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Iván no encuentra el cambio

El joven técnico revolucionó el once titular pero no consiguó cambiar el destino de un Real Zaragoza que se desangra por su incapacidad ofensiva y los errores individuales

Ponferradina - Real Zaragoza.
Ponferradina - Real Zaragoza.
José Antonio Caro/EP

Iván Martínez revolucionó el equipo, introdujo hasta seis novedades en el once titular, pero la puesta en escena del Real Zaragoza fue semejante. Tras una semana de probatinas, de búsqueda de soluciones, el joven técnico zaragozano abordó una honda transformación que empezó en la convocatoria del viernes y terminó con un carrusel de cambios –sin demasiada trascendencia– en la recta final del partido en Ponferrada. 

La ausencia del Toro Fernández en la citación anunció sus intenciones. Esta vez sí, iba a apostar con determinación. El espíritu conservador de su debut ante el Oviedo iba a dar paso a un ánimo mucho más innovador. Alberto Zapater y Javi Ros, titulares el pasado domingo por ser conocedores del sistema en rombo que ya practicaron con Natxo González, dejaron su lugar a Igbekeme y Francho Serrano, y el Zaragoza, principalmente por la clarividencia de éste último, mejoró algo su fútbol combinativo pero no la producción ofensiva. 

Los cambios no propiciaron el cambio. El desarrollo del encuentro de ayer reprodujo lo que fue la derrota ante el Oviedo. El Real Zaragoza entró bien, llegó a ponerse por delante gracias a un error grosero de la defensa local bien aprovechado por Juanjo Narváez, y los suyos propios lo condenaron después. El guión de Iván Martínez, como el de cualquier entrenador, no puede controlar los fallos individuales. Si la pasada semana fue una grave equivocación de Álvaro Ratón la que cambió el sino del partido cuando parecía relativamente controlado, ayer fue Cristian Álvarez, en su regreso a la titularidad en la puerta tras superar una leve lesión muscular, quien facilitó la victoria de la Ponferradina en El Toralín.

Los detalles (el 2-1 definitivo fue una copia del empate) volvieron a marcar al Zaragoza. No se puede responsabilizar a Martínez de la forma en que los suyos defendieron (o mejor dicho no defendieron) el primer palo en los córners que costaron el partido. «Yo a mis jugadores los coloco bien en el campo, lo que pasa es que después se mueven», decía el Coco Basile, como compendio de lo visto ayer en Ponferrada.

El Real Zaragoza estuvo bien plantado sobre el terreno, demostró rigor táctico y buenas maneras defensivas al margen de esos dos goles y otras desconexiones puntuales, pero hacia arriba fue más de lo mismo. Esta plantilla tiene un serio problema de calidad. Da igual que juegue Larra o Bermejo, que Narváez esté acompañado de Fernández o Zanimacchia. La productividad ofensiva es mísera. 

Tener el balón no significa atacar. Menos aún, cuando tus delanteros no hacen milagros individuales como los Borja Iglesias o Luis Suárez de anteriores temporadas. Al margen de un Narváez desesperado por no encontrar socio, los atacantes del Zaragoza no meten ni miedo. La planificación de una plantilla admite errores en posiciones secundarias. No así en la de ‘9’.

Vuckic sigue sin aparecer

Las palabras de Martínez antes de visitar Ponferrada fueron engañosas. La aparente confianza en Vuckic no se plasmó ayer. El esloveno volvió a ser suplente y su participación se redujo a un cuarto de hora. Fiel demostración de que su inserción en el once tampoco es la solución hacia el gol. Probablemente no la hay en este plantel. 

Explicativo es el primer cambio introducido por Iván Martínez ayer. Con el propio Vuckic, Larrazabal, Nick Buyla o Raí Nascimento en el banquillo, el entrenador zaragozano puso en el campo al debutante Sola para jugar por delante de Chavarría. Cierto es que por entonces el marcador favorecía al Zaragoza, y que las intenciones del preparador blanquiazul podían ir encaminadas a defender una zona que estaba siendo atacada constantemtente por la Ponferradina. Pero no por esto deja de ser alarmante que se confíe en un joven inexperto, que tuvo la mala fortuna de colaborar negativamente en los dos tantos locales, antes que en otros jugadores llamados a ser importantes cuando se confeccionó el equipo. El problema de planificación es manifiesto.

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