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Real Zaragoza: un trimestre, test suficiente

El equipo de Torrecilla y Carcedo atraviesa el primer tercio del curso con nota baja. El nuevo proyecto nunca ha estado próximo a la zona alta de la tabla y el juego del equipo anuncia problemas.

Raúl Sanllehí, director general, observa el entrenamiento del equipo en la Ciudad Deportiva.
Raúl Sanllehí, director general, observa el entrenamiento del equipo en la Ciudad Deportiva.
Francisco Jiménez

El Real Zaragoza atravesará esta noche de viernes el primer tercio de la temporada, alcanzado ante el Andorra el martes. Es ya la jornada 15 de 42 de esta inacabable Segunda División española. Habrá cubierto esta medianoche el primer trimestre de competición oficial, pues el torneo empezó el 13 de agosto y ahora viene un parón de quince días por esos caprichos de la organización. Es ya un tiempo suficiente para establecer un test con buenas dosis de rigor en relación a las cualidades del equipo, la destreza del entrenador, la solvencia del juego, los resultados obtenidos y el cumplimiento de las expectativas generadas en verano en un año especial, el del cambio de propiedad.

La nota de su rendimiento es baja. Con varias asignaturas insuficientes. Y alguna muy deficiente. El técnico, Juan Carlos Carcedo, está puesto en evidencia hace días por los hechos, algo que ha exteriorizado ya la afición, normalmente soberana. Y el arquitecto de la plantilla, el director deportivo Miguel Torrecilla, está incluido en el mismo lote de censura, con el pulgar hacia abajo. Son ya tres partidos en La Romareda (y dos fuera de casa, entre los desplazados blanquillos) donde la crítica a su labor ha sido sonora y nítida. Sin filtros.

El equipo alcanza esta jornada 15ª ubicado en el puesto 14. Nunca ha pisado terrenos de la zona alta, al final de ninguna jornada ha logrado pasar un rato en la primera mitad del elenco de Segunda. Siempre ha tenido su sitio en el segundo furgón, el de cola.

Su fútbol no le ha alcanzado más que para ganar cuatro de los 14 partidos dirimidos (el 28 por ciento). En los otros 10, ha sido incapaz. Suma seis derrotas y cuatro empates en esos días de incapacidad. Apenas solo ha logrado marcar 9 goles, media ínfima de 0,6 por partido (parámetro que denuncia un problema superlativo de supervivencia a medio-largo plazo, de no repararse). En ocho de los 14 partidos se ha quedado a cero, ciego ante portería.

En La Romareda está repitiendo calvarios precedentes, con cuatro partidos de los seis jugados antes su ingente afición (se vuelven a superar los 25.000 abonados) sin saber ofrecerles el triunfo y generando el efecto contrario al debido y deseado. Ir al fútbol, un año más, está suponiendo para muchos seguidores una vivencia más cercana al disgusto que al disfrute. La realidad futbolística camina en sentido contrario a los planes de la entidad en junio. Un problema mayor.

El equipo no se rige bajo un sistema táctico básico que, a lo sumo, en determinados momentos, pueda moverse con ligeras variantes según vengan los desarrollos de cada duelo. Al contrario, el entrenador viene cambiando de libreto desde la jornada uno con mucha más asiduidad de la natural en un equipo que funcionase y estuviera en la cresta de la clasificación. El nivel de juego de los futbolistas tiene tantas máculas que hace semanas que ya se aprecia esa sensación de que da igual que jueguen unos que otros, pues el rendimiento, salvo excepciones muy puntuales (Tenerife, hace unos días fue la más visible), se queda siempre por debajo o al ras del umbral de mínimos necesarios para optar a pelear por la zona noble de la categoría.

El nivel del descenso está, al inicio de esta jornada, a tres puntos, un solo partido de distancia. La promoción de ascenso se ubica a siete puntos. Y el ascenso directo se ha ido ya a once.

Los fichajes no están rindiendo como se presumía para elevar el bajo nivel del esqueleto que se decidió que continuase, ofrecido el año precedente y el anterior por los mismos futbolistas que continúan en el vestuario. Gueye, delantero estrella, no ha marcado y no es ni titular. Quinteros no ha debutado. Mollejo ofrece una irregularidad insuficiente para ser referencial. Molina está muy lejos de ser el organizador que se publicitó a su llegada de la mano de Carcedo. Fuentes tiene más peros que pros en su rendimiento como lateral. Solo Simeone, con ramalazos de calidad y rasmia, podría obtener el aprobado, pese a que su rendimiento, fulgurante al inicio con tres goles en dos partidos, ha terminado rebajándose a un balance de esos mismos tres goles en 14 partidos.

Hace falta saber cuánto le queda a esta incertidumbre emanada de la ineficacia y el alejamiento de los objetivos fijados por la SAD. Hasta cuándo el discurso de Carcedo de que «el equipo cree» y de que «somos conscientes de las cosas que se hacen mal» tiene cuerda. La cuestión no es ser el más creyente ni el más consciente. Se trata de ganar, jugar aceptablemente bien e ilusionar. 

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