precios de la luz

La industria aragonesa se plantea ya paros en la producción y ERTE por el precio de la luz

Las patronales advierten de que para muchas empresas la situación comienza a ser "insostenible". Preocupa el coste de la energía, pero también el alza de los carburantes y de las materias primas.

Paros por horas en Ferroatlántica del Cinca.
Paros por horas en Ferroatlántica del Cinca.
José Luis Pano

De momento, en Aragón, solo la química Ferroatlántica del Cinca, situada en la localidad oscense de Monzón, se ha visto obligada a parar la producción de dos de sus hornos durante los tramos en los que el precio de luz es más elevado. Pero desde la Confederación de Empresarios (CEOE) de Aragón y la Federación de Empresarios del Metal de Zaragoza (FEMZ) advierten que para muchas empresas los imparables costes energéticos comienzan a ser "insostenibles" por lo que ya se están planteando adecuar a su producción a los tramos de menor precio –si pueden hacerlo– e incluso, en el peor de los casos, cesar su actividad y aplicar un expediente de regulación de empleo temporal entre sus trabajadores. 

"No es la mayoría, pero existen industrias que ya hablan de la necesidad de ERTE que, en su opinión, tendrían que ser considerados de causa mayor porque es una cosa sobrevenida", señaló ayer el presidente de la FEMZ, Javier Ferrer, tras mantener una reunión con responsables de un grupo empresas de la Comunidad, grandes consumidoras de energía eléctrica, como UCB Cast Profil SA, ubicada en Villanueva de Gállego y dedicada a la producción de barras de fundición de hierro; Ebroacero, fundición aragonesa situada en el polígono Argualas de la capital aragonesa o Cintasa, localizada en Utebo (Zaragoza) y especializada en la fabricación de cintas transportadoras.

Ferrer señaló que la preocupación entre las empresas es "extrema", aunque reconoció que cada una está tomando decisiones diferentes para hacer frente o sortear el impacto del encarecimiento de la luz en su facturación. "Es la tormenta perfecta", añadió el presidente de la FEMZ, que recordó que al incremento de la factura energética hay que sumar la crisis de las materias primas, el elevado precio de los transportes por el encarecimiento del petróleo y la falta de microchips. "Es la tormenta perfecta y para las empresas está siendo mucho peor que la pandemia", insistió el máximo responsable de esta organización empresarial, que aseguró que el paro de producción que se produjo durante los momentos más duros del confinamiento "fue mucho menor que el que se está produciendo ahora".

De "gran preocupación" habla también Jesús Arnau, director general de CEOE Aragón, que advierte que "para muchas empresas no va a ser posible sostener esta situación en el tiempo". Arnau explicó ayer que las empresas más afectadas son las cerámicas, aquellas que producen minerales no metálicos, para las que la energía supone el 7,5% de su gasto de explotación, un gasto que se ha multiplicado por tres e incluso por cuatro, lo que supone "que están perdiendo dinero, y mucho, por seguir produciendo, por lo que se encuentran ante un grave problema de sostenibilidad y viabilidad". No se escapan de este escenario, dijo Arnau, incrementado, señaló, la industria papelera, las químicas o las metalúrgicas, y "por eso algunas se están planteando parar determinadas horas" e incluso el cese de la producción si esta tendencia al alza de los precios se mantiene.

Y es que, reiteró el representante de la patronal aragonesa, en 2018 los derechos de CO2 estaban por debajo de los 10 euros por tonelada y ahora se han disparado hasta los 54 euros. A ello hay que sumar que gas ha multiplicado por 2,5 el precio que tenía hace dos años y la gasolina y el diésel se paga un 25% más caros.

"Se están tomando una serie de decisiones políticas y económicas que están afectando seriamente a las empresas, precisamente ahora que veían cierta reactivación tras la pandemia".

"Esto va a ser un mazazo muy importante", reiteró.

Y tanto Ferrer como Arnau lamentaron que mientras que en España se ha apostado por la descarbonización, países como Alemania o China están haciendo acopio de este material, mientras Francia ha anunciado su apuesta decidida por las nucleares. "Si estamos apostando por las renovables, pues perfecto, pero para eso haría falta una agilidad mucho mayor y directa para impulsar su implantación, aunque tenemos que tener en cuenta que estas fuentes de energía también necesitan de unas condiciones climáticas favorables", añadió Arnau.

"Por supuesto que la lucha contra el cambio climático obliga a dejar atrás estas fuentes de energías, pero también habrá que pedírselo a China, que consume carbón como para parar un tren", criticó Ferrer, que insistió en que el problema es español, "pero también es un tema europeo y mundial". Aseguró además que los empresarios se han mostrado en contra de la aprobación del polémico Real Decreto Ley que, entre otras medidas, recorta los ingresos de las grandes eléctricas, porque a corto plazo está influyendo en el precio de la electricidad.

El pagano, el consumidor

Desde la Federación de Industria, Construcción y Agro de UGT aseguran no tener constancia de que hasta el momento, y salvo Ferroatlántica, las industrias hayan comunicado a los representantes de los trabajadores decisión alguna sobre la paralización de la producción o la posibilidad de aplicar expedientes de regulación por la carestía de la luz.

Pero "podría suceder perfectamente", reconoció su secretario general, José Juan Arcéiz. El líder sindical hizo, sin embargo, una matización. Explicó que en Aragón existe un número importante de empresas electrointensivas, pero muchas de las empresas están ligadas a la automoción por lo que "están haciendo las paradas a las que le obliga el sector por la falta de microchips". No pueden, sin embargo, señaló Arcéiz adaptar la producción o pararla en función de los tramos más baratos de luz, porque cuando el cliente pide las piezas hay que fabricarlas, sea cual sea el coste energético.

El líder sindical también reconoce que existe "mucha preocupación", sobre todo en aquellos sectores que se estaban apuntando a una cierta recuperación y se están viendo paralizados por la falta de materias o el elevado coste energético. Y en su opinión "solo queda una solución que es la peor solución", es decir, repercutir los costes en el consumidor final. "De momento no se nota mucho, porque la competencia es brutal, pero si fabricar un producto cuesta un 5% o un 10% más lo terminará pagando el consumidor porque lo que no van a hacer las empresas es ir a pérdidas".

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