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El Real Zaragoza y el ascensor de la cantera

La reciente renovación y próxima promoción de Francho Serrano se encuadra en la política del club aragonés de seguir fortaleciendo su apuesta por el futbolista de la Ciudad Deportiva. 

Lalo Arantegui y Víctor Fernández dialogan en el entrenamiento de este jueves.
Lalo Arantegui y Víctor Fernández dialogan en un entrenamiento
FRANCISCO JIMENEZ

La reciente renovación del juvenil Francho Serrano y su promoción a la primera plantilla en la próxima temporada -cuando sea posible- supone la consolidación en el Real Zaragoza de una política deportiva en la que la cantera representa una de las vigas maestras. La apuesta en el club por el futbolista ensamblado en su fútbol formativo es más firme que nunca, fruto de varias circunstancias. Para que el ascensor de la Ciudad Deportiva funcione como lo está haciendo en las últimas tres temporadas intervienen diversos factores: la presencia en Segunda División allana el escalón de un salto que sería más complicado en Primera División. También, ante las estrecheces económicas y los límites salariales, la cantera se ha constituido como una alternativa necesaria, proporcionando desde jugadores de carácter diferencial a complementos de la plantilla. Pero, en cierto modo, esta política responde también a una estrategia a medio y largo plazo en la que los proyectos y decisiones ejecutivas marcan la pauta.

Para que la Ciudad Deportiva cobre todo su sentido es necesario la confianza, el trabajo y la planificación. El objetivo último es que el primer equipo se nutra de canteranos. Para ello, es esencial la labor del responsable del área formativa, Ramón Lozano, a quien puso en su cargo Narciso Juliá y renovó después Lalo Arantegui. Pocos como Lozano conocen los entresijos del fútbol formativo aragonés y del Real Zaragoza, y, tras cinco años de labor, los frutos se están comenzando a recoger, con el soberbio papel de la generación juvenil a manos de Iván Martínez como ejemplo más contundente. 

Otro asunto capital es la filosofía de juego instaurada de modo vertical en todos los equipos de club y la metodología desarrollada por José Luis Arjol, un aspecto que facilita los procesos y la progresión entre las distintas etapas: infantiles, cadetes, juveniles, filial, primera plantilla.... Casi todos los equipos del Real Zaragoza hablan el mismo idioma futbolístico y fabrican determinados perfiles de jugadores. Esta filosofía de club la impulsó Lalo Arantegui a su llegada, completada por el material didáctico y determinados enfoques de entrenamiento proporcionados por Natxo González durante su año en Zaragoza. El famoso rombo o sistemas tácticos basados en él han desaparecido en cierto modo del primer equipo, pero no del club. A su llegada a la dirección deportiva, Lalo Arantegui puso también el acento en el desarrollo de una guía de juego, instaurándose así una metodología, una idea táctica y un estilo que fomentasen una cultura de club.

La apuesta por Natxo González estaba enfocada hacia ese propósito: desarrollar un corpus futbolístico que fortaleciera la identidad del Real Zaragoza y facilitara los procesos del futuro. Desde la elección de los entrenadores, a la captación, selección y adaptación de nuevos futbolistas, pasando por la formación de los jugadores de la cantera. Algo muy común en muchos equipos con proyectos deportivos modernos, como, casos cercanos, el Girona o el Villarreal, dos entidades que se rigen por una filosofía de club bien definida.

De este modo, con las ideas de Natxo, las directrices de la dirección deportiva y el trabajo del departamento de metodología y del área formativa, se elaboró un idioma común para toda la estructura: desde el primer equipo hasta el alevín. Material audiovisual, informes tácticos o herramientas didácticas han servido para homogeneizar y orientar futbolísticamente al Real Zaragoza.

Todo este trabajo de base sería insuficiente si, después, la planificación de la dirección deportiva no incluyera a jugadores producidos en esa cadena: para que el ascensor suba, alguien debe hacerlo subir. Lalo Arantegui, como se ve en el caso de Francho Serrano, está pulsando ese botón de llamada: cuenta con la cantera como elemento de configuración del primer equipo. Francho ha sido el último de un listado de jóvenes que han saltado desde las etapas formativas con contratos profesionales y varias renovaciones: Delmás, Lasure, Zalaya, Pombo, Guti, Ratón -los primeros, todos ellos sucesivamente renovados y recompensados por su progresión en las últimas tres temporadas-, Pep Biel, Soro, Clemente…

Todos ellos han elevado el valor patrimonial del Real Zaragoza, con Pep Biel y su traspaso por casi 5 millones de euros al Copenhague o el de Soro al Real Madrid por 2,5 millones como referencias. Al director deportivo no le ha temblado el pulso en ciertos casos: Soro y Clemente brincaron al primer equipo casi sin tocar el filial, como hará Francho Serrano según los planes iniciales: directamente desembarcará desde el juvenil. Y no muy lejos de seguir una trayectoria semejante aparecen varios candidatos, sobre todo, Alejandro Francés. O Iván Azón. O Luis Carbonell… Estos aún juveniles, mientras en el filial asoman Nick Buyla, Marc Aguado, Baselga, Ahmed…

Sin embargo, para que el ascensor termine de cumplir con su función, además de alguien que lo llene de talento y calidad -un jefe del fútbol formativo como Ramón Lozano y los técnicos de la Ciudad Deportiva- y de alguien que lo haga subir -Lalo Arantegui y su planificación-, es necesaria, quizá, la figura más indispensable del proceso: alguien que abra esa última puerta. Es decir, el entrenador del primer equipo. Solo así, con ese impulso final de confianza, el Zaragoza seguirá moldeándose cada vez más como un club de fuertes raíces locales, canteranas, creciendo con los suyos.

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