DEPORTES

Francisco Ramo: "14 años sin el ascenso de un árbitro aragonés al fútbol profesional es una anormalidad"

Paco Ramo Usón, presidente del Comité Aragonés de Árbitros de fútbol desde hace ocho años, analiza una situación rara, sin precedentes ni parangón en toda España.

Francisco Ramo Usón, presidente del Comité Aragónes de Árbitros de fútbol, posa para HERALDO DE ARAGÓN en esta entrevista.
Francisco Ramo Usón, presidente del Comité Aragónes de Árbitros de fútbol, posa para HERALDO DE ARAGÓN en esta entrevista.
Guillermo Mestre

Aragón lleva 14 años sin ningún ascenso al fútbol profesional, Primera y Segunda División. Esto es una barbaridad de tiempo.

Así es. Se trata de una anormalidad. El último fue el de Santiago Jaime Latre, de Segunda B a Segunda en 2009. Y ya no ha habido ningún árbitro aragonés más en alcanzar el rango de profesional. Una vez retirados de Primera Clos Gómez y el propio Jaime, no ha habido relevos. Viene a coincidir, más o menos, con el momento en el que cambió el arbitraje en España y el estatus de los de élite fue reconocido con emolumentos y modos de trabajar acordes a las cantidades de dinero del resto del fútbol profesional.

¿Y por qué Aragón es prácticamente la única comunidad autónoma que no da un solo árbitro más allá del fútbol ‘amateur’ o semiprofesional?

Es difícil de entender. Ahora, este desempeño, convertido en profesión muy bien remunerada, se considera una carrera de fondo para quienes quieren ser árbitros de máximo nivel. Es una oposición más, como hay tantas en la vida laboral. Las categorías se han reformado y los ascensos son un embudo muy estrecho. Donde antes, con buena forma física y unas buenas actuaciones durante la temporada, se ascendía de nivel, ahora hay otros muchos factores que entran en danza. Hay exigencias médicas, físicas, técnicas, personales… La selectividad es exigente en grado extremo. Aragón, que cuenta con una población reducida respecto de las comunidades más grandes de España, tiene un número más ajustado de árbitros.

Pero eso, demográficamente, siempre fue así. Y, sin embargo, Aragón es cuna de muchos y grandes árbitros en Primera desde los principios del fútbol español, hace un siglo. El problema es ahora. Antes no sucedió nunca.

En el estado actual de las cosas hay mucho de probabilidad. Si Andalucía tiene ocho veces más árbitros que los que hay en Aragón, es normal que exista ocho veces más de posibilidades de que haya un ascenso de un andaluz antes que un aragonés. Y lo mismo pasa con los vascos, los catalanes, los valencianos, los madrileños…

Pero en La Rioja, la más pequeña comunidad autónoma, nunca falta su árbitro profesional. O las uniprovinciales, como Navarra, Murcia, Asturias… Algo más hay.

Hay ya entramos en valoraciones y circunstancias singulares del Comité Aragonés, claro está. Yo llegué a la presidencia hace ocho años, en 2016, y entonces empezamos a trabajar con la base, con los árbitros más jóvenes. Hasta entonces, teníamos un alto porcentaje de los árbitros bastante acomodados. Muchos eran del estrato de los veteranos, de esos que, en el funcionamiento moderno del sistema, Madrid los tenía muy vistos y no consideraba que tuvieran ese plus necesario para subir a Segunda o Primera División. Hoy tratamos de revertir este tiempo perdido, mal abordado desde nuestro estamento. Hubo una fase en la que Aragón fue con el paso cambiado. Creo que pronto vamos a obtener éxitos, seguro.

¿Se han establecido en los últimos años unos ‘números clausus’ para ascender que perjudican a los árbitros de Aragón?

Yo no diría ‘números clausus’ en sí. Pero si contamos con que en Primera solo hay 20 árbitros y en Segunda solo hay 22, ya vemos que el cuerpo de élite es restringidísimo. Y si observamos que cada año, de Primera RFEF (antes Segunda B) a Segunda División solo se producen uno, dos, tres o a lo sumo cuatro ascensos, es evidente que esto es una oposición laboral de dificilísimo acceso. En Primera RFEF, la antesala del profesionalismo, hay solo 60 árbitros. Esta es la trayectoria para llegar a la cima, una criba tremenda.

¿Cuántos aragoneses hay ahora en esa Primera RFEF aspirando a romper la fatal tendencia?

Cinco de esos 60. Alfonso de Ena Wolf, Carlos Muñiz Muñoz, Armando Ramo Andrés, Pablo Monterrubio Torres y Sergio Usón Rosel, todos de Zaragoza. Tienen un buen nivel dentro de una categoría donde puedo afirmar que hay árbitros exquisitos. Han estado en puertas de ascender, pitando promociones, pero no han sido elegidos al final. Un día va a ser.

¿Hay desazón en los árbitros aragoneses por esta rareza?

Por supuesto. Hay gente en esta década y media que ha bajado los brazos incluso. Estamos perdiendo, además, el importantísimo efecto llamada que debería haber y no existe: con un árbitro, o dos o tres, en Primera y Segunda División, los jóvenes verían el futuro más halagüeño y sería más sencillo encontrar vocaciones. Nos faltan referentes para los cursillistas más noveles. En el fútbol femenino tenemos el ejemplo contrario: hemos logrado el ascenso de dos árbitras a Primera y ese efecto positivo ha sido brutal.

Vamos con el perfil de los neo árbitros profesionales: chicos jóvenes, atléticos, con determinados rasgos en lo personal. En Segunda hemos visto algunos de 23, 24, 25 años. ¿Los ascensos vienen predeterminados en gran medida desde edades muy tiernas, adolescentes incluso?

Sí. Nosotros, en Aragón, desde que estoy yo al frente del colectivo, tenemos establecido un plan de carrera. Y ahí detectamos a esa tipología de árbitros susceptibles de ser profesionales en poco tiempo. Y por esos apostamos año a año. Son los que están ahora en Primera RFEF y en Segunda RFEF y los jóvenes que seguirán llegando a esos niveles pre profesionales en las próximas temporadas.

La vieja historia de los árbitros que surgían por generación espontánea, que ascendían a cualquier edad (incluso mayores de 30 o 35 años) al rango profesional, ya no tiene lugar de ser.

No. En absoluto. Eso ha cambiado de raíz. Ahora, los requisitos para ser un árbitro profesional, en Madrid, la Federación Española los marca con claridad. Hay unos parámetros imprescindibles que cumplir, de edad, de forma física, de estudios… El arbitraje, además de llevarlo en vena como antes, hay que sustentarlo en estas otras facetas particulares que son las que acaban siendo decisivas para llegar a lo más alto.

Décadas atrás, había una especie de costumbre hecha ley: muchas territoriales heredaban los puestos en Primera y Segunda. Se retiraba uno de los suyos y subía otro del mismo lugar.

La ‘dedocracia’ acabó en el mundo arbitral con el mandato de Carlos Velasco Carballo. Y Luis Medina Cantalejo, actualmente, prosigue con la misma seriedad. En la última década, puede decirse que suben los mejores. No creo que haya brujas.

Salarios entre 100.000 y 200.000 euros en la élite... ¿se han ha creado ‘lobbys’ dentro del colectivo arbitral?

Mi respuesta es no. No lo creo. Pero debería darla el Comité Nacional, que es donde están las últimas decisiones siempre.

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