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Casademont Zaragoza: las claves de un equipo en crisis

Lejos de progresar, el juego de los aragoneses presenta una involución sorprendente que ya se traduce en cinco derrotas consecutivas.

Jaume Ponsarnau, entrenador del Casadmeont Zaragoza.
Jaume Ponsarnau, entrenador del Casadmeont Zaragoza.
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El Casademont sigue sin encontrar el camino correcto. Lejos de progresar, sus actuaciones más recientes reflejan el estado de un equipo abatido, inquieto y desencantado, resignado a su suerte, sin capacidad de reacción. Una percepción que se ha manifestado con mayor intensidad en los dos últimos partidos, frente al Lenovo Tenerife y el Avtodor Saratov ruso, donde ni siquiera fue capaz de competir, y que ha alimentado el debate sobre el verdadero potencial de la plantilla. Su crisis de identidad y de resultados también se ha extendido a la FIBA Europe Cup. Los aragoneses acumulan hasta cinco derrotas consecutivas, entre en la Liga Endesa y el torneo continental, y necesita subsanar su enfermizo aspecto con la mayor prontitud. Sin embargo, son muchos los desequilibrios a resolver.

Un equipo en construcción

La plantilla, profundamente renovada, necesita tiempo y paciencia para asimilar los sistemas de juego y ejecutar correctamente el ideario de Jaume Ponsarnau, el nuevo entrenador. Del pasado curso solamente siguen en el equipo San Miguel, Javi García, Aleix Font y Tryggvi Hlinason, por lo que se consumaron ocho contrataciones, además de dos fichajes temporales (Waczynski y Kenan Sipahi) para suplir a los lesionados Santi Yusta y Omar Cook. En total, diez nuevas incorporaciones. Los refuerzos responden a Matt Mobley (Fráncfort), Stan Okoye (Gran Canaria), Hans Vanwijn (JDA Dijon), Dino Radoncic (Gipuzkoa), Jamel McLean (MHP Riesen Ludwigsburg) y Ramón Vilá (Levitec Huesca); al margen de Cook (Burgos) y Yusta (Tenerife), quienes se recuperan de lesiones de larga duración, y de los dos fichajes provisionales. Sin embargo, Ponsarnau debe ajustar sus piezas mientras compite, porque el calendario no ofrece tregua ni en el torneo doméstico ni en el campeonato continental.

Falta de continuidad

El Casademont es un equipo voluble, intermitente, de caras opuestas. Presenta una irregularidad manifiesta en los dos lados de la pista. Carece de continuidad. Alterna buenos momentos, en los que emite señales positivas, con tramos de desconexión sorprendentes. En el primer escenario se sitúan los dos primeros partidos de la Liga Endesa, ante el Manresa y el Bilbao, que finalizaron con dos convincentes victorias de los zaragozanos.

Pero el Casademont también tiene otro aspecto, muy enfermizo, que además ha exhibido con demasiada frecuencia en los últimos partidos, y que le ha condenado irremediablemente a la derrota. Especialmente preocupantes han sido sus actuaciones ante el Tenerife y el Avtodor Saratov. Frente a los insulares, el cuadro aragonés vio lastrado su rendimiento por una puesta en escena deficiente (recibió un parcial de 29-11 en solo 10 minutos de juego). Ante los rusos, el Casademont se descompuso tras el descanso, víctima de su indolencia defensiva, y finalizó el partido con 100 puntos encajados.

Ataque plano y previsible

El Casademont practica un juego lento, plano y previsible; sin el ritmo, la fluidez y la velocidad suficientes para generar ventajas y obtener lanzamientos liberados. No hay una propuesta colectiva solvente. La incapacidad ofensiva del Casademont conduce a tiros forzados, de máxima dificultad, en ocasiones al límite de la posesión. Ello se traduce en bajos porcentajes de tiro, y también en canastas fáciles para un rival que puede rebotear y lanzar rápidos contragolpes. Se trata, además, del equipo que menos asistencias reparte de la Liga Endesa, con solo 12 pases de canasta por duelo. En Rusia, en el último encuentro, Mobley y Okoye asumieron 28 de los 53 tiros de campo del Casademont, la mayoría a través de un baloncesto anárquico, individualista y descontrolado. Mientras, McLean realizó dos lanzamientos bajos los aros, y Hlinason solamente uno, para retratar la dificultad de los aragoneses para dotar de balones al juego interior.

Sin amenaza exterior

La escuadra zaragozana carece de amenaza desde el perímetro: presenta un 31% de efectividad en los lanzamientos triples, tras haber anotado 41 de sus 132 lanzamientos. En la actualidad, únicamente el Betis (29%) y el Gran Canaria (30%) presenta una desatino mayor desde más allá del arco.

Facturación escasa

Lógicamente, su falta de clarividencia ofensiva conlleva una modesta productividad. Tras la celebración de seis partidos, el Casademont factura 75 puntos por partido, el segundo peor registro de la Liga Endesa. El equipo de Ponsarnau sumó 91 puntos contra el Manresa y 100 ante el Bilbao Basket en los dos primeros partidos de la temporada, que además del premio de la victoria dejaron también un baloncesto ágil, dinámico y alegre, muy atractivo para el espectador. Sin embargo, después se quedó en 54 puntos en su partido con el Burgos (54-75), en 70 frente al Valencia (70-76), en 63 contra el Barcelona (76-63) y en 65 ante el Lenovo Tenerife (90-65).

Lagunas defensivas

Su debilidad en ataque también acaba mermando sus facultades en defensa. Cuando no entran los tiros, la desesperación y la impaciencia se imponen. Se abandonan rutinas y automatismos. Ya no hay concentración, ni intensidad, ni perseverancia, sino angustia, desánimo y dejadez. Todo se viene abajo. Y la estructura de contención se torna vulnerable, quebradiza, demasiado permisiva con el rival. La segunda mitad que completó el Casademont en Rusia, ante el Avtodor Saratov, fue un claro ejemplo de ello: el conjunto aragonés bajó los brazos y encajó un parcial de 60-33 en los últimos 20 minutos de la contienda.

Calendario exigente

Después de medirse de inicio con el Manresa y el Bilbao Basket, los zaragozanos se han topado con un tramo especialmente adverso en las siguientes jornadas de la competición. Así, el Casademont se ha enfrentado, de manera consecutiva, con cuatro sólidos aspirantes a las posiciones de ‘play off’, muy superiores en presupuesto, potencial y capacidad física, que además se presentaron a la cita mucho más conjuntados al haber conservado muchas de las piezas del ejercicio anterior. Visitaron el pabellón Príncipe Felipe el San Pablo Burgos y el Valencia Basket –un oponente inaccesible, pese a las bajas con las que acudió a Zaragoza–, mientras que después llegaron los exigentes desplazamientos a Barcelona y Tenerife. Eso sí, menos justificación tiene el exiguo rendimiento ofrecido el miércoles en la FIBA Europe Cup.

Hay muchos aspectos que solucionar, pero urge reaccionar para serenar un entorno cada vez más incómodo y desazonado. Los próximos partidos, ante el Hapoel Gilboa Galil y el recién ascendido Breogán, se antojan decisivos para el devenir del equipo zaragozano en el curso actual.

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