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Real Zaragoza: la amenaza Carlos Martín

El goleador del Mirandés pudo ser futbolista del Real Zaragoza el pasado verano. Llega a La Romareda con cinco tantos y como una de las revelaciones del curso.

Carlos Martín, en el partido contra el Espanyol.
Carlos Martín, en el partido contra el Espanyol.
Instagram Carlos Martín

En el epicentro de ese torbellino juvenil y de ese ataque visceral que define el fútbol del Mirandés de Alessio Lisci, irradia ya sus primeros destellos potentes Carlos Martin, delantero cedido por el Atlético de Madrid al que el Real Zaragoza desestimó fichar el pasado verano.

Ha bastado un suspiro de competición para que el atacante madrileño entre en erupción goleadora. En sus primeros partidos en el fútbol profesional, ya suma cinco, encaramándose entre los principales artilleros de la categoría, con cinco tantos (uno de penalti), solo uno menos que Curro (Burgos), que ha metidos seis, aunque tres desde los once metros. Pese a que Carlos Martín ejerce en el Mirandés de segundo punta; con funciones de finalizador pero también de creador con libertad y papeles en la zona de tres cuartos; en su caso, no importa lo lejos que pueda jugar del área rival: su equipo llega y él llega con el equipo.

Tiene olfato dentro del área y múltiples recursos en el área, credenciales que ya dejo ver en la veintena de goles que metió en el ascenso a Primera RFEF del filial del Atlético en la pasada temporada. Carlos Martín, aunque porta el 9, no se desenvuelve con los rasgos académicos de esa estirpe. Es mucho más, un delantero distinto, muy completo, que se siente a gusto cuando entra en juego y lo puede enriquecer en su creación, pero también cuando hay que relacionarse con el gol. Es el delantero, de hecho, que más remata de la competición, con 21 disparos.

A sus 21 años, ha encontrado en el Mirandés el ecosistema ideal para crecer, en un club donde jugadores como él se redondearon en años previos, como Roro Riquelme, Sergio Camello o Raúl García del Haro. Acabó allí en agosto, en cierto modo, porque el Zaragoza lo permitió. Juan Carlos Cordero tuvo su incorporación encaminada durante buena parte del verano, dentro del marco de las sinergias con el Atlético de Madrid.

El director deportivo le efectuó un seguimiento estrecho el año pasado e incluso se le pudo ver en las gradas de los partidos que el filial colchonero jugó al final de temporada en la promoción de ascenso. Era un jugador de su gusto, pero finalmente el Zaragoza decidió no rematar la operación por diferentes circunstancias.

La primera, el difícil encaje que se le veía a un delantero de sus características en el plan de juego de Fran Escribá pese a que había evidencia su alto índice de gol. Se optaron así por otros perfiles: más verticales (Manu Vallejo) o más hechos (Sergi Enrich). Carlos Martín representaba otra cosa: buen rematador, intuitivo, con talento para el gol, fino de pies, oportuno, con calidad asociativa y buen golpeo, pero más apto para jugar al pie que al movimiento a los espacios o con maniobras verticales.

Además, había que gestionar el límite de tres cesiones desde un mismo club que permite la FIFA. Del Atlético, se contaba seguro con Mollejo y Mouriño desde los primeros pasos del verano. La tercera pata podía haber sido Carlos Martín, pero Germán Valera no encontró salida en Primera como era su deseo y al Zaragoza se le puso así a tiro un jugador de unas condiciones que se entendía más necesarias en la plantilla.

Esto terminó de cerrar la puerta de La Romareda al delantero madrileño, quien tuvo muy presente durante los meses de junio y julio que ese era su destino más probable. No fue así. También el Atlético prefirió otro tipo de salida para el jugador: la fuerte competencia en la delantera que había configurado el Zaragoza amenazaba los minutos y el desarrollo de Carlos Martín: mejor 2.500 minutos de Segunda División que 1.500. Así, al jugador le echaron el cable final el Leganés y el Mirandés.

Cuando parecía tener todo hecho con los madrileños, el guión cambió y Carlos Martín se decantó por Anduva. Una de las razones sustanciales era que iba a vivir, prácticamente, puerta con puerta con uno de sus grandes amigos de la vida: Giuliano Simeone. El argentino había fichado por el vecino Alavés. Ya durante la pasada temporada, Carlos Martín, cuando pudo, visitó Zaragoza y asistió a varios partidos de su colega en La Romareda.

Ahora, no acude de visita a este estadio, sino como amenaza del Real Zaragoza y como cañón de un equipo con mucha pólvora y actividad ofensiva.

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