REAL ZARAGOZA

Real Zaragoza-Ibiza: penúltimo trámite con plusvalía

El equipo aragonés afronta este sábado en Ibiza (16.15) el último desplazamiento de la liga ante un rival descendido, con el único aliciente de mejorar el puesto en la clasificación.

Francho y Zapater se cruzan en un ejercicio con balón en el entrenamiento de este viernes en la Ciudad Deportiva.
Francho y Zapater se cruzan en un ejercicio con balón en el entrenamiento de este viernes en la Ciudad Deportiva.
Marcos Cebrián

El Real Zaragoza abre hoy a las 16.15 la penúltima jornada de la inacabable liga de Segunda División, la 41ª, con su visita al Ibiza, rival ya descendido a Primera RFEF. El duelo lo ha adelantado La Liga a la sobremesa del sábado, fuera de los siete en los que sí hay cuestiones mayores en juego, que tendrán lugar en horario unificado poco después, a las 18.30. Es, pues, un trámite, el adiós al fútbol profesional del proyecto ibicenco que tan mal le ha salido a su propietario, el valenciano Amadeo Salvo, y la antesala del final de una era en el club zaragocista, un trienio de penurias del que la nueva propiedad quiere sacar a la SAD aragonesa durante el próximo verano.

Es un trámite, sí. Pero tiene plusvalía en su puesta en escena. El Zaragoza se juega la mejora de su puesto en la clasificación final, cuestión que tiene estipulados premios económicos en el reglamento del ‘monopoly’ de La Liga. Y, tal y como están las cosas, puede suponer una variación de más de 800.000 euros según sea la aplicación y la solvencia de los zaragocistas esta tarde en Baleares y el próximo fin de semana en el epílogo en La Romareda con el Tenerife. Porque el equipo de Escribá, que hoy arranca en el 14º puesto (ex aequo con el 12º), puede ser 8º en el mejor de los casos pero, por el contrario, podría caer hasta el 18º escalón si no resuelve estos dos duelos descafeinados con victorias. Es lo único que hay en liza. Pero en las estrecheces económicas en las que se mueve todo desde hace una década, no es cuestión menor. La pela es la pela.

El evento llega abducido por el caso Zapater. No hay otra conversación en los mentideros futbolísticos del zaragocismo. Y así se vio también ayer en la comparecencia del entrenador. El fútbol, con la salvación matemática consumada la semana pasada ante el Cartagena, está ya en segundo plano.

Escribá, dentro de las exigencias de su papel, trata de darle contenido a lo de hoy, pero sabe que es una tarea ardua. «En Ibiza debemos tener como referencia su último partido en el campo del Levante, donde parecía que iban a perder y a salir goleados ante un aspirante al ascenso y, sin embargo, le empataron a cero y le compitieron muy bien», avisó. Claro que, mirando un poco más allá hacia atrás, nos encontramos con que el mismo Ibiza perdió 0-5 estrepitosamente contra el Albacete en su última aparición como local. Este tipo de partidos insulsos son una lotería cada año. Te puede tocar el gordo, la pedrea o perderlo todo en un mal golpe. Y en Zaragoza bien se sabe de lo que es salir ruborizado y dinamitado en un último viaje a casa de un descendido... Llagostera es una herida que nunca cauterizará.

Sobre el once inicial, en el que no estará Jair pues se quedó en casa por una lesión de última hora no especificada, Escribá dijo que se verá «un equipo muy reconocible en el que nadie espere muchos cambios». El técnico sí adelantó que «habrá alguna novedad, pero no seis o siete».

Los lesionados Gámez y Simeone no han ido tampoco a la isla pitiusa. Giuliano, de hecho, «ya ha terminado la temporada», según subrayó Escribá en relación a su lesión de rodilla. Por su parte, a Pau Sans, al que se le iba a dar la titularidad en los dos últimos partidos del primer equipo, se le ha estropeado el plan por la promoción por el descenso que se ve obligado a jugar el filial, el Deportivo Aragón, frente al Coria de Cáceres. Va a quedarse con el B «porque es lo que necesita el club. Es lo lógico», expuso Escribá sobre el delantero juvenil.

En frente habrá un adversario cadavérico. Un desastre absoluto todo el año, que dirige su cuarto entrenador del curso, el exzaragocista Lucas Alcaraz, al que ya no despidió Salvo en su momento, hace meses, porque ya daba igual jota que bolero en del vestuario isleño. Antes, Javier Baraja, Juan Antonio Anquela y Carlos Sánchez ya se mostraron incapaces de sacar provecho de una plantilla sin pies ni revés. Sus números son catastróficos: solo seis victorias, 65 goles en contra, apenas 31 goles marcados... Se van al pozo sin apelación posible. Su técnico duda de dónde está hoy la cabeza de sus jugadores, que en su gran mayoría abandonan la plaza. No hay más que decir.

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