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El derbi deja un nuevo récord de asistencia en El Alcoraz

Con 8.443 espectadores, 300 más que en la visita del año pasado del Real Zaragoza, el estadio vivió su mejor entrada.

La grada de El Alcoraz presentó el mejor aspecto de su historia con una cifra de espectadores cercana al lleno total.
La grada de El Alcoraz presentó el mejor aspecto de su historia con una cifra de espectadores cercana al lleno total.
Verónica Lacasa

Nunca antes se habían visto las gradas de El Alcoraz así. La afirmación no describe una impresión, sino que introduce una cifra objetiva, la de los 8.443 espectadores que, según los datos ofrecidos por la SD Huesca, poblaron la grada de su estadio durante el derbi con el Real Zaragoza. Supera exactamente en 300 la del derbi del año pasado y convierte el partido en el de mayor afluencia de la historia en Huesca cumpliéndose así con las expectativas que se habían generado los días previos. Se trata de una presencia de aficionados muy superior a los 5.363 que de media se estaban registrando este curso a pesar de los 8.016 abonados y que deja muy atrás la que venía siendo la mejor entrada de la temporada, las 6.424 personas que presenciaron el 0-0 con el Racing el 15 de octubre. El aforo total es de 9.128.

Más allá de las aspiraciones deportivas, poco sabrosas para ambos contendientes, el encuentro no era uno más -tiene las connotaciones especiales que imprimen la cercanía y la vecindad- y se hizo notar. Tanto por la afluencia de público como por su actitud, mucho más calurosa de lo que es habitual.

Los ánimos estuvieron por todo lo alto al inicio. Se homenajeó primero a Jorge Pulido por cumplir su partido 200 haciéndole entrega de una camiseta conmemorativa que recogió sobre el césped junto a su hijo Enzo y su padre Ángel. Contabilizando las campañas entre 1ª, 2ª y 2ª B iguala a Camarón en la quinta posición y tiene por delante a Sastre con 207. En los derbis el capitán azulgrana siempre es foco de atención por parte de ambas aficiones y esta vez no fue menos. Hasta que fue expulsado a los 28 minutos atrajo los jaleos de su hinchada y la crítica y la sátira de la del otro bando. Lo mismo se puede decir de Eugeni, que volvía por segunda vez al que fue su hogar.

Hubo un tifo con los colores de la bandera de Aragón y los cánticos de un fondo y otro, el de la grada de animación oscense y el de los 189 aficionados blanquillos reunidos en la zona visitante, sirvieron para darse replica, en algunos casos de trazo grueso. Después, ya tras el saque de centro, las actitudes se fueron enardeciendo llegando a su punto álgido con las expulsiones de Pulido y Zapater, con el gol de Bébe de por medio, y el empate de Obeng. En la segunda, se movieron al ritmo del balón. Fueron en función de la zona del cuadrilátero en la que se desarrollase la acción y, como el juego, resultaron inconstantes.

Tras el pitido final, ambas escuadras fueron aplaudidas por los suyos y el Real Zaragoza se acercó a agradecer a sus fieles el empuje.

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