oscense Ferroatlántica ha anunciado paros para recortar costes y desde la patronal del metal zaragozana FEMZ han asegurado que podrán seguir otras electrointensivas. 

"El problema gravísimo es el consumo energético en los procesos de producción, que funcionan igual de día o de noche", alerta Aurelio López de Hita, presidente de Cepyme Aragón. Advierte de que tras el parón por la crisis sanitaria de covid-19 la economía "se está reactivando, que no recuperando". En cuanto a aumentar o reducir el gasto en iluminación, al que puede afectar más el cambio horario, explica que las empresas "están tomando medidas para cambiar sistemas" para favorecer más el ahorro energético. 

La preocupación por el encarecimiento de la luz se da tanto en las grandes como en las pequeñas empresas. "Repercute directamente en las pymes, en las que en sus procesos de producción consumen energía, e indirectamente, por el encarecimiento de los productos derivados de las grandes empresas", señala López de Hita. Reconoce que a estas últimas "no les va a quedar más remedio que encarecerlos", como va quedando reflejado en la inflación, situada en el 4%. "El consumidor también se ve afectado en el recibo y en el incremento de precios", apunta. 

Ningún alivio para los hogares

Desde las asociaciones de consumidores vienen alertando de la pérdida de poder adquisitivo de las familias, mientras el índice de precios al consumo (IPC) se mantenga en niveles tan altos. Con el cambio horario no esperan ningún alivio. "El ahorro es siempre relativo porque se supone que es para aprovechar horas de luz, pero si estás con luz artificial siempre te da igual que fuera haya más o menos sol", apunta Lucía Germani, presidenta de la asociación Actora Consumo. Recuerda que "hace años" que se viene hablando de dejar de cambiar la hora pero se sigue sin tomar una decisión.

La propuesta de tener solo uno de los dos horarios, el de verano o el de invierno, se viene estudiando desde la Unión Europea. "Actualmente se habla de mantener el de verano", explica Rqiq. Tras la consulta que se hizo a nivel europeo hace un par de años, en España el resultado fue casi unánime sobre "que no hubiera cambio de hora", añade, pero nada se ha avanzado. 

"El cambio de hora puede afectar a la cantidad de melatonina que se produce. Esta hormona es clave para la regulación de los ciclos de vigilia y sueño según la luz solar"

A nivel físico, pueden notar más sus efectos "los mayores y enfermos", señala la psicóloga Yolanda Cuevas. "Los especialistas en Unidades del Sueño explican que para la mayoría, los trastornos desaparecen en 3 ó 4 días, pero hay personas que a partir de los 50 años puedan necesitar algún día más", añade. El 'jet lag' que puede suponer adaptar el cuerpo al nuevo horario incluye trastornos del sueño, insomnio y somnolencia por el día.

"El cambio de hora puede afectar a la cantidad de melatonina que se produce. Esta hormona es clave para la regulación de los ciclos de vigilia y sueño según la luz solar. Esta desregulación en la secreción de melatonina es suficiente para que el organismo se resienta", señala Cuevas, desde el Colegio Oficial de Psicología de Aragón.

Ejercicio y cenas ligeras

Además, un mayor cansancio y fatiga "provoca nerviosismo, cambios de humor, irritabilidad, peor concentración, mareo, problemas digestivos y baja el rendimiento", detalla la psicóloga. La calidad del sueño puede disminuir un 10%.

El efecto puede ser mayor en personas con problemas previos como depresión, insomnio, cefaleas, migrañas o diferentes enfermedades neurológicas o riesgo cardiovascular. "Son las más vulnerables y empeoran", advierte Cuevas. 

En cualquier caso, afirma que "el cambio en marzo es peor y es el que se compara con el 'jet lag' porque perdemos una hora de sueño". Así, el cuerpo se adapta mejor a un día de 25 horas "porque está más próximo al reloj interno que dura algo más de 24, que a uno de 23". Como mucho, los efectos pueden durar tres semanas. 

La psicóloga aconseja no automedicarse y optar por practicar "ejercicio moderado, cenar ligero, evitar alcohol, estimulantes y el uso de pantallas" ya que estas últimas "disminuyen la melatonina", indica. Para conciliar mejor el sueño propone prácticas como el 'mindfulness'.

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