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La máxima aspiración posible del actual Real Zaragoza

Sin gol, sin creatividad que genere gobierno en el juego, el Real Zaragoza solo puede optar al 0-0. El último tramo de la liga deja cifras alarmantes y anuncia problemas serios.

Enrich le rebaña el balón a Lluís López en el área, en un grave error del central zaragocista que casi costó el gol en la segunda parte.
Enrich le rebaña el balón a Lluís López en el área, en un grave error del central zaragocista que casi costó el gol en la segunda parte.
Luis de la Mata/LOF

Así no se va a ningún sitio bueno. Vienen curvas. Y de las de herradura. El Real Zaragoza está atrapado en una espiral de deterioro en su juego que anuncia tronada, pedregada y torrentera. Pese a los propósitos de enmienda verbales vertidos desde el vestuario en las últimas horas, Ponferrada no fue el lugar donde los pupilos de Juan Ignacio Martínez ‘Jim’ pusieran punto final a mes y medio de devaluación de su juego, que antes nunca fue plástico ni ágil, pero sí que superó lo que se viene observando últimamente, que es de una escasez de calidad y argumentos alarmante, peligrosa, letal.

Los jugadores blanquillos siguen gripados, nulos ante el gol en las porterías rivales, nublados para crear fútbol en la línea de medios y, pese a que ayer no encajaron ningún tanto de los leoneses, continúan las disfunciones tremendas en defensa que dan opciones de marcar a los adversarios con una facilidad impropia de la categoría. A la tropa de Jim se le ha ido la poca inspiración que mostró, de vez en cuando, en tiempos pretéritos, en los albores del curso, cuando amagaba y solo empataba porque lo fallaba todo bajo palos; o en aquel espejismo de las tres victorias seguidas entre el 4 y el 13 de noviembre que terminó siendo un engaño para la vista, una flor de interior que se muere a las pocas horas de parecer preciosa.

Conviene no mirar al dedo cuando alguien señala la luna. Y también conviene que nadie trate de bajar ese dedo que señala el problema. Por el bien general. Poner paños calientes a esta situación es alargar la puesta en marcha de una rectificación perentoria. Caer en subterfugios tópicos para disuadir la mente propia de los protagonistas del chandrío –porque a los escuchantes es ya difícil convencerlos de algo que no ven sus ojos del mismo modo– linda ya con lo ridículo.

En Ponferrada, el Real Zaragoza volvió a irse a la ducha sin marcar un gol, sin rebasar al portero iraní Amir Abedzadeh. Y son ya cuatro partidos seguidos con esta impericia, que es cicuta en la sangre zaragocista. Un equipo que no marca goles se muere. Y pronto. E irremediablemente. Son ya 23 jornadas y los de Jim llevan solo 17. Son los peores anotadores de la categoría (junto al Fuenlabrada).

Este equipo, desde anoche, es ya peor que el terrible del año pasado en las faenas ofensivas de batir a los guardametas rivales. Peor que aquel que tenía como puntas –históricamente torpes y nefastos– a los Toro Fernández, Vuckic, Zanimacchia, Larrazabal o Alegría. Aquel, en 23 partidos como ahora, hizo la desastrosa cifra de 18 goles... que resulta que es uno más que lo consumado por el actual Zaragoza de Miguel Torrecilla. Al director deportivo, el paso de las jornadas lo están poniendo en evidencia. Quienes manejaron el plan de plantilla entre julio y agosto, con los planos aún en la mesa del despacho, deberían estar muy preocupados por lo que se ve y por lo que se augura.

Ayer, la Ponferradina indultó al Real Zaragoza en una primera parte de fútbol ramplón, simplicísimo, impropio de un equipo que, sin saber muy bien a quién quieren hacer comulgar con ruedas de molino, sigue dejando caer perlas sobre la promoción de ascenso, la ‘pomada’ y varias lindezas más relativas a la zona alta de la tabla.

Es tiempo de que alguien pare ya ese disparate. Con 17 goles en 23 jornadas, con un fútbol como el que ayer se vio en 70 minutos, con partidos como los vividos enMiranda, Almería, Lezama o en casa ante Leganés o Tenerife (por citar solo los del trecho depresivo más reciente), con las defectuosas alternativas técnicas y tácticas que los fichajes de Torrecilla y varios de los presumibles pesos pesados heredados de la anterior etapa Lalo-Barba están manifestando con su rendimiento sobre el césped, solo cabe prepararse para vivir abajo y tratar de que haya cuatro peores. O sea, lo del año pasado.

Jugando así de pobremente, Jim solo puede aspirar al 0-0 como botín máximo en partidos de este pelaje. O, si surge el ‘milagro de Burgos’, a encontrar un gol postrero que decante el partido a favor del peor. Pretender ganar de este modo será imposible en muchos partidos de los que restan. Evadirse del problema es un autoengaño.   

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