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De Jiménez a Escribá: la estruendosa sala de prensa de Málaga, lugar de yuyu zaragocista

El entrenador del Real Zaragoza actual llevó a cabo este lunes la rueda de prensa pospartido más crítica con su equipo. Lo hizo en el mismo escenario donde 11 años atrás su antecesor Manolo Jiménez abrió telediarios en un episodio histórico. 

Manolo Jiménez y Fran Escribá, con 11 años de distancia, en sus estruendosas ruedas de prensa en el campo del Málaga.
Manolo Jiménez y Fran Escribá, con 11 años de distancia, en sus estruendosas ruedas de prensa en el campo del Málaga.
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El 25 de febrero de 2012, hace casi exactamente 11 años, Manolo Jiménez, entrenador del Real Zaragoza, protagonizó en el estadio de La Rosaleda una rueda de prensa inolvidable, por dura y atípica, al término del partido que el cuadro zaragocista perdió 5-1 en Málaga, entonces en Primera División. El entrenador zaragocista de entonces, fuera de sí, ofuscado en grado sumo, acudió a la sala de prensa y no dio opción a su desarrollo normal. Empezó un 'spiche' unilateral que fue breve y acabó con un enfado mayúsculo, levantándose y marchándose con cajas destempladas del lugar, dejando a todos los asistentes perplejos. 

"Hoy no vais a preguntarme nada, no hay preguntas. Voy a hablar yo y a daros los titulares. El Real Zaragoza, hasta el segundo gol, ha estado bien. Se ponen por delante (el Málaga), nos meten un gol estando un jugador nuestro en el suelo previa falta. Nos metemos un segundo gol en propia puerta... pero ya no voy a poner más paños calientes. Los partidos duran lo que duran. Y no se puede competir ni medio tiempo ni 30 minutos. Se acabaron los paños calientes. Perdónenme por vuestro trabajo (dijo a los periodistas), pero siento vergüenza, siento vergüenza...", dijo Jiménez de un tirón antes de abandonar la sala rabioso. Dejó 17 segundos para la antología del fútbol español. 

Aquel día, cuando lo relevó su colega malacitano en el estrado, el chileno Manuel Pellegrini, las palabras de Jiménez ya estaban en primer plano de todas las radios nacionales, de las televisiones y empezaban a ocupar espacios en las primeras páginas web de los medios escritos. Málaga, la sala de prensa de La Rosaleda, con su olor a madera, con su mesa elevada, con sus banderas y ornamentos particulares, se hizo lugar emblemático en la historia zaragocista, en los estertores del agapitismo letal. 

Jiménez se disculpó con los periodistas seis días después en la siguiente rueda de prensa en Zaragoza, pero no bajó el grado de su actitud crítica con sus jugadores y con el club. "Siento vergüeza de todo. Incluido de mí. Siento vergüenza de la imagen que da el Real Zaragoza. De los barcos que se hunden saltan las ratas, los cobardes o los que no sienten nada por ese barco. Y el capitán está aquí dando la cara. Si no cala mi mensaje en el vestuario, o se van ellos o me voy yo. Pero la afición lo único que espera de nosotros es que nos dejemos el culo en cada partido. Ya no pongo más paños calientes", insistió y amplió respecto del melón que había abierto en Málaga. 

En la última noche de lunes, después de perder 3-0 el Real Zaragoza en el mismo escenario de La Rosaleda, el 20 de febrero de 2023, esta vez en Segunda División, en la misma mesa, la misma silla, parecidos elementos decorativos y ante la prensa actual, el entrenador del Real Zaragoza contemporáneo, Fran Escribá, también desarrolló ahí su comparecencia más crítica con su plantilla, redondeando algunos detalles que ya venía manifestando en días previos y que llamaron la atención de los observantes. 

"El equipo está como tiene que estar, muy fastidiado. Nos tiene que doler muchísimo. Quien no contemple que para nosotros también era una final, se equivoca. Te vas con la sensación de que no competimos. No hemos chocado ni una vez, y eso es gravísimo. Si no competimos, esto no funciona. He sacado a 16 jugadores y algunos no han chocado ni una vez. Yo tengo mi culpa. Llevamos siete goles encajados en dos partidos y nos han tirado 8 veces. No recuerdo paradas de Cristian, no ha tocado ni un balón. Cristian ha sido muy importante en otros partidos, en otras temporadas. Pero no ha tocado ni un balón. Nos estamos dejando otras cosas por el camino”, fueron algunos de los argumentos de Escribá en un tono inusualmente valorativo con sus futbolistas y también profundamente autocrítico. 

Y prosiguió: "A lo mejor tendré que saber que los once que compitan, no que jueguen bien, que compitan, son los que tienen que jugar. Elegí gente que juega mejor que otros, pero no competimos", dijo

Todo sucedió en Málaga. Otra vez en Málaga. En esa sala de prensa que parece llamar al estruendo zaragocista. Un lugar con cierto yuyu, magia negra, que excita e invita a los entrenadores blanquillos a salirse del carril habitual. Le pasó a Jiménez, con mucho ruido. Y le pasó esta pasada noche a Escribá, mucho más moderado que su colega sevillano en las formas, pero también con sus gotas de cicuta fuera de lo común. 

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