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La Romareda quiere cantar gol

El Real Zaragoza necesita recuperar la fortaleza que, con Jim en el banquillo, exhibió en casa el año pasado.

Los jugadores del Real Zaragoza se despiden del público al término del decepcionante partido inaugural de la liga ante el Ibiza.
Los jugadores del Real Zaragoza se despiden del público al término del decepcionante partido inaugural de la liga ante el Ibiza.
Oliver Duch

La Romareda quiere volver a gritar ¡gol! Todavía no lo ha hecho este año. Es más, lleva la friolera de 19 meses sin hacerlo en partido oficial. Desde aquel 23 de febrero de 2020 en el que el Real Zaragoza ganó por 3-1 al Deportivo de la Coruña cuando marchaba con paso firme hacia la Primera División. Quinientos setenta y un días han pasado. Y entre tanto, aquel ascenso frustrado con Víctor Fernández y una temporada pasada para el olvido, en la que el club aragonés estuvo cerca de desplomarse a la Segunda División B.

Por suerte para todos, Juan Ignacio Martínez, el milagro de Juan Ignacio Martínez, llegó a tiempo de resucitar a un equipo muerto y convertirlo en sólido, fiable, capaz de competir ante cualquiera a pesar de las limitaciones que arrastraba de serie.

Apenas 13 puntos había sumado el cuadro zaragocista en 18 jornadas transcurridas cuando el preparador alicantino, allá por diciembre de 2020, asumió un reto que muchos tildaron de suicida. Cincuenta cosechó a final de año, salvado, con el estadio de La Romareda como refugio en el que hacerse fuerte y sobrevivir.

De la mano de Jim, el Zaragoza logró volver a fortificar su estadio. El entrenador de Torrevieja edificó un bloque consistente como local, alejado de lo que fue el inicio de campaña con Rubén Baraja e Iván Martínez en el banquillo, y también de aquel equipo que con Víctor Fernández echó por tierra, en apenas unos días, en apenas unos partidos, lo conseguido antes del confinamiento en el curso 2019-20.

Con Juan Ignacio Martínez, el Real Zaragoza se convirtió entre diciembre de 2020 y mayo de 2021 en el segundo mejor local de la categoría. Sumó un total de 24 puntos (solo dos menos que el RCD Espanyol) a través de siete victorias, tres empates y dos derrotas, la última tan dolorosa (0-5 ante el Leganés) como intrascendente, pues el equipo ya se había salvado con anterioridad al vencer al Castellón por 3-0 en la antepenúltima jornada liguera.

Esta solidez mostrada por el Zaragoza solo se entiende a través de sus números defensivos. Con Juan Ignacio al frente del banquillo, el cuadro aragonés solo sumó siete goles en contra, cinco de ellos en la referida última jornada en la que todo estaba resuelto y el equipo fue arrasado por un bloque de mucha más calidad.

Hasta entonces, hasta el desastre contra el Leganés, Cristian Álvarez solo había encajado dos goles. Hasta entonces, el Real Zaragoza acumulaba siete partidos consecutivos sin perder en La Romareda, en un recorrido que ahora, en esta nueva temporada en la que nos encontramos, aspira a recuperar.

Todos los abonados

Algunas cosas, como el escaso poder anotador, no han cambiado de un curso a otro. Otras muchas, sí. Empezando por los jugadores; continuando por el estilo de juego que se practica; y terminando por un factor fundamental cuando nos referimos al Real Zaragoza: el público, al fin, ha vuelto a los campos de fútbol; el zaragocismo vuelve a empujar desde los graderíos, aunque sea con aforos reducidos que muy próximamente podrían aumentar.

Mientras el Ministerio de Sanidad que encabeza Carolina Darias estudia pasar del 60 al 80% en los estadios de Primera y Segunda División, los abonados del Real Zaragoza aguardan la cita ante la Real Sociedad B del sábado. Por primera vez en la temporada, todos podrán acceder al encuentro. Alrededor de 20.000 personas podrán arropar al equipo en un choque en el que se aspira a revertir la dinámica como local del arranque liguero.

Tras el empate (0-0) ante el recién ascendido Ibiza y la injusta e inesperada derrota contra el Cartagena (0-1), el estadio municipal espera albergar la primera victoria de la temporada, una victoria que, ineludiblemente, traiga también el primer tanto en casa. Los abonados esperan volver a cantar gol. Necesitan recordar la sensación que le da sentido al fútbol. Quieren celebrar que vuelven a estar juntos otra vez.

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