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Real Zaragoza-Burgos: en el filo de la navaja

l El Real Zaragoza recibe al Burgos con la obligación de corregir su decadente dinámica y aliviar así los peligros de su clasificación. Pau Sans puede ser de la partida

Foto del entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva
Foto del entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva
JAVIER BELVER

El Real Zaragoza se ha adentrado en esa fase de la temporada ya conocida de otros pasajes en Segunda en la que se enfrenta al rival de cada jornada y también a sus miedos. En las horas previas del duelo de esta tarde contra el Burgos en La Romareda (16.15/LaLiga Smartbank), la victoria del Racing ayer ha abierto la escotilla a fantasmas de todo tipo, avivando temores y pensamientos escépticos. 

Es la consecuencia de diez temporadas en el castillo de las tinieblas y del síndrome que no deja de perseguir al zaragocismo: cuando algo va mal, siempre puede ir a peor. Fran Escribá, en todo caso, puso su palabra como aval de que la temporada no tendrá un desenlace catastrófico. Pero, a estas alturas de la película, las palabras no dejan de ser eso, palabras. Al Zaragoza lo que le faltan, más que fútbol, son los hechos de las victorias. Solo así puede combatirse el estado de alarma y depresión al que han conducido al equipo las dos severas derrotas contra Alavés y Málaga, facturadas con siete goles en contra.

Por ahí, por la reconstrucción defensiva, pasan las opciones de que el Zaragoza pueda ganarle al Burgos, una de las revelaciones del curso, un reloj milimétrico donde casi todo funciona a la perfección pese a sus posibilidades.

A Fran Escribá se le ha quebrado el modelo con las lesiones de Azón y Mollejo, y la ausencia de delanteros a la altura de las exigencias y de lo que requiere la propuesta ordenada en torno al 4-4-2 del técnico alicantino. No es casualidad que el Zaragoza se haya debilitado desde que Mollejo, su contagiosa competitividad, su dinamismo ofensivo y su intensidad defensiva han desaparecido del equipo. Muchas veces el valor de un futbolista para un colectivo se aprecia mejor cuando no juega que cuando lo hace.

Escribá, con Gueye en la oficina de objetos perdidos, ha probado a Puche o Vada, pero el Zaragoza no ha sido ni puede ser el mismo. Esto aclara ciertas posibilidades de titularidad de Pau Sans, a quien Escribá opta por proteger y medirle los pasos. Es una buena oportunidad para comprobar si el mensaje de defensa de la cantera patrocinado por Sanllehí desde julio es un elemento convencido del proyecto o más bien una declaración de márketing. Lo mismo es aplicable a Marcos Luna en un lateral derecho donde Fran Gámez y Larrazábal están siendo tanto monta, monta tanto.

El Zaragoza aún no ha ganado en casa en 2023 y necesita hacerlo desde ya para evitar que la atmósfera sepa a azufre y la primavera se marchite entre peligros. No tiene buen huésped hoy en La Romareda: un Burgos que pelea arriba, un equipo al que Julián Calero ha convertido en una garantía. Tiene las bajas, importantes, de su central Grego Sierra, lesionado, y del sancionado Elgezábal, el futbolista que marca el paso en el pivote. Y el paso en el Burgos se marca sin pelota, con una propuesta basada en la excelencia defensiva, en una sólida y eficaz representación de lo que es el buen funcionamiento de un equipo. No le faltan, en todo caso, futbolistas de interés, con capacidad para hacer daño, como Curro, Gaspar Campos o Álex Bermejo. Queda la duda de si el camaleónico Calero conservará su habitual esquema de tres centrales y carrileros o arma una defensa de cuatro.

Escribá introducirá cambios. Gámez y Francés son claros candidatos a volver al equipo. Vada y Pau Sans parecen jugarse la escolta de Simeone. El partido se jugará en medio de una anunciada y salvaje cierzera, pero, sobre todo, el Real Zaragoza lo jugará en el filo de la navaja: el domingo puede acabar con el corazón en un puño de no ganar, como sea, al Burgos.

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