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Sergio Bermejo levanta la cabeza

El mediapunta del Real Zaragoza ha estado involucrado en los dos últimos goles del equipo, marcando al Levante y asistiendo contra el Granada. 

Bermejo, en una acción contra el Granada el pasado sábado.
Bermejo, en una acción contra el Granada el pasado sábado.
José Miguel Marco

A Sergio Bermejo Lillo, le han acompañado, y le acompañan, no sin parte de razón, en su tránsito de tres años en el Real Zaragoza, sospechas de todo tipo, unas más justificadas, otras más interesadas, otras más intoxicadas… Dudas de futbolista inconcreto, discontinuo e improductivo, rasgos que se han hecho ver en su juego a la vez que también han aflorado otros como su desequilibrio, su imaginación, su desparpajo técnico y su afilada ligereza, pero también su retorno defensivo y su trabajo colectivo. Virtudes que explican que, pese a su inconsistencia y su irregularidad, siempre acabe jugando con todos los entrenadores.

Bermejo ha sido en este tiempo el verso diferente de un Real Zaragoza amputado de registros como los del mediapunta madrileño, un futbolista que venía de un par de meses complicados, muy deficientes de acuerdos a sus verdaderas posibilidades, pero al que le han bastado dos partidos poblados de pinceladas finas y brochazos contundentes para levantar la cabeza. Su gol clave al Levante para arañar un punto y su taconazo asistente a Gámez en el tanto ganador contra el Granada en una jugada que inspiró y comandó él desde sus inicios varios metros atrás hasta casi su finalización en el área ponen números a esa mejora.

Y es eso, la ausencia de estadística, de datos que se puedan ver y tocar, lo que le viene faltando a un futbolista que, por la función que desempeña y los lugares que ocupa en el campo, debe cristalizar mejor aquellas acciones que produce en el último tercio. A Bermejo, en cierto modo, se le exigen más goles y más asistencias.

Una veces por mala toma de decisiones por sus elevadas revoluciones, otras por falta de contundencia física y muchas por golpeos imprecisos en el tiro o el pase, Sergio Bermejo no ha podido redondear su sobresaliente juego intermedio. Aun con todo, ya es el máximo asistente de un equipo donde el gol no ha abundado y en el que los delanteros no han destacado por el acierto -por ejemplo, un error claro de Azón le impidió sumar a Bermejo otra asistencia contra el Granada, una evidente ‘asistencia muerta’-. Tampoco la fortuna le ha acompañado en momentos puntuales: con tres palos, es el futbolista del Zaragoza que más ha disparado a la madera esta temporada junto a Giuliano Simeone.

Bermejo lleva dos goles y cuatro asistencias, elevando ya sus prestaciones en estas facetas del curso pasado, cuando metió tres (dos al Oviedo al final de liga) y repartió dos goles, y del anterior, cuando finalizó con un gol y cuatro asistencias.

Aun con todo, es un jugador que debe decorar su fútbol con mejores cifras. Después de su renovación del pasado verano hasta 2025, cuando el club le sacó del escalafón de peores pagados de la plantilla, Bermejo vive un momento determinante de cara al futuro, a su presencia en el proyecto que Juan Carlos Cordero cocina en la dirección deportiva. Un buen final de temporada elevaría su figura, en este sentido, después de una temporada en la que la lesión sufrida antes de Navidad en Leganés le cortó el despegue que había iniciado con la llegada de Fran Escribá

Ese mes de baja y la falta de ritmo posterior rebajaron su nivel, llevándolo incluso a la suplencia, de la que intentó salir con un fútbol saturado de ansiedad y precipitaciones con el que tocó fondo el día del Albacete. Pero contra Levante y Granada, partido en el que desarboló la banda izquierda del rival con un recital de conducciones, giros y requiebros, Bermejo, de 25 años, sacó billete para el que quizá en su último tren.

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