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Real Zaragoza: el gol, a precio de lingote de oro en la Segunda División actual

La categoría de plata presenta en este curso 20-21 las peores cifras anotadoras de la historia y aumenta el valor del gol. En más de la mitad de los 275 partidos, sin público ni estímulos ambientales, no ha habido más de un tanto por equipo.

El gol de Chavarría que sirvió para ganar al Lugo por 1-0 en La Romareda hace dos meses.
El gol de Chavarría que sirvió para ganar al Lugo por 1-0 en La Romareda hace dos meses.
José Miguel Marco

La Segunda División es, en esta temporada 2020-21, un territorio árido, con infinidad de espacios yermos en la producción de goles cada jornada, en cada partido. Cuesta ver celebrarlos. Los partidos son ásperos, predomina la especulación, la táctica, el resultadismo. Todo ello disfrazado de igualdad, de equilibrio de fuerzas entre los 22 equipos. Una mezcla que ha derivado en el desarrollo de una liga con el menor porcentaje goleador de la historia.

En este escenario, que tiene múltiples prismas desde el que ser analizado –como se verá–, la primera consideración, la más rotunda, es que el gol tiene precio de lingote de oro. Es divisa de alto valor en la competición. Un gol en Segunda, en esta campaña, es un tesoro. Algo magnífico. Superlativo.

Quien lo tiene en su plantilla, en su modelo de juego, en sus individualidades, está arriba en la tabla y pugna por los premios grandes y de brillo. Quien carece de él, pacede y sufre de inanición futbolística en los fondos abisales de la tabla. Un gol, simplemente uno en 90 minutos, es este año razón clave de victorias o derrotas. Un bien escaso que, sin embargo, respalda los éxitos y fracasos cada semana.

El análisis ya tiene suficiente sostén empírico como para destilar conclusiones vinculantes. Se han jugado 25 jornadas (completas, pues anteayer la liga se puso al día con el Leganés-Almería aplazado por la nevada de enero), que a 11 partidos cada una, hacen un total de 275 duelos dirimidos en los 22 estadios de plata del fútbol español. El torneo atravesó ya hace un mes su ecuador y avanza paso a paso hacia su último tercio.

En este amplio volumen de partidos ya vividos, la cosecha es hasta hoy de 551 goles. La media es casi exacta: dos por cada choque. Un dato que describe la racanería ofensiva de esta Segunda actual.

La disección de esa corta producción goleadora denuncia mayores agujeros negros en la calidad y belleza del fútbol de Segunda en este momento covid, en el fútbol de mentira, de plató y realización televisiva en el que se está disputando una liga que nada tiene que ver con lo ordinario y que supone una fractura con lo que fue el fútbol en España (y en el mundo) desde su nacimiento.

La contundencia de la realidad

Un total de 141 partidos han concluido hasta ahora con el 0 o el 1 en el guarismo de los dos equipos contendientes. De los dos. Eso supone el 51,2 por ciento del global. Más de la mitad. Un impactante detalle que pone al observador en la  situación real que se vive.

Datos relevantes del estado actual de la Segunda División española en el apartado goleador.
Datos relevantes del estado actual de la Segunda División española en el apartado goleador.
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El 0-0 inicial ha sido el resultado final en 29 ocasiones, el 10,5 por ciento de lo disputado. No es el marcador más repetido, no obstante. Lo más habitual está siendo desde el primer día que la mayor parte de los encuentros de Segunda acaben con un gol, bien 1-0 a favor de los locales o bien con el 0-1, con triunfo visitante.

En 76 partidos se ha concluido con estos pírricos tanteos de victoria mínima en los que, obviamente, se ha decidido el otorgamiento de los 3 valiosos puntos por el valor de un mero y simple gol. Han sido 76 partidos con goles de oro de divisa para quienes han logrado decantar esa balanza hacia su lado. Esto hace un porcentaje del 27,6 del total de lo jugado hasta ahora. Es decir, casi el 40 por ciento de los partidos se mueven en el patrón de, como mucho, un gol por parte de uno de los dos equipos en contienda. Son cifras del más puro ‘catenaccio’ de la Italia de los 70 del siglo pasado.

El 1-1, empate en el que son los dos rivales los que marcan en un partido, se ha repetido 33 veces. Es el segundo marcador más habitual. El que, sin que nadie logre cantar nunca 2 tantos en un mismo partido, eleva por encima del 50 por ciento los partidos de escasez suprema de goles sobre el césped de los campos de Segunda.

El fruto del fútbol sin público

¿Por qué se ha ido a parar a este perfil de partidos romos, espesos, plúmbeos y repletos de conservadurismo? El hilo conductor de las cosas termina llevando al microscopio a una causa: el fútbol covid. A los estadios vacíos. No hay gente en las tribunas. Se ha extraviado la magia del ambiente futbolístico. El viejo y tradicional envoltorio de cada duelo liguero ha saltado por los aires hecho añicos por el fútbol para la tele, el del ‘prime time’ (horario de máxima audiencia), en días raros. Los futbolistas juegan solos, con atmósfera cero en los graderíos. Sin previas ni preámbulos. Sin seducción.

Por un lado, respecto de los vectores positivos que han desaparecido por completo, no hay estímulos de las aficiones locales. Los equipos no se sienten con el mandato permanente, durante los 90 minutos, de agradar a una hinchada de 5.000, 10.000, 20.000 o 30.000 espectadores ávidos de disfrutar de su rato de ocio y pasión ancestral. Esto ha desembocado en la práctica de un fútbol artificial en el que, entrenadores y futbolistas, van a lo nuclear en este modelo de competición sucedánea: ganar, sumar los 3 puntos, sin dejar ni un solo resquicio al lujo, al espectáculo, al regocijo propio o de la afición que debería estar animando y gozando en las tribunas. Hace casi un año esto ya no se ve ni se siente. El fútbol es hoy lo mismo que una serie, una película o un telediario. Cuestión de mando a distancia y sofá.

Por esta razón fundamental, entre otras, ya no hay goleadas. Se ha esfumado el prurito de salir a hombros de los vestuarios tras una actuación sobresaliente de un delantero, de un centrocampista creativo. El entusiasmo general que han generado históricamente las tardes de 6-0, de 5-1, de 4-0; o simplemente 3-0, 3-1, 3-2... los impulsos anímicos que han originado desde tiempos inmemoriales victorias fuera de casa por 0-3, 1-4... ahora son asunto despreciable.

No hay nada que celebrar con nadie. No hay fiesta alrededor. Se juega a fútbol como en un partido de almuerzo entre amigos en un campo de regional, oyéndose los gritos, el eco del golpeo de la pelota, cualquier charla en cualquier rincón del campo. Y, en esta aséptica puesta en escena que son hoy los partidos profesionales, hay que aquilatar esfuerzos y ganar como sea. Nada aporta la belleza, la plasticidad, pues la magia del fútbol ha desaparecido en el vacío de las gradas. Con 1-0 sirve. Con 0-1 es más que suficiente. Aunque se acabe colgado del larguero para defender la ventaja. Nadie va a protestar por ello. No habrá nunca runrún, ni reproches como sí se darían con el estadio lleno. Se ha diluido la crítica, el compromiso con la gente. Puro materialismo.

Solo seis goleadas de 4 tantos

Entre los 275 partidos jugados solo emergen entre la fealdad y la planicie seis en los que uno de los equipos ha llegado a los 4 goles (ver datos anejos). Es otro de los datos rotundos que describe el fútbol de Segunda en España. Una ridiculez de porcentaje, el 2,1 por cien. Pero es que, en un escalón inferior de exigencia, con 3 o más goles de alguno de los contendientes, solo asoma el 15 por ciento de lo jugado: 42 partidos en total.

Falta la salsa de este deporte. No hay énfasis en los entrenadores, en los jugadores, por buscar más goles en cuanto alquien logra ponerse 1-0 por delante. Se tiende al enroque, al gambito de dama, a arrinconarse y jugar con el reloj y con los nervios de el de enfrente.

Por todo esto, este es un mal año para carecer de gol, de goleadores, de piezas clarividentes ante la portería rival sobre el campo. Y el Real Zaragoza ha caído presa de este menoscabo justo en el peor momento de la historia. No ha marcado 3 goles ni una vez en 25 jornadas. Está abocado a aferrarse a los 1-0 a favor como los logrados ante Albacete, Fuenlabrada, Lugo o Ponferradina en casa. Y, en sentido contrario, huir de los 1-0 en contra que lo abatieron en Leganés, Miranda, Tenerife, Gijón, Castellón, Almería y Albacete. El Zaragoza es un paradigma claro del fútbol de Segunda que reina en 2021. Un cara o cruz con un gol como bala casi siempre. Una sola.

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