segunda división

Un Real Zaragoza que no marca ni a puerta vacía cae goleado 3-0 en Málaga

El antepenúltimo y casi desahuciado equipo andaluz superó y ridiculizó a los de Escribá en la segunda mitad tras ser indultado por estos antes del descanso con fallos inexplicables ante la portería.

Foto del partido Málaga-Real Zaragoza, jornada 28 de Segunda División
Foto del partido Málaga-Real Zaragoza, jornada 28 de Segunda División
CARLOS GUERRERO / LOF

El Real Zaragoza cayó goleado y humillado en Málaga ante el antepenúltimo clasificado de la liga, un equipo que estaba al borde del desahucio y acabó cantando el “sí se puede” con su público haciendo la ola ante un rival ridículo, el aragonés. El 3-0 final es una afrenta de difícil explicación, que enlaza con el 1-4 del día anterior frente al Alavés. La sensación de crisis es profunda en el seno blanquillo.

Le perdonó la vida el Real Zaragoza al Málaga en la primera parte. El final de la misma, en los minutos 44 y 45, fue la moraleja de este aserto. Primero, Simeone falló el gol de Cardeñosa en el Mundial del 78 en el España-Brasil. A puerta vacía, sin portero porque lo había regateado en un mano a mano tras error del central Juande. No se sabe por qué no remató de primeras el ariete zaragocista. Tampoco de segundas, tras controlar el balón a placer con la zurda. La portería seguía vacía a cinco metros de él. Y cuando se decidió a golpear el balón, se le cruzó Ramalho para salvar el gol increíblemente. Como le hizo Amaral a Cardeñosa. Decía Escribá en la previa que había carencia de gol. Pues toma muestrario. Simplemente, Simeone, no se puede fallar esto en el fútbol profesional. Ni el Regional.

Y a la salida del córner de semejante pifia histórica, que se recordará por los siglos de los siglos, Bebé (el mejor del equipo, jugador fuera de categoría en Segunda) remató duro, Yáñez sacó como pudo junto al palo derecho y, solo a bocajarro, Vada remató alto con todo a favor. Otro gol infallable en un equipo con calidad, más allá de que un zaguero local pudiera tocar el pie del argentino y hacerle incluso penalti en esa fallida culminación.

Pero es que, cuando sucedieron estas dos inexplicables jugadas de marro zaragocista, se venía de rumiar un error superlativo de Bermejo, en el minuto 36, solo en el área en un pase atrás del eléctrico Bebé, que le dejó el gol manufacturado. El ‘10’ zaragocista, tan errático como siempre en el golpeo del balón, lo mando alto, al barrio de La Palmilla. Tampoco se pueden perdonar ocasiones así. Bebé tenía la sensación ya para entonces de que él jugaba un partido y sus demás compañeros otro distinto. Fue el estilete de los tomates (de rojo vistió el Zaragoza), a su aire, superando siempre al exblanquillo Delmás y a quien se pusiera por delante. Pero nadie le da apoyo ni continuidad en la resolución de sus buenos ataques, de sus excelentes controles orientados. Una pena muy grande. La llegada de Bebé ha servido para dejar aún más en evidencia el rango del resto.

El Real Zaragoza había sufrido en los primeros 20 minutos ante un Málaga apurado, histérico, que salió con el corazón en la boca. En los cinco primeros le dio réplica, abriendo un choque que fue de ida y vuelta, con ocasiones locales de Genaro, por partida doble, en el minuto 4 y el 5, fallando primero un remate franco a quemarropa tras una falta mal defendida por los aragoneses y, después, rematando duro en el área para lucimiento de Cristian Álvarez. En el otro lado, Vada y Bebé, en el 6 y el 7, dijeron a los andaluces que no se vinieran muy arriba, que iban a tener contestación. El argentino acabó mal un pase majestuoso del lisboeta, sin fuerza; y Bebé probó a Yáñez con un zurdazo (si, con la izquierda) casi sin ángulo y por sorpresa.

Las subidas de Delmás junto a Lago Junior amargaron el rato a Nieto. Y por el otro lado, el reaparecido Larrazabal, amonestado pronto, padeció con Febas y Villalba. Pero el gas le duró al Málaga hasta el minuto 20. El Zaragoza, pasada la efervescencia inicial de los blanquiazules, quiso jugar al otro fútbol, a tener posesiones largas en terrenos neutros. Hasta la recta final del primer periodo, la reseñada con pesar por cómo se perdió la opción de haber apuntillado a un rival que no aguanta ni una banderilla, no alcanzó el equipo de Escribá un nivel aceptable de solvencia en su juego. El 0-0 del intermedio fue un regalo para el Málaga, que debió estar aniquilado entonces por 0-2 o 0-3 si este Zaragoza fuese un equipo normalito de Segunda División y no uno de la zona medio-baja, con enormes carencias en facetas claves del juego en sus líneas.

Pellicer, viendo que los suyos, a los que solo les servía la victoria, estaban languideciendo, introdujo metralla tras el descanso con el cuarentón ariete Rubén Castro. Escribá siguió con su novedoso 4-3-2-1, con Simeone demasiado solo en punta y Vada con escasa sustancia haciendo de enganche. El Málaga agradecía la vida al cuadro zaragocista, que estaba otro día más retratado ante el espejo de su impotencia frente a las porterías contrarias, ni aun vacías, como ayer le pasó a Simeone, que quedó aturdido tras su insólito yerro.

La reanudación empezó con ambos equipos destensados y el primero que salió de ese miedo fue el Málaga, castigando como hace siempre el fútbol a quién indulta a su adversario tan gravemente como había hecho el Zaragoza justo antes del parón del descanso. Delmás hizo un jugadón por su banda diestra, centró a Villalba que asistió enseguida a Rubén Castro para que este fusilara, solo, en el segundo palo. Era el 1-0 en el minuto 55 y los de Escribá, una vez más, fueron objeto de una caricatura jocosa del juego en manos de un rival que, para entonces, debería estar ya en la consulta del forense.

Los tomates reaccionaron por inercia. Vada hizo una filigrana, rematando de tacón en el 60 un centro del espumoso e inerte Bermejo, al cuerpo de un afortunado Yáñez. Los hados de la fortuna abandonan a los menos duchos en el que debería ser su arte laboral. Les pasa a los toreros maletillas con el estoque. Un minuto después, Bebé intentó la del Alavés, pero su obús desde 40 metros se marchó fuera por centímetros junto al palo izquierdo ante el resoplido del graderío. Dos aldabonazos fallados de nuevo. Y en el 66, en cuanto el Málaga retomó el ataque, una pifia de cesión atrás de Lluís López, otro de los recuperados por Escribá para esta causa, facilitó un mano a mano de Rubén Castro que Cristian Álvarez tuvo que solucionar in extremis con su salida fuera del área para evitar el 2-0.

Escribá retiro al fallón Larrazabal y al desaparecido Bermejo y metió a Gámez y Puche, cambiando por completo la banda derecha. Dio igual. Este equipo es una máquina de fallar. Un grupo demasiado pusilánime en momentos de máxima exigencia. Como para echarse a temblar con lo que viene. En el 74, Lago Junior marcó el 2-0 desde fuera del área, sin que la defensa zaragocista lo encimara como es debido. Golpeó seco, duro, dio en el palo derecho y entró a la red. Demoledora imagen del Real Zaragoza ante un adversario cadavérico que chupó de su sangre para revivir. Demostraron los de Escribá que no están preparados

Foto del partido Málaga-Real Zaragoza, jornada 28 de Segunda División
Foto del partido Málaga-Real Zaragoza, jornada 28 de Segunda División
CARLOS GUERRERO / LOF

Pau Sans y Molina fueron dos recambios a la desesperada, por Vada y Alarcón, dos jugadores insustanciales toda la noche. Hasta Gueye salió al final por un alterado Simeone. El entrenador, lejos de arreglar el roto, lo fue haciendo más grande con estos movimientos. Los muchachos no le respondieron. Quizá porque de donde no hay no se puede sacar. Lo de la mata y la patata. Y la consecución inmediata del 3-0, en otra jugada de Rubén Castro que solventó con una vaselina sobre Cristian Álvarez en una defensa de margarina del Zaragoza (ni siquiera llega a categoría de mantequilla), rubricó las sensaciones de caos absoluto que emitió esta noche de lunes el equipo en casa del antepenúltimo y casi desahuciado Málaga. Era el minuto 82 y la goleada abría una herida sangrante de difícil cauterización entre el zaragocismo. Un desastre mayúsculo.

La recta final del envite fue un retrato a todo color de un Zaragoza menor, con cara pálida, enfermiza en lo futbolístico, que deja indicios y síntomas de serios problemas en el esprint final de la liga. Siete goles ha encajado el equipo en dos partidos. Su blandura anímica es digna de análisis clínico. Esto es fútbol y se necesitan tipos curtidos. La falta de las picardías que echaba en menos Escribá en la previa son otra mácula grave de esta plantilla. Ir a la guerra con chavales que disparan con tirachinas es sinónimo de derrota segura. Cuando la liga pide el máximo tino en la hora de la verdad, ahí se ven las hechuras y el talante de un equipo. En Málaga, el Zaragoza ha pedido la vez para el psicólogo. Que preparen una treintena de divanes.

El duelo acabó con La Rosaleda llevando en volandas a su equipo, con los zaragocistas mirando al horizonte sabedores del chandrío que acababan de consumar. Vienen curvas y habrá que estar preparado para el duro libro de ruta que aguarda. Era una noche de puerta grande o enfermería. Y salió la segunda opción. Problemas.

Foto del partido Málaga-Real Zaragoza, jornada 28 de Segunda División
Foto del partido Málaga-Real Zaragoza, jornada 28 de Segunda División
CARLOS GUERRERO / LOF

Ficha Técnica

Málaga CF: Yáñez; Delmás, Juande, Ramalho, Cristian Gutiérrez (Javi Jiménez, 76); Genaro, N'Diaye (Rubén Castro, 56); Febas, Villalba (Escassi, 64); Lago Junior (Appiah, 88) y Fran Sol (Gallar, 64).

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Larrazabal (Gámez, 63), Lluís López, Jair, Nieto; Francho, Alarcón (Molina, 76); Bermejo (Puche, 63), Vada (Pau Sans, 76), Bebé; y Simeone (Gueye, 81).

Árbitro: Gorostegui Fernández (Comité Vasco). Amonestó a Larrazabal (17) y Simeone (79).

Goles: 1-0, min. 55: Rubén Castro. 2-0, min. 75: Lago Junior. 3-0, min. 82: Rubén Castro.

Incidencias: Noche agradable en la capital de la Costa del Sol, con 12 grados y cielo muy cubierto. El césped del histórico campo de La Rosaleda presentó unas magníficas condiciones. En las gradas hubo alrededor de 16.000 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento de Marcos Alonso, exentrenador de ambos equipos, y del exfutbolista malacitano Atsu, víctima del terremoto de Turquía.

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Así hemos vivido el partido Málaga-Real Zaragoza
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