real zaragoza

El Real Zaragoza pone fin a la crisis dos meses después con un gran partido

La mano de Víctor Fernández se notó sobremanera en su tercer partido al frente del catatónico equipo heredado de Velázquez y derrotó 3-1 al Tenerife con goles de Francés, Azón y Mesa.

Partido Real Zaragoza-Tenerife en La Romareda.
Partido Real Zaragoza-Tenerife en La Romareda.
Toni Galán

Mano de santo. Mano de Víctor Fernández. El Real Zaragoza, en el tercer partido del técnico aragonés al frente del catatónico equipo que heredó hace 18 días de Velázquez, puso fin a su grave crisis dos meses después de su colapso y derrotó 3-1 al Tenerife en un gran partido en este Domingo de Resurrección. Volvió el gol, regresó el fútbol ofensivo, las ideas de profundidad y llegada colectiva al área rival y, con ello, la décima victoria de todo el año que aleja el peligro del descenso a 8 puntos.

¡Tiempos nuevos!, pensó y habló voz en alto más de uno en la grada de La Romareda mientras discurría el primer cuarto de hora del partido. Parecía otro Zaragoza. Un equipo fluido, ágil, vertical, con llegada de cuatro y cinco futbolistas al área tinerfeña en cada ataque. Hubo ocho minutos, los iniciales, en los que las anotaciones salieron a una por minuto. Inaudito en todo el año. Fue una lástima que en ese tramo del duelo los aragoneses no lograsen más que un gol y no se fueran a un 2-0 o un 3-0, que merecieron por ímpetu, implicación y llegadas claras al área de Soriano. Solo este primer párrafo ya define lo novedoso de lo visto este domingo en el estadio municipal. Fuera de lo normal, extraordinario (más allá de lo ordinario, en este caso).

En el minuto 2, Azón se fue solo tras un error de Sipcic, dudó qué hacer, no decidió asistir a Valera o Bakis, que lo acompañaron bien en la carrera, chutó forzado y Soriano echó el balón a córner. En el 3, a la salida de ese saque de esquina, un descarado Mouriño cabeceó el centro de Moya y sacó León bajo palos, con el portero rebasado. En el 4 fue Maikel Mesa el que remató con la frente, en carrera, un centro de Azón. El balón, picado, lo despejó de nuevo el portero canario a córner con enormes apuros. Y como desembocadura de esta pelota parada, en el 5, Francés firmó el 1-0, un golazo con la zurda, tras controlar con el pecho en el segundo palo la acción de estrategia. Puso el balón en la misma escuadra derecha, a bote pronto. Precioso. El público de La Romareda se frotaba los ojos ante lo que veía. Como dijo Víctor Fernández hace unos días, este grupo puede dar más, mucho más de lo que estaba dando.

Se gustó tanto el equipo blanquillo en su plan ofensivo que, naturalmente, descuidó varias veces su retaguardia. Es el fútbol de Víctor de siempre: abierto, con todo lo que eso quiere decir y acarrea. Así, en el minuto 6, Waldo Rubio aprovechó el único fallo de un sorprendente, por brillante, Moya y disparó alto desde la corona del área completamente solo. Fue el primer aviso de un Tenerife que despertaría más tarde. Tuvieron que pasar más sudores fríos los insulares en su tarea defensiva porque el Zaragoza siguió atacando sin cesar. Valera lo intentó todo, falto de iniciativa y rapidez de reflejos varias veces. Mouriño fue un lateral profundo, para sorpresa de muchos. Maikel Mesa, como interior zurdo, percutió bien mientras estuvo entero físicamente (luego, cansado, bajó revoluciones). Y arriba, Azón y Bakis conformaron un dúo fijador de centrales y con mucho movimiento, abriendo líneas de pase en cada momento. Víctor prescindió del juvenil Liso de entrada y apostó por un 4-4-2 que dejó epatado a su homólogo Asier Garitano.

El 2-0 no subió al marcador por un centímetro de fuera de juego de Mesa, que cabeceó a la red un rechace de Soriano a disparo de Azón en el área en el minuto 14. Fue una pena no romper ahí el duelo. El citado Garitano no se lo pensó dos veces y rectificó su proyecto de partido en el minuto 25. Doble cambio: a la ducha el central Sipcic y el lateral Nacho Martínez (tarjeteado y nervioso) y al césped Corredera y Buñuel. Había previsualizado un partido defensivo, largo, y el Zaragoza de Víctor se lo había reventado desde el pitido inicial.

Le vino bien al cuadro tinerfeño la mutación. Entró en el partido de lleno. Ángel y Roberto López, exzaragocista y zaragozano respectivamente, tuvieron sendos mano a mano en los minutos 17 y 25. El primero, tras un error de exceso de confianza de Mouriño, lo salvó Badía con poso. El segundo también lo abortó el portero local en dos veces. De repente, había rival. Por eso se sospechó que el 1-0 se había quedado escaso para los merecimientos adquiridos. Y el fútbol, tan fiel a sus máximas, castigó al Zaragoza por esta grieta. El 1-1 lo marcó el incombustible Ángel en el tercer mano a mano extraído por los del Teide a espaldas de los centrales. No fue fuera de juego por dos dedos. Avanzó, quebró a Francés en su repliegue desesperado y batió raso a Badía en el minuto 36. Fue un mazazo. Sonó a inmerecido. El exblanquillo, todo un detalle, no lo celebró.

El equipo de Fernández debía volver a empezar. Hacía rato que había bajado el diapasón. Ahí tiró del carro Moya, con algunos detalles de Mesa y la buena continuidad de Aguado, para volver a generar ataques con cierto rigor. Nunca al tuntún, como ha sido hábito todo el curso. Y, justo antes del descanso, un contragolpe de libro de Moya (iniciado de tacón por Bakis casi en área propia) tuvo una conducción profunda y decidida de 50 metros, un pase a la izquierda a Azón (había dos líneas de pase más) y una definición magnífica del aragonés, quiebro previo incluido a Bodiger. Fue el 2-1 en el minuto 44. Una joyica.

Antes del intermedio, en el tiempo de aumento, Azón volvió a arrancar solo hacia el área, a un ritmo lento propio del agotamiento, que no culminó bien porque su pase a Valera, bien ideado, se quedó corto y lo restó León ‘in extremis’. El refrigerio, el parón de mitad de tarde, se vivió en un ambiente de alivio por el marcador y de satisfacción por la nueva cara del equipo. Hacía falta algo así. Justo esto, probablemente.

El segundo tiempo empezó del mejor modo posible para los zaragocistas. Enseguida llegó el 3-1, cuando en el 49 Maikel Mesa (tinefeño, no lo celebró tampoco) conectó una volea sobre la marcha en el segundo palo, a centro largo de Valera, y el balón entró como un obús en la red canaria. Otro gol de alta calidad. El Tenerife, si pretendía acorralar al Zaragoza en busca del 2-2, se quedó petrificado con este tanto tan oportuno que enardeció a la afición. En plena euforia global, en el minuto 50, el mal árbitro que es el valenciano Caparrós se comió un penalti como una catedral por zancadilla (barrido) a Valera en una incursión en el área. El VAR lo revisó, pero el cántabro López Toca (otro que tal baila) no quiso torcerle el morro a su colega. Hoy por ti, mañana por mi. El VAR tiene estos vicios. El género penalti es algo que parece vetado para el equipo zaragocista. En otros lares es algo mucho más común.

Víctor Fernández quitó del campo al apagado Bakis y metió a Liso a falta de más de media hora. Mesa dejó la banda y se fue de segundo punta. Los del archipiélago también buscaron sangre fresca con Rahmani en ese punto culminante del guion del partido. El fútbol, para entonces, ya era de mucho más control por parte zaragocista. Ya no se vieron tantas alegrías ofensivas. Algo natural. La plasmación del cambio de talante ya estaba inoculado en las venas de los seguidores blanquillos.

Hasta el minuto 71 no hubo otra aproximación seria de los zaragozanos al marco de Soriano. Una jugada por la derecha de Azón la remató con la pierna mala Lecoeuche (sí, un lateral en ataque) y paró Soriano sin problemas. Ante la inoperancia de su equipo, Garitano relevó a los dos delanteros y puso en danza a Gallego y a Romero en el último cuarto de hora por si le sonaba la flauta. El 3-2 pudo llegar en un córner raso botado en el minuto 73 que tocó lo justó Luismi Cruz y obligó a Badía a una gran parada a ras de hierba. Víctor empezó a amarrar el triunfo con firmeza y retiró a un ovacionado Mesa para apuntalar la media con Grau a base de un claro 4-1-4-1. La variedad de la pizarra fue también algo llamativo en positivo en este día tan importante.

En el minuto 80 Jair estuvo a punto de meter en el partido al Tenerife con una cesión suicida a Badía que le había adivinado previamente Gallego. No oyó el runrún de la grada, que anunció el desastre inútilmente. El punta tinerfeñista encaró al portero y su chut raso, de rosca, salió fuera a un milímetro del poste derecho. Menos mal porque, si no, el padecimiento final hubiera sido de órdago. Aprovechó Víctor para acabar las sustituciones y poner a Gámez de extremo (le gusta ese doble lateral) y dar minutos a Sergi Enrich, en vez de Valera y del aplaudido Azón, que volvió a ver portería casi medio año después. Todo con el viento de cara. Qué bien se navega así. Ya hacía días, semanas, meses.

El pitido final del árbitro se celebró con alegría en los graderíos. La gente se fue a casa feliz, satisfecha. Esta vez mereció mucho la pena ir al fútbol. Así, sí. Con 41 puntos aún hay que remar para alcanzar el mínimo que garantice no pasar apuros en la zona baja. El equipo había empezado el partido en el puesto 16º con el miedo en los talones. Este triunfo, obligado y de máxima necesidad, calma el pulso del zaragocismo y abre la caja de las esperanzas de nuevo. Víctor Fernández trajo las llaves hace un par de semanas. Una pena que no hubiera sido en noviembre. Cuatro meses antes, la temporada hubiera sido bien distinta. Quizá casi nadie lo dude. Quizá.

Ficha Técnica

Real Zaragoza: Badía; Mouriño, Francés, Jair, Lecoeuche; Aguado, Moya; Valera (Gámez, 83), Maikel Mesa (Grau, 74); Azón (Sergi Enrich, 83) y Bakis (Liso, 58).

CD Tenerife: Soriano; Mellot, Sipcic (Corredera, 28), León, Nacho Martínez (Buñuel, 28); Sergio González, Bodiger; Luismi Cruz, Roberto López (Romero, 72), Waldo Rubio (Rahmani, 65); y Ángel (Gallego, 72).

Árbitro: Caparrós Hernández (Comité Valenciano). Amonestó a Nacho Martínez (7), Buñuel (68) y Corredera (93).

Goles: 1-0, min. 5: Francés. 1-1, min. 36; Ángel. 2-1, min. 44: Azón. 3-1, min. 49: Maikel Mesa.

Incidencias: Tarde fresca en Zaragoza, con viento frío en un día nublado, con 14 grados al inicio del duelo (las 16.15), estrenando el horario de verano instaurado en la madrugada previa. El césped presentó un buen estado. En las gradas hubo alrededor de 18.500 espectadores.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión