economía

Emprender en tiempos de pandemia: Amontillado, un bar y tienda de vinos en Zaragoza, salvado por la terraza

Natalia Martínez y Rubén Martín han abierto hace unos días Amontillado winebar & tienda en el barrio de La Romareda. Han seguido adelante con su idea, pese a tener que retrasar la apertura por el estallido de la covid.

Natalia Martínez y Rubén Marín, fundadores de Amontillado winebar y tienda.
Natalia Martínez y Rubén Martín, fundadores de Amontillado winebar y tienda.
Francisco Jiménez

El espíritu emprendedor no sucumbe fácilmente ni siquiera en tiempos de pandemia y en un sector tan castigado por las restricciones sanitarias como la hostelería. Entre quienes se han mantenido firmes en la idea de convertir en realidad su proyecto se encuentran Natalia Martínez y Rubén Martín, que hace unos días han abierto Amontillado, bar y tienda en el barrio de La Romareda de Zaragoza

Su vocación emprendedora se puso a prueba el pasado mes de marzo, cuando ya se veían cerca de hacer realidad su proyecto y el estallido de la crisis sanitaria provocada por la pandemia de covid les obligó a parar y replanteárselo incluso antes de empezar. "Esto era un sueño", reconoce Natalia. En él llevaban tiempo trabajando y tenían tanta confianza en su potencial que a finales de 2019 encontraron un local y  dejaron sus respectivos empleos para volcarse de lleno en convertirlo en una realidad. Ella llevaba 10 años trabajando en el sector del comercio del vino y su compañero Rubén, que se trasladaba desde Madrid, aportaba dos décadas de experiencia en hostelería.

"Tirar para adelante"

Natalia reconoce que tras estallar la pandemia, abrir un negocio "daba bastante vértigo, pero después de tantos meses llega un momento en que hay que tirar para adelante". Habían acudido al Sacme, el servicio de orientación para emprendedores de CEOE Aragón para asesorarse sobre los trámites. Confiesa que si el local no hubiera tenido terraza "hubiera sido un problema" porque haber cogido antes de la crisis sanitaria un local que la tenía "fue el empujón que nos hacía falta". Para ajustar el presupuesto cuando vieron que la situación se alargaba, y no podían abrir por el cierre de la hostelería, terminaron por arreglar el local ellos mismos, situado en el entorno de Aragonia. Natalia se encargó de la pintura y Rubén hizo hasta las barras de madera de las cristaleras.

"La terraza fue el empujón que nos hacía falta"

El confinamiento aseguran que les dio "tiempo para pensar", pero siempre "muy convencidos del concepto". Querían un lugar donde poder ir a tomar una copa de vino o cerveza, una tapa, pero tener además la posibilidad de comprar una botella para llevarla a casa. Han comenzado con una selección de 20 vinos por copa "que no son los habituales", tanto de Aragón, el resto de España e internacionales, y más de 100 botellas para el local y la venta. En la tienda se pueden comprar botellas de vino desde 6,90 euros a los 165 euros que cuesta un palo cortado de Jerez. Precisamente el nombre del bar se decidió por la pasión por los vinos amontillados andaluces que comparten ambos. Tienen también franceses, argentinos y chilenos.

"La idea es llegar a 30 vinos por copa y 300 referencias", explican. Además, en enero esperan "darle una vuelta" a la carta y dejar algunos vinos, pero introducir nuevos.

Amontillado en Zaragoza.
Amontillado, en Zaragoza.
Francisco Jiménez

En la carta cuentan con cervezas artesanas, tapas y raciones con productos  como quesos oscenses, tras la selección que hicieron este verano en varias queserías. Lo que no han podido organizar todavía han sido catas, otro de los pilares de su idea, en las que quieren llevar a los propios productores. "Es la única manera de que el cliente se dé cuenta de lo que tiene en la copa. Como te lo va a contar la persona que lo hace no hay nadie", asegura Rubén.

Tampoco han podido crear el empleo que pensaban. Ahora están ellos dos y una persona en la cocina. "Esperamos que cuando pase podamos volver a la idea inicial de contratar a tres personas", desean. 

No han podido hacer una inauguración oficial por las restricciones sanitarias. "Ya llegará el día", afirman, y mantienen el optimismo esperando poder estrenar el interior del local. "El vino es compartir, es muy social", reconocen, a la espera de que mejore la situación sanitaria y vuelva la posibilidad de organizarse en el interior.

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