REAL ZARAGOZA

El reto de juntar en ataque a Bebé, Simeone y Azón, aliciente para Escribá en la recta final

El entrenador del Real Zaragoza dispondrá de los últimos 8 partidos de la temporada 22-23 para armar una delantera con unas credenciales superiores a lo acontecido durante ocho meses de carencias.

Bebé, Simeone y Azón, el pasado viernes en el campo del Levante.
Bebé, Simeone y Azón, el pasado viernes en el campo del Levante.
Carla Cortés/LOF

Thiago Bebé, Giuliano Simeone e Iván Azón jugaron juntos en la delantera del Real Zaragoza en los últimos 37 minutos del partido del viernes en el estadio Ciutat de Valencia frente al Levante. Fueron los minutos de mayor producción atacante de un equipo que, hasta entonces, había dejado reincidentes detalles de su incapacidad ofensiva, añadiendo un eslabón más a su deficiente liga 22-23 en líneas generales en este aspecto crucial del fútbol: la generación y consumación del gol. No es asunto menor que el cuadro aragonés se haya metido ya en los últimos ocho partidos del torneo con solo 29 tantos en 34 jornadas.

Nunca hasta este 31 de marzo de 2023 había sido posible ver juntos en la punta de flecha del ataque zaragocista a los tres. Principalmente porque Bebé, fichaje de invierno a la desesperada, no se incorporó al proyecto hasta el 31 de enero, cuando ya el mercado se cerraba, in extremis, por lo que apenas lleva en el equipo nueve semanas. Un tiempo, todo él, en el que Azón ha estado en la enfermería, de baja por tercera vez en la campaña por un problema físico serio. 

Así que Simeone es el único de la terna que es fijo desde el primer momento en los onces iniciales, primero de Juan Carlos Carcedo -el entrenador abanderado del plan de la SAD en un principio- y después de Fran Escribá. De hecho, ni siquiera ha sido posible ver a Simeone con Azón más que en pequeñas muestras, muy puntuales, a causa de las referidas dolencias musculares y articulares que han arruinado la temporada del ariete aragonés casi en su totalidad. 

El 4-4-2 que gusta a Escribá como distribución táctica de partida de su equipo favorece ver a los tres juntos en lo sucesivo. Los dos puntas serán Simeone y Azón si este alcanza la plenitud de su tono físico enseguida. Y Bebé, jugador de amplio espectro de movimientos en toda la línea de vanguardia, llegó para ocupar el extremo izquierdo, a pierna cambiada, para buscar permanentemente su disparo brutal a portería, arma que ha revolucionado para bien -incluso con evidente sensación de abuso en muchos momentos- las prestaciones del equipo en el área rival.

El reto es, en este corto espacio temporal que resta para la conclusión del curso, conseguir un mecanismo ofensivo que ofrezca una rentabilidad y solvencia nunca vistas hasta ahora desde que todo arrancó en agosto. Entre los tres asoman pizcas de velocidad, intimidación por alto, remate con los pies y con la cabeza, chut desde media y larga distancia, búsqueda de los espacios a espaldas de los defensas... en definitiva, todo lo que se ha echado en falta en el 90 por ciento de esta nueva liga de padecimientos para el zaragocismo, que es lo que ya ha transcurrido. 

Las credenciales de los tres son las mejores dentro de un reparto de jugadores, inmenso, que no han conseguido dar el paso adelante que el año les exigía. Bebé tiene un currículum brillante, el más luminoso junto al de Zapater: jugó, entre otros, en el Manchester United, Besiktas Estambul, Benfica de Lisboa; y en la Primera División con el Córdoba, Rayo Vallecano y Eibar. Sin ser el gol su principal virtud, ha marcado 43 en su carrera en algunas de las ligas más punteras de Europa. 

Simeone, apuesta emergente que venía cedido en verano por el Atlético desde la 5ª categoría del fútbol español (jugó en su filial el año pasado en Tercera RFEF, debutando simbólicamente en Primera de la mano de su padre, Diego Pablo 'Cholo', entrenador colchonero), tenía que hacer el cambio de divisa en Zaragoza para conocer a cuántos goles en el fútbol profesional equivalían los 25 que anotó en ese nivel menor con los cachorros rojiblancos. Y, sin buena compañía durante largo tiempo, ha firmado 7 dianas en un equipo romo, cifra que sin estar bien del todo, es la mejor de todo el elenco y ha significado muchos puntos decisivos para un equipo que hace equilibrios desde el día uno de la temporada en la zona del peligro de la clasificación. 

Y Azón, que en verano logró cambiar el dorsal '31' de chico canterano por el '9' de delantero centro referencial del primer equipo tras dos años siendo el flotador de la supervivencia goleadora del peor Real Zaragoza en ataque de toda la nonagenaria historia, parecía estar en disposición de mejorar su serie de progresión anotadora, que empezó con 3 goles hace dos ligas, siguió con 7 en la pasada... y se ha quedado por ahora en solo 2 en sus pequeños ratos de presencia sobre el césped.

Si Escribá logra mezclar a este trío convenientemente, tal vez el Real Zaragoza esté aún en disposición de reparar, siquiera sea someramente, su bajísimo índice goleador que denuncia que, tras 34 jornadas de liga, solo sale a 0,8 goles por partido (29 es la marca registrada hasta hoy). Es uno de los escasos estímulos que asoman de cara al esprint final del torneo para el zaragocismo, paralelamente a la consumación, cuanto antes, de la permanencia matemática en la categoría que permita al director deportivo, Juan Carlos Cordero, poner en marcha a toda máquina su primer proyecto futbolístico en Zaragoza, que tantos cambios necesita y, si todo va según lo previsto, llevará a cabo. 

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