real zaragoza

El factor Escribá: el entrenador mejora al Real Zaragoza

El Zaragoza alcanza su pico de rendimiento de la temporada, sobreviviendo a bajas vitales y a una plantilla escasa de la mano de un entrenador que ha exprimido los recursos con astucia, experiencia y acierto táctico.

Fran Escribá da indicaciones en la banda de La Romareda durante el partido contra el Granada
Fran Escribá da indicaciones en la banda de La Romareda durante el partido contra el Granada
José Miguel Marco

La paz clasificatoria y el sosiego de la tierra media se acerca al Real Zaragoza al tiempo que el equipo disfruta de su pico de rendimiento de la temporada cuando apenas faltan ya siete jornadas para bajarle la persiana, y cuando tan solo resta un puñado más de puntos para zanjar las tensiones de la permanencia.

Los buenos modales del equipo en el empate contra el Levante y el triunfo contra el Granada, dos candidatos al ascenso y dos rivales de otra dimensión, han empujado al conjunto aragonés a su punto culminante del curso. Suma siete jornadas consecutivas invicto, tramo en el que tan solo ha encajado tres goles y ha dejado su portería limpia de balazos en cuatro de esos partidos.

La dinámica creciente no es expansiva, pero sí sostenida, y dibuja una curva de rendimiento constante y ascendente en un equipo al que, eso sí, no le ha sobrado ni le sobra nada. Es un bloque construido y forjado a golpe de martillo sobre el yunque por parte de Fran Escribá, entrenador a quien el paso de las semanas va reuniéndole méritos y valor en torno a su influencia, labor e impacto en el buen tono y funcionamiento de este Real Zaragoza cogido por alfileres en su concepción y diseño.

Ante todo, cualquier observación sobre el equipo obliga a resaltar su fiabilidad. Mejor o peor, con más o menos acierto en el gol y la producción ofensiva, este Zaragoza es una garantía de competir. Incluso en sus más sonoras derrotas del ciclo de Escribá, frente a Alavés y Málaga, el resultado bien pudo tomar otras direcciones.

En todos los partidos, el Zaragoza ha mantenido el pulso a sus oponentes. Esto explica una estadística que pone en muy buena posición a Escribá: desde su llegada, hace 20 partidos de liga -media temporada-, el Zaragoza solo ha perdido cuatro partidos (Leganés, Sporting, Alavés y Málaga, además del copero contra el Diocesano). Únicamente, Levante (1), Las Palmas (2) y Éibar (3) ha caído menos veces derrotados desde la jornada 16, fecha en la que Escribá asumió el mando del vestuario en sustitución del despedido Juan Carlos Carcedo. En total: 20 partidos, 6 victorias, 10 empates y 4 derrotas, con 21 goles marcados y 19 encajados. Son números, dentro del contexto de la Segunda División, para vivir bien tranquilo.

Un equipo reconocible

En este tiempo, el Real Zaragoza ha ido aproximándose a la realidad de una plantilla con obvias insuficiencias y limitaciones en su fútbol ofensivo y creativo, a la que, además, se le han caído figuras clave en el ecosistema de Fran Escribá, como los delanteros Iván Azón o Víctor Mollejo. La ausencia de cantidad y calidad en el fondo de armario de la plantilla han condicionado enormemente el margen de maniobra del entrenador, obligado, durante prácticamente dos meses, a improvisar la delantera de dos hombres que define el sistema de juego 4-4-2 con el que halló la solución táctica a los problemas de gol y de capacidad ofensiva del equipo.

Con Escribá, al Real Zaragoza también le ha costado el gol, pero no ha sido por falta de ocasiones: si antes no marcaba era porque no generaba las situaciones para hacerlo, si después no lo ha hecho ha sido, esencialmente, por falta de acierto.

Con una delantera de emergencias y el apoyo indudable de un refuerzo de verdad como Tiago Bebé, el Zaragoza ha salido a flote aun en un periodo crítico de bajas con un fútbol de supervivencia.

Aquí ha sido fundamental el papel de Escribá a la hora de explorar e instaurar soluciones para que el equipo nunca perdiera su músculo competitivo, exprimiendo los recursos a mano y dándole al juego una identidad bien reconocida, con un estilo de fútbol equilibrado y coherente: vertical, veloz y enérgico en ataque y consistente, esforzado, comprometido y fiable en defensa.

Escribá lo ha hecho desde una toma de decisiones astuta y analítica, basada en la experiencia en el entorno en el que le ha tocado competir, una gestión del grupo con mucho tino, palo y zanahoria, y decisiones tácticas generales acertadas: las intervenciones de Fran Escribá han provocado que el Zaragoza juegue y compita mejor.

El equipo, en este sentido, ha crecido y crece muy poco a poco, porque, en cierto modo, no lo ha podido hacer más deprisa por sus propias limitaciones estructurales y la coyuntura de lesiones en la delantera. Pero el Zaragoza ha acabado asomando la cabeza como un rival duro y difícil para cualquiera.

La continuidad de Escribá

En estos meses, Escribá ha sido el primero en reconocer esas limitaciones. Desde un discurso de una abrumadora, y a veces dolorosa, franqueza y honestidad, haintentado guiar al equipo y dar a conocer sus posibilidades reales. Siempre desde una postura sosegada, natural y mucho fútbol en el contenido de sus mensajes.

Ahora, mientras la dinámica del equipo le va subrayando los méritos al trabajo desempeñado, Escribá se adentra en un periodo de la temporada en el que su futuro no está del todo claro. Ha quedado al descubierto que el Zaragoza tiene ahora un entrenador por encima del nivel de su plantilla. El ‘factor Escribá’ existe.

El técnico firmó para una temporada más, y la propiedad le garantizó un proyecto de altura para el próximo año en el que sería uno de los pilares básicos. Pero su continuidad aún debe ser verificada por un club que lo fichó a él antes que al director deportivo Juan Carlos Cordero y en el que los equilibrios de poder entre los diferentes cargos y resortes del organigrama van a jugar un papel elemental en esa reforma integral del Real Zaragoza que se avecina.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión