Más tensión que derbi

Los equipos aragoneses se enfrentan desde las 16.15 este domingo en El Alcoraz
Alberto Zapater es expulsado por López Toca
Verónica Lacasa

Hubo en El Alcoraz más tensión que fútbol. De la misma manera que también hubo más árbitro que arbitraje. A todos les pesó el ambiente, y el derbi derivó, sobre todo, hacia la inferioridad. Se trató de una inferioridad numérica, porque la mayor parte del encuentro lo disputaron la Sociedad Deportiva Huesca y el Real Zaragoza con diez piezas y no con once, sin sus respectivos capitanes, Jorge Pulido y Alberto Zapater, ambos expulsados en la primera mitad. Pero también puede hablarse de una inferioridad futbolística, por el bajo tono del encuentro. Este, en términos generales, resultó pesado. De escasa calidad. Fue de más a menos. O de poco a muy poco. Predominaron el tacticismo, el miedo al error, el interés por golpear desde el fallo del contrario y la voluntad de que todo sucediera dentro de un estricto orden, el planteado en la pizarra por Ziganda y Escribá.

Únicamente se saltó la norma el colegiado, López Toca, que iba a lo suyo y no al partido. Él se encargó de situar el choque en otro plano, en el que él quiso con sus decisiones. Pudo expulsar a Jorge Pulido por la entrada a Giuliano Simeone. Pero no tiene razón de ser la roja que mostró a Alberto Zapater, cuyo pie en alto fue un claro caso de juego peligroso y no una agresión.

Metidos, en cualquier caso, estos dos rejones en el cuerpo de ambas escuadras, el derbi careció de interés y enseñó, antes que las virtudes de uno y otro equipo, las carencias de ambos. El Real Zaragoza tuvo el balón para dormirlo y dormirse, para no proponer o desdibujarse en los metros decisivos. Nunca encontró el conjunto de Fran Escribá la forma de hacer daño al Huesca si este había conseguido replegarse y juntar líneas, cosa que hizo de modo recurrente y sencillo, porque nunca se dio un ritmo que le exigiera. El Real Zaragoza, de hecho, disparo una vez a puerta a lo largo de los noventa minutos. Fue en el lance del gol de Bebé, balón que llegó a sus pies no por medio de una asistencia, sino por el desvío de un defensa azulgrana.

El punto sumado en el estadio de El Alcoraz sirve al Real Zaragoza para dar otro paso hacia la salvación y para guardar una distancia de seguridad con la zona más honda de la tabla, objetivo real y planteamiento realista para esta campaña. Al Huesca, mientras tanto, el punto del derbi no le aporta contenido en sus afanes por acercarse a los puestos de la promoción de ascenso. En este orden, el derbi resultó insustancial. Simplemente, se pasó otra página del calendario.

Más o menos, cada cual quedó donde estaba, en tierra de nadie.

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