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El Real Zaragoza y la fórmula Jim

Análisis de las claves del triunfo del Real Zaragoza contra el Burgos en el estadio de El Plantío.

Partido Burgos-Real Zaragoza, 14ª jornada de Segunda División
Partido Burgos-Real Zaragoza, 14ª jornada de Segunda División
David Pérez-Cejuela / LOF

1. El Zaragoza pone cara de miedo

Juan Ignacio Martínez le devolvió el timón del equipo a Eguaras, alistó a Azón y Bermejo, y sacó del lateral a Fran Gámez, relevándolo por Francés y perdiendo así dos activos en el movimiento: la profundidad y posición ofensiva de Gámez y la presencia de Francés en el eje. El Zaragoza amagó con dominar y en los primeros 20 minutos fue suya la posesión, pero sin cuajo ni colmillo. La desesperación de su situación no tardó en bloquearle las piernas al equipo aragonés. La ansiedad de ganar, el miedo a no hacerlo y la carga emocional de su túnel de empates atenazaron, conforme el reloj corría, a sus futbolistas, imprecisos, densos, desacertados, romos… Por primera vez, el Zaragoza jugó como un equipo camino de una crisis.

2. El Burgos es una piraña

No tardó el Burgos en oler esa incomodidad, ese miedo del rival. Su ritmo defensivo asfixió al Zaragoza, mordisqueando sus posiciones con un fútbol intenso en las marcas, agresivo en la presión, y muy atlético. Los jugadores del Burgos eran más fuertes, corrían más, saltaban más alto. Todos los duelos los escobaban los locales, armados en un 5-2-2-1 en el que Fran García amenazaba la izquierda de tal manera que alejaba del ataque a Bermejo y fijaba a Francés. El Zaragoza se fue apagando y ahogando, hasta perder el balón en la primera mitad. Ni llegó ni robó arriba, donde su 4-4-2 en la presión era insuficiente ante la superioridad del Burgos con sus tres centrales.

3. Minuto 70: el cambio de oro

Con apuros y con mala pinta, el Zaragoza se llevó al descanso un empate. En la segunda mitad, el cronómetro corrió pero el fútbol se paró, y esa tipología de partidos, aquellos en los que pasan pocas cosas y las áreas registran poca actividad, son territorio comanche de Juan Ignacio Martínez. La muestra de que el duelo caminaba por donde quería el técnico alicantino era la ausencia de cambios. El Zaragoza no llegaba al área, pero sentía tener controlado al Burgos. Y así, en el minuto 70, Jim relevó a Azón por Álvaro Giménez (gol ganador) y a Zapater por Borja Sainz. Pero el cambio tuvo sus frutos más allá de estos nombres: Francho Serrano bajó un escalón en el campo y se puso a jugar y a hacer jugar.

Real Zaragoza vs Away team - Football tactics and formations

4. Francho pisa su terreno

Francho Serrano nació al fútbol como mediocentro posicional, pero sus últimas experiencias en el equipo juvenil y sus primeras en el mundo profesional lo evolucionaron hacia otra cosa, hacia un jugador de largo alcance, cómodo en la base del juego, pero también influyente un escalón más arriba, como interior de apoyo, continuidad y rupturas: un número 8. Así rompió como promesa, pero Jim, esta temporada, le dio otras misiones, más propias de un 10, de un volante ofensivo o mediapunta, incluso pisando zonas de la delantera y alejado de las primeras teclas de la jugada. Su convivencia con Zapater, el futbolista elegido por Jim para secundar de cerca a Eguaras, lo mengua porque le desaloja del trozo del campo donde mejor respira. Su juego, tan arriba, empequeñece. Francho no es eso, y, en Burgos, pudo apreciarse: cuando el joven centrocampista pisó su terreno, el Zaragoza creció, apoderándose del hilo de la trama y dejando de ser un equipo tan largo. Eguaras tuvo una referencia y socio de continuidad, comenzó a expandirse también él en el partido, y en una transición que salió perfecta porque la llevaron los pies perfectos de ambos, Álvaro Giménez limpió las telarañas del triunfo.

5. La fórmula Jim

El Zaragoza, esta vez sí, protegió la ventaja con serenidad, con un defensa más (Gámez entró en el costado derecho defensivo y Francés pasó al centro) y con un escudo construido con la pelota. Entre Eguaras, Francho y Adrián guardaron el balón, y al Burgos se le cayeron los pulmones. El Zaragoza, de este modo, cerró el partido y lo ganó. No necesitó más que un disparo a portería, pero pegándolo en el momento preciso dentro de un choque adusto, de baja frecuencia, mucho control de riesgos y espesura ofensiva. Fue una victoria como varias de la pasada temporada que fraguaron la permanencia. Un Zaragoza de mínimos. Un Zaragoza a imagen y semejanza del Jim más genuino. En el partido más ‘jiminiano’ del curso, la victoria se hizo cuerpo.

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