Para conseguir los objetivos que nos hayamos planteado no basta con ir a una sala de pesas y cumplir con el entrenamiento. Es importante prestar atención a otros favores y entender que es la suma de todos ellos la que nos ayuda a conseguir los resultados deseados. Un buen entrenamiento y una correcta alimentación han de ir de la mano. Cinco aspectos, con sus cinco consejos correspondientes, han de tenerse en cuenta para ello. 

Aumenta o disminuye el consumo de calorías

Esta regla sirve tanto si se quiere perder peso como si se busca ganar masa muscular. Hay que adecuar la alimentación al tipo de objetivo que perseguimos. En el primer caso, deberemos centrarnos en una dieta hipocalórica que siga siendo completa, mientras que en el segundo deberemos aumenta la ingesta de alimentos hasta conseguir llegar a un régimen hipercalórico. El mejor consejo para ello es adaptar al cuerpo poco a poco, sin forzar ni dar cambios bruscos poco producentes de un día a otro. 

Las proteínas y los carbohidratos deben estar presentes

En mayor o en menor medida, pero hay que consumir ambos grupos de alimentos. Las proteínas son indispensables para construir nueva masa muscular, pero conviene ingerir la cantidad justa diaria según nuestro volumen de actividad física y nuestro peso corporal. Los carbohidratos son el ingrediente perfecto para tener energía todo el día, pero habrá que priorizar la ingesta de aquellos que sean de liberación lenta y quitar los azúcares de la dieta. Patatas, arroz, pasta integral...

Priorizar los pesos libres y a los ejercicios fundamentales

Trabajar con pesos libres, como mancuernas, es muy efectivo a la hora de crecer muscularmente. También ayuda a mejorar la autocepción del cuerpo y a fortalecer los músculos del core, al mismo tiempo que involucra el sistema cardiovascular. El press de banca, el peso muerto, la sentadilla y el press de hombros son los cuatro grandes ejercicios básicos que hay que introducir en cualquier entrenamiento que se precie. Entrenan varios grupos musculares a la vez (por eso también se llaman multiarticulares) y ayudan a trabajar la fuerza. Obviamente, habrá que compaginarlos con ejercicios específicos para trabajar de manera más atenta los músculos más pequeños.

Desafiar al cuerpo, pero también dejarlo descansar

Hay que sobrecargar de manera progresiva los músculos, realizando series de aproximación y, al final, al menos tres de ellas que sean entrenantes. No siempre hay que llegar al conocido fallo, pero sí que de vez en cuando deberíamos poner a prueba nuestra musculatura. Lo ideal es que nos cueste completar las dos últimas repeticiones de una serie. Del mismo modo, hay que planificar días de descanso a lo largo de la semana, ya que es durante estas jornadas de no entrenamiento en las que el músculo crece. 

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