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Escribá blinda al Real Zaragoza

El Zaragoza es el equipo menos goleado de la categoría en los últimos siete partidos. Solo ha encajado tres tantos gracias a su mejora defensiva. 

Foto del entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva
Foto del entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva
JAVIER BELVER

El Real Zaragoza es el equipo menos goleado en sus últimos siete partidos de toda la Segunda División. Tan solo ha encajado tres tantos, y ha dejado cuatro días su portería a cero en este tramo, en el que el equipo de Fran Escribá permanece invicto -dos victorias y cinco empates- y ha construido las bases de una permanencia a la que todo apunta que no tardará mucho más en ponerle el sello oficial.

Desde la dolorosa derrota contra el Málaga en La Rosaleda el pasado 20 de febrero en un partido que el Zaragoza pudo dejar resuelto al descanso después de varias ocasiones claras desperdiciadas, el equipo aragonés ha consolidado una notoria mejora de rendimiento impulsada desde las prestaciones defensivas. Algo cambió en el interior del grupo tras aquella jornada de Málaga en la que el Zaragoza perdió 3-0, un latigazo que se encadenó con el sufrido unos días antes en La Romareda contra el Alavés (1-4), en otro partido en el que se encajó un castigo más severo de lo que el juego sugirió.

Aquellos dos episodios despertaron ciertas dudas sobre la fiabilidad defensiva del modelo de Fran Escribá. El tiempo ha confirmado que esos deslices defensivos fueron coyunturales: ni siquiera Alavés y Málaga le generaron ocasiones para derrotas tan contundentes, solo un desorbitado nivel de eficacia contenía la explicación a esos resultados. Hasta aquellas dos goleadas y desde entonces, el Zaragoza de Fran Escribá se ha caracterizado, precisamente, por su consistencia, sus garantías y su eficiencia defensivas.

Más allá del equilibrio táctico de sus líneas y el exhaustivo control y contención de las virtudes de los rivales de cada día, el Zaragoza ha construido ese blindaje defensivo desde un incandescente voluntad competitiva. Esa ha sido la clave de todo tras la debacle de Málaga que ocasionó largos debates, reflexiones y enmiendas dentro del vestuario. El Zaragoza ha sido, en los últimos siete partidos, un equipo áspero, incómodo y solvente ante rivales de todo tipo y condición. 

Ha sabido jugarles y descifrarlos a todos, siempre ha tenido claro cómo desarrollar su fútbol en los diferentes contextos de un partido, y sus futbolistas se han empleado con compromiso, tesón, esfuerzo y solidaridad gracias, en buena medida, al apreciable nivel físico que están presentando varias de sus piezas. Le ha dado para más o para menos, pero siempre se ha movido bien entre los pliegues de cada partido, exceptuando, quizá los minutos finales del partido contra el Levante, cuando tuvo la victoria a mano y no supo cómo cobrarla.

Desde que Fran Escribá asumió el equipo hace 20 jornadas, el Zaragoza ha encajado 19 goles, pero siete de ellos los recibió en los partidos frente a Alavés y Málaga. Ha dejado la portería a cero en nueve de esos partidos, casi la mitad. Son números que definen a un equipo de buena salud defensiva, aspecto del juego convertido ya en parte de su identidad futbolística.

Hay varias claves dentro de este crecimiento del blindaje del Real Zaragoza. Desde mejoras tácticas como la buena cohesión entre líneas, el sistema de ayudas defensivas, la configuración de un doble pivote con mucho trabajo y despliegue, el trabajo de sus puntas, la energía y variedad de sus sistemas de presión, o la recuperación de ciertos rendimientos individuales; a la adaptación a las características de los rivales en los planes de partido para contrarrestar sus fortalezas. 

Así, Fran Escribá ha ido mudando los dispositivos defensivos del Zaragoza en función de esas potencialidades de los adversarios: ha modificados las alturas del equipo en el campo, ha alterado los sistemas de presión e incluso se ha decidido por un central u otro según las delanteras del oponentes, sin temblarle ni siquiera el pulso para sentar a alguien con la ascendencia y la fiabilidad de Jair Amador si había que diseñar una zaga más veloz, ágil y resuelta.

Factores, todos ellos, que han elevado el fútbol del Real Zaragoza. 

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